Fin del bullicio de la campaña

Fin del bullicio de la campaña

Ha llegado a su fin la campaña correspondiente a las elecciones de mañana. Ha sido ruidosa y desigual. Deja la impresión de que un gigante, con la ventaja de aspirar al poder desde el poder, se apoderó de los espacios en todos los medios para avasallar a un enano que blandía como recurso único una dispersión de propuestas emergentes sin la consistencia de indicar cómo sería posible realizar tanto en un país sumido en deudas. En la campaña, el fuerte de la oposición ha sido lograr imponer su demanda del conteo manual de los votos.
Todo este tiempo de perifoneo, transfuguismo e imposiciones de cúpulas partidarias en la selección de candidaturas congresuales y municipales, demuestra que a la democracia dominicana le falta mucho todavía para cumplir a cabalidad sus fines. Tal vez el vacío ideológico heredado como consecuencia del final de la guerra fría alimenta la vaguedad conceptual que hace que estas campañas solo aporten ruido.
El día de hoy es propicio para que cada individuo medite hacia dónde dirigir el voto. En el plano social, colectivo, nuestra meditación debe ser más profunda, exigente y crítica. No podemos pasar por alto el hecho de que durante todo el tiempo de campaña no hayamos recibido propuestas viables a tomar en cuenta para direccionar el voto. No podemos quedar conformes con esta forma de hacer campaña.

La mano derecha en la salud

A pesar de que desempeñan una función determinante en la calidad de los servicios de salud, las enfermeras dominicanas son víctimas del peor trato laboral. Si nos acogemos a los protocolos de organismos importantes, resultan numéricamente insuficientes en función de la densidad poblacional. Ese factor y el bajo salario que se les paga en clínicas y hospitales determinan la necesidad de que cada enfermera deba tener más de un trabajo para poder cubrir las necesidades familiares.
Las autoridades sanitarias deben revisar las condiciones laborales de las enfermeras, partiendo de su papel estelar como auxiliares del médico y como ser que por su permanente contacto con los pacientes, puede contribuir de manera decisiva al éxito de los servicios de salud. Es de justicia social dignificar las condiciones de estas servidoras.

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