Finalidad de la política monetaria

Finalidad de la política monetaria

Quien quisiera realizar un análisis económico acerca del papel que le toca desempeñar a la política monetaria, normalmente se enfrentaría a una diversidad de criterios relativos a la forma en que se deberían priorizar los objetivos de sus políticas y la disponibilidad de sus instrumentos. En particular, los criterios pudieran estar dirigidos al impacto que provocarían las tasas de interés, las políticas de crédito, el manejo de la tasa de cambio y de las reservas internacionales y la correlación que pudiera existir entre los efectos de la política fiscal sobre la actividad económica.

Veamos qué pasa en el mundo.  En los Estados Unidos, los movimientos en la tasa de interés que de cuando en cuando practica la Reserva Federal (FED), enfrentan voces de oposición de algunos que se preocupan con el efecto de estas acciones sobre el crecimiento económico. También en varios países de América Latina, la actividad de los bancos centrales para alcanzar o mantener la estabilidad monetaria ha conducido algunas veces a altos costos del crédito, que muchas veces son criticados por los agentes económicos. Argumentos económicos similares ocurren con el manejo de la tasa de cambio. Pero lo que sí es un hecho es que la finalidad principal de la política monetaria no es reactivar la actividad económica en el corto plazo, sino alcanzar y mantener la estabilidad de precios, como ingrediente esencial para alcanzar un crecimiento económico sostenido.

Desde ésta óptica, el manejo de las tasas de interés y de la tasa de cambio tiene que ser consistente con el objetivo de estabilidad de precios, al tiempo que la dinámica de este manejo pudiera contener la amplitud de las fluctuaciones reales de la actividad económica.

 El objetivo.  Está más que comprobado que una economía que vaya perdiendo la confianza en su moneda está cerca de perder la confianza en sí misma. Es por ello que la estabilidad de precios se asegura cuando la unidad monetaria (el dólar, o cualquier otra moneda nacional) mantiene su valor en términos de poder adquisitivo, esto es, en lo que se puede comprar dentro del abanico de bienes y servicios de una nación. Y más que eso, se espera que siga manteniendo su valor. No todos los precios tienen que permanecer inalterados; algunos pueden subir y otros bajar. Pero cuando mejor funcionan las fuerzas del mercado es cuando el nivel general de precios se mantiene estable.

Se puede comprobar que los indicadores de estabilidad económica entre los Estados Unidos y la República Dominicana, reflejados a través de la relación entre el crecimiento agregado real y la tasa de inflación, mantienen un comportamiento muy estrecho, al igual que sucede con otros países de América Latina. Esta situación denota la importancia de velar por el comportamiento exógeno de los principales socios comerciales y prevenir así los movimientos cíclicos de algunos indicadores adelantados a la actividad económica. Por ello, para mantener un buen control de los agregados monetarios en situaciones complicadas, se hace imprescindible alinear los indicadores objetivos considerados al necesario comportamiento de las variables económicas agregadas.

A los bancos centrales, por sus propias características, se les pide con frecuencia que regulen la tasa de interés y la tasa de cambio, y que estimulen la demanda agregada para fomentar la producción. La capacidad de un banco central para comprar o vender divisas, realizar grandes operaciones en los mercados de títulos y extender crédito a las entidades financieras, son instrumentos poderosos que, al tiempo que afectan la demanda agregada, modifican también los principales precios macroeconómicos, o sea, la tasa de interés y la tasa de cambio.

Al contar con estos instrumentos, los bancos centrales son objeto de fuertes presiones para subir o bajar estos precios y para ofrecer crédito destinado a los más diversos objetivos. Como sus operaciones afectan la cantidad de dinero en circulación, estas actividades inciden en el nivel de precios y en el ritmo de inflación, con supuestos efectos sobre la actividad económica. Los bancos centrales se ven  pues obligados muchas veces a sopesar diversos objetivos que no pueden cumplir en forma simultánea. Por ejemplo, los intentos de elevar el precio del dólar para fomentar la producción de bienes transables frecuentemente conducen a mayores tasas de inflación y/o mayores tasas de interés.

Elección de criterios.  Según Miller y Pulsinelli (2003), en general existen tres criterios para una buena variable objetivo: a) posibilidad de medición; b) de logro y c) la magnitud de su relación con los objetivos de más alto nivel. La reactivación económica ha sido la motivación principal de equilibrar las cuentas monetarias y, debido a ello, mucha de la literatura reciente se ha dedicado a intentar explicar por qué los países escogen políticas inflacionarias. No se ha ocupado solamente de documentar la hoy ampliamente reconocida relación estadística entre dinero y precios, sino de ir más allá y analizar por qué los países escogen diferentes tasas de inflación o por qué las varían en el tiempo.

Diversos países no han tenido mucho éxito en construir modelos rigurosos que expliquen los cambios en la política monetaria en tiempos difíciles. Si bien el fomento de la producción ha jugado un papel en las ideas que impulsaron las políticas monetarias expansivas, éste no ha sido el único y, probablemente, no el principal.

Así, las ideas sobre el papel de la política monetaria en fomentar la actividad económica se han modificado sustancialmente en los últimos años, luego del relativo desprestigio de la célebre “Curva de Phillips” (entre inflación y desempleo), sustentada por economistas de la talla de Samuelson y Solow, y con base en la cual se pensó poder “comprar” mayor actividad económica con mayor inflación. La curva de Phillips ha sido superada con el desarrollo y la verificación empírica de los modelos de expectativas racionales, al menos como disyuntiva de largo plazo. De hecho, el punto de vista prevaleciente es el contrario: el crecimiento sostenido se logra con más éxito dentro de un régimen de estabilidad de precios.

 Es más práctico y aconsejable fijar objetivos para los agregados monetarios, dejando las tasas de interés como un objetivo intermedio. Esto es, realizar  movimientos importantes en los saldos de dinero hasta lograr las tasas de interés deseadas, debido a que, en un año de expansión, las posibles fuentes de inestabilidad podrían provenir de las variaciones en el gasto público o privado, y no de la demanda u oferta de dinero.

Si bien es cierto que la evidencia sobre la capacidad de un banco central para reactivar la economía en el corto plazo es débil y confusa, los modelos económicos que resultan en algún tipo de disyuntiva entre inflación y actividad económica, se basan en rigideces de precios o salarios, cuya sustentabilidad es discutible. Una forma interesante que asume esta disyuntiva es entre la variabilidad de la inflación y de la actividad económica. Es decir, la autoridad monetaria tiene la opción de aumentar la variabilidad de la inflación y disminuir la variabilidad de la actividad económica. Sin embargo, esta opción no quita méritos a la implicación básica que se desprende de la imposibilidad de “comprar” mayor actividad económica con mayor inflación en forma sostenida. Lo mejor que puede hacer un banco central para fomentar el crecimiento es perseguir con persistencia la estabilidad de precios, con la mejor técnica para calibrar los posibles efectos adversos de corto plazo sobre la actividad económica, al tiempo que evite crear distorsiones en tasas de interés o tasas de cambio en busca de otros objetivos. 

Zoom

 Impacto en tipo de cambio

La política monetaria es una variable importante para explicar los movimientos en el valor del peso con respecto al dólar. Una política monetaria expansiva que reduzca las tasas de interés y posibilite la ejecución de una política de dinero barato tendría el impacto de provocar la depreciación del peso. La depreciación de la moneda implicaría que los productos exportados por el país serán más baratos en los mercados internacionales. Por otro lado, los productos importados tenderán a aumentar de precio cuando aumenta el valor de la moneda extranjera. En cambio, una política de restricción monetaria, que incremente las tasas de interés, y posibilite la ejecución de una política de dinero escaso tendría el impacto de provocar la apreciación del peso. Así, los productos exportados serán más caros en los mercados externos.

La cifra23.53% ha sido la tasa  de crecimiento promedio de la oferta monetaria ampliada (M2) de la RD en 1989-2009. En ese lapso, las tasas de interés pasivas  promediaron 15.2%, marcando una tendencia a su reducción a partir de  2005.

Publicaciones Relacionadas