Fin de jornada de algunos famosos

Fin de jornada de algunos famosos

JOSÉ ANTONIO NÚÑEZ FERNÁNDEZ
Con respecto a lo del título me refiero a la conclusión de la vida de algunos que sobre el haz de la tierra se hicieron sentir por su peso poderoso. Comienzo con Tamerlán o Timur Leng y también llamado Timur El Cojo. De esta humana bestia se dice que, en la comarca asiática de Samarcanda, hizo pasar por las armas casi un millón de seres humanos.

Pero parece que tenía algún “pringue” de filosofía y pidió que el día de sus exequias, el día de sus funerales, delante de su cortejo fuese alguien, que de trecho en trecho gritara, mostrando una mortaja: “Ahí viene Tamerlán, Señor del Asia, Conquistador del mundo. Y de todo lo que conquistó a su tumba solamente se lleva este mísero sudario”.

Otro grande y famoso fue Carlos Quinto Rey de las Españas y Emperador de Alemania.

Un buen día renunció a todos sus dominios y se encerró en el Castillo de Yuste. En vida quiso este buen Carlos, que le hicieran una real representación de cómo iban a ser sus exequias, sus honras fúnebres. Claro está el día verdadero de su entierro.

Napoleón Tercero (Napoleón Le Petit) hizo poner en México a Maximiliano de Habsburgo como emperador de México y su consorte Carlota como emperatriz.

Don Benito Juárez “El Benemérito de las Américas” se fue a la guerra y derrotó el ridículo “emperador”. Y para ejemplo y escarmiento decidió fusilarlo en El Cerro de las Campanas de Querétaro y a su lado se le colocarían a dos traidores mexicanos, los generales Mejía y Miramón.

Se cuenta que en la madrugada del día del fusilamiento, Maximiliano le preguntó a uno de los traidores: “¿Mejía te pareces que para ir al fusilamiento, debemos vestirnos de gran gala?”

Y Mejía con una frialdad espantosa le respondió: “Pues, mire Sire esa pregunta no puedo respondérsela. Ya que a mí esta es la primera vez que me van a fusilar”.

Y un hecho grande y penoso, un caso formidable y vergonzante, fue el suceso horroroso de Berruecos.

En Berruecos asesinaron al Gran Mariscal de Ayacucho, a Antonio José de Sucre. Al mencionar este nombre, hay que recordar que cierta vez Simón Bolívar manifestó: “Santander es el hombre de las leyes, Sucre es el hombre de las armas y yo soy el hombre de las dificultades”.

Simón Bolívar “el hombre que no nació hijo de patria ninguna, sino que muchas patrias nacieron hijas de él”.

 

 

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