Fin de un fracaso prolongado

Fin de un fracaso  prolongado

Estados Unidos y Cuba han decidido cerrar el capítulo de enemistad que inscribió en sus relaciones la caduca guerra fría, para abrir una cláusula de armonía que parece influida, de alguna manera, por la nueva guerra fría que libran Estados Unidos, Rusia, la Unión Europea y, por supuesto, China, el gigante asiático. Pero aún tratándose de una jugada en el ajedrez geopolítico, el hecho cierto es que se está dando un paso acertado al ponerle fin al bloqueo contra Cuba, uno de los fracasos más estrepitosos de la política exterior estadounidense.

Es previsible que bajo estas nuevas relaciones estaría más al alcance para Estados Unidos influir para mayores cambios favorables y un amplio respeto a los derechos humanos partiendo de una realidad que se ha pretendido desconocer en tantas décadas de hostilidad: Los logros alcanzados por Cuba en educación, investigación científica, desarrollo deportivo y otros campos en que se ha colocado en primeros lugares, demuestran la inutilidad del prolongado bloqueo.

Se abre, pues, un nuevo capítulo en la geopolítica continental, en el que deberán ganar peldaños las libertades públicas, la inversión y el más amplio intercambio posible entre dos naciones que tienen mucho que aprender y enseñar. Un capítulo que, por cierto, obligará a revisar y reajustar estrategias de desarrollo en países como el nuestro.

UN SIGNO DE FALLA EN POLÍTICA SOCIAL

El delito sexual, como conjunto de conductas incivilizadas, sigue desnudando las graves debilidades estructurales que tiene el país en materia de políticas sociales. Las acciones de este tipo registradas por la Procuraduría General de la República no dejan lugar a dudas En 11 meses de este año se registraron 60,557 delitos de violencia de género e intrafamiliar y 7,826 delitos sexuales en sus diversas modalidades. Y la realidad es más grave aún, si se toma en cuenta que muchas familias encubren casos de incesto, violaciones y violencia, lo que supone un subregistro de la realidad.

El país necesita diagnosticar sus debilidades y rediseñar las políticas sociales que permiten prevenir este tipo de comportamiento y condicionar la mente humana a una relación más respetuosa de la pareja y la familia. Necesitamos frenar tanta involución.

 

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