FINANCIAL TIMES

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En los pequeños pueblos de los altos Andes del Perú, todas las superficies han sido cubiertas por un cartel o un mural que proclama: “Keiko Presidente!” u “Ollanta”. La elección presidencial peruana, que verá ya sea a Keiko Fujimori u Ollanta Humala elegido el 5 de junio, será la encuesta más estrechamente vigilada en Latinoamérica este año.

 Esta se ha vuelto una prueba de que el espectacular avance económico del continente y su progreso político son irreversibles; o que los infernales viejos días de autoritarismo, populismo y caos económico, podrían todavía volver nuevamente a atormentar a Latinoamérica.

En 1980, hubo tres democracias en toda Latinoamérica; ahora son las autocracias que pueden ser contadas con los dedos de una mano. Un continente que una vez fue sinónimo de las palabras “crisis económica” se ha vuelto el festejo de los inversionistas del mercado emergente. Los países que vivían con el temor de la fuga de capital ahora se quejan de que hay demasiado dinero caliente fluyendo desde el extranjero.

El surgimiento de Brasil como un poder global ha eclipsado gran parte del resto del continente. Pero la transformación de Perú, el vecino más pequeño de Brasil, es en cierta forma aún más notable. Una vez famoso por una viciosa insurgencia maoísta, el país creció por casi un 9% el año pasado, y tiene compromisos por más de US$40 millardos de nueva inversión extranjera solamente en el sector minero. (Perú también tiene el único estatus de ser el mayor exportador del mundo, tanto de cocaína como de espárragos.

Las cifras muestran que la pobreza está cayendo rápido en Perú, pero los elegantes restaurantes y relucientes oficinas del centro de Lima están todavía rodeados por barrios de incidencia delictiva, donde a un 20% de la población le falta acceso al agua corriente. Es un patrón de prosperidad rodeado por la carencia que es replicada en otras megaciudades a lo largo de Latinoamérica, desde Sao Paulo hasta Ciudad México.

La desigualdad ahora amenaza la estabilidad de Perú. Para el horror de muchas de las clases media-altas, los centristas de Perú fueron todos eliminados en la primera ronda de la elección presidencial el mes pasado. La competencia ha llegado a ser un concurso entre dos populistas con tendencias autoritarias, Fujimori y Humala.

Fujimori, de 35 años de edad, es la hija de un ex presidente preso, Alberto Fujimori. (Él es de origen japonés, aunque es conocido con encantadora vaguedad como “El Chino”). Como presidente, Fujimori sentó las bases para el éxito de Perú suprimiendo el movimiento maoísta Sendero Luminoso, cuya guerra ha reclamado miles de vidas. Abimael Guzmán, el renegado profesor de filosofía que lideró el Sendero Luminoso, está ahora en prisión. Pero Fujimori, el presidente que supervisó su captura, está también en la cárcel, pagando una condena de 25 años por corrupción y vínculos con escuadrones de la muerte.

Los tecnócratas de Perú temen que con la presidencia de la Fujimori se repetirían los pecados del padre, socavando las instituciones demócratas del país y fomentando la corrupción rampante.

La mayor parte de la clase media peruana, no obstante, parece temer aún más al oponente de Keiko. Humala es un ex oficial del ejército que  saltó a la fama cuando guió un golpe de Estado en el año 2000. Él fue una vez cercano a Hugo Chávez, un furioso populista, cuyo socialismo del siglo XXI ha socavado la democracia de Venezuela y debilitó gravemente su economía. En estos días, Humala, quien está adelante en las encuestas, resta importancia a sus vínculos con Chávez, pero muchos peruanos todavía están desconfiados.

Si Perú, que se ha convertido en un emblema para el éxito de las reformas liberales tanto económicas como políticas, ahora se desliza hacia atrás, este enviaría un mensaje de preocupación sobre la fragilidad de la reforma a través de Latinoamérica, donde la persistente desigualdad y débiles instituciones son problemas comunes.

Es ciertamente posible que la presidencia de Humala o la de Fujimori empujen a Perú por el camino del autoritarismo populista. Sin embargo, las cosas no necesitan ser tan sombrías. Un aspecto alentador de la elección peruana es la forma en que ambos candidatos han hablado de Brasil, antes que de Venezuela, como un modelo.

Luiz Inácio Lula da Silva, ex presidente de Brasil, ha logrado un estatus semejante a un culto debido a que  mostró que era posible combinar cosas que muy a menudo eran mutuamente exclusivas en Latinoamérica: el liderazgo carismático y el respeto por la democracia, una creciente economía de mercado y reformas sociales que benefician al pobre.

Brasil puede pronto ser la quinta mayor economía del mundo. En una visita reciente allí, el presidente Barack Obama dijo que E.U. estaba animando su ascenso. Verdaderamente, para los ojos americanos, Brasil es el adorable poder naciente, menos espinoso que la India y menos amenazante que China. Es un tributo a la capacidad con la que Brasil está manejando su ascenso, que incluso un vecino más pequeño como Perú (con una población de solamente 30 millones de personas en comparación con Brasil de 190 millones), se refiere al país como un modelo antes que como una amenaza.

Salamon Lerner, director de campaña de Humala, dice que es de Brasil y no Venezuela que su jefe desea aprender. Un exitoso empresario con un helicóptero ejecutivo, Lerner me dijo en Lima la semana pasada que si se mira a Brasil y a Venezuela, es claro que Brasil es mucho más exitoso. No queremos ahuyentar la inversión extranjera. No estamos locos”.

El modelo de Lula

1. Los asesores de Keiko Fujimori también citan como modelo las reformas sociales del brasileño Lula da Silva.

2. Hay una gran cantidad de buenas razones para tratar con extrema cautela a ambos candidatos electorales de Perú.

3. Pero si Brasil realmente ha provisto un modelo para el progreso democrático, social y compatible con el mercado, entonces Perú, y el resto de Latinoamérica, pueden finalmente haber descubierto un genuino “Sendero Luminoso”.

Bajistas  mercado emergente avivan recuperación de acciones

Alexandra Stevenson

Mientras los alcistas del mercado emergente continúan avivando el tren de la recuperación de las acciones EM, la semana pasada paleando US$265 millones en fondos de acciones EM, un creciente número de bajistas se están agrupando y han hecho surgir la pregunta: ¿Se ha quedado sin fuerza la recuperación?

El último bajista en salir fue Kenneth Fisher, quien dice que el sentimiento en el mercado se ha vuelto “demasiado entusiasta y optimista”.

El inversionista millonario y jefe ejecutivo de Fisher Investments ya ha puesto su dinero donde está su boca: su fondo, el cual maneja US$44 millardos, vendió más de un millardo de dólares de sus acciones del fondo de mercado emergente comerciado internacionalmente en el último trimestre.

“Las cosas que llevan un mercado alcista a alcanzar un plazo en cierto punto, el cual pensamos es casi ahora donde ellos comienzan a quedarse sin fuerza”, dijo Fisher.

Fisher Investments vendió 20.6 millones de acciones en el fondo del índice iShares MSCI EM y 2 millones de sus acciones en el Vanguard MSCI EM ETF, los dos mayores fondos del mercado emergente en E.U., con un sostenimiento combinado de US$86 millardos, de acuerdo con la data de Bloomberg.

El índice MSCI Emerging Markets bajó un 2.6% hasta 1,133.39 desde inicios del año. El mismo se recuperó en abril y llegó a un pico de 1,206.49 el 2 de mayo,  una disminución de sólo un 6% desde entonces.

Europa emergente ha sido el único punto positivo, con el índice MSCI EM Europe habiendo superado otros índices EM, ganando un 3.4% en este año.

Las acciones asiáticas y latinoamericanas sufrieron pérdidas; el índice MSCI Emerging Asia está por debajo de un 0.6% y el MSCI Latin American un 7.6% desde principios de año.

La opinión de Fisher permanece siendo contraria, los mercados en desarrollo todavía son de los favoritos entre la mayoría de los directores de fondos globales. Pero las preocupaciones sobre el crecimiento económico global están comenzando a frenar el apetito de riesgo.

La data de la semana pasada de EPFR Global, que sigue de cerca los flujos de los fondos sobre bases semanales, mostró que los fondos de acciones certificaron una séptima semana de entradas consecutivas. Pero, la ganancia neta de US$265 millones fue significativamente más pequeña que los US$1.2 millardos de la semana anterior, y los US$11.1 millardos de abril.

La depresión se atribuyó a la volatilidad en los precios de las materias primas y a la decepcionante data macroeconómica de E.U. A medida que las preocupaciones se incrementan en relación al crecimiento global, se espera que más bajistas de EM salgan de los bosques.

VERSIÓN AL ESPAÑOL DE ROSANNA CAPELLA

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