FINANCIAL TIMES
Aumenta la presión en Buenos Aires

FINANCIAL TIMES <BR>Aumenta la presión en Buenos Aires

ADAM THOMSON
Durante años, los inversionistas poseedores de bonos soberanos argentinos no pagados se han quejado de la reestructuración de deuda del país -primero, porque el gobierno estaba demorándose intencionalmente; después, porque su oferta resulto inaceptablemente mezquina.

A partir de hoy, muchos de ellos es probable que empiecen a quejarse por razones diferentes: quieren negociar sus bonos en el canje, pero le dirán que no lo pueden hacer.

La oferta de Argentina de reestructurar una moratoria récord de US$100 millardos, cierra a las 4 p.m. , hora estándar del este, del viernes. Pero cuando aumentan las preocupaciones de que un tumulto de inversionistas a última pudieran asfixiar las operaciones burocráticas -la reestructuración de Argentina es con mucho la mayor y más complicada que se haya manejado jamás-, los bancos de Europa ya empezaron a rechazar clientes.

Hoy, Dresdner Bank, Commerzbank y Deutsche Bank en Alemania dejaron de aceptar solicitudes de los inversionistas que tratan de negociar sus bonos. En el resto de Europa, donde miles de inversionistas minoristas retienen títulos no pagados se está produciendo una situación similar.

El efecto de este tropiezo técnico pudiera equivaler a algo más que una curiosa ironía. De acuerdo con algunos estimados, los inversionistas  con un estimado de US$4 millardos en deuda incumplida en su poder -un 5% del total- pudieran verse excluidos de una oferta que preferirían no aceptar.

En circunstancias normales nada de esto importaría, necesariamente. El país soberano pudiera sencillamente reabrir la oferta, dando una segunda oportunidad a todos aquellos que quisieron negociar sus bonos la primera vez, pero no llegaron a tiempo.

Pero este mes, la administración de Néstor Kirchner, el presidente de Argentina, aprobó una ley que evita que se reabra la oferta, o que se haga una nueva sin la aprobación del Congreso.

Para los que llegaron tarde, la oportunidad que les queda -vender los títulos incumplidos en el mercado secundario- no parece ser particularmente atractiva.

Muchos de los grandes títulos tienen la intención de dejar de negociar los títulos no pagados después de la hora límite de las 4 p.m. del viernes. Esto, casi seguro conducirá a una caída significativa en liquidez y precio.

Además, el gobierno argentino ha prometido ignorar cualquier deuda no pagada que no haya sido renegociada en el canje. También está tratando de sacar de los registros los títulos de las bolsas de valores, en un esfuerzo por hacerlos todavía menos líquidos e indeseables.

Roberto Lavagna, el ministro de Economía de Argentina, advirtió recientemente que los acreedores que rechazaran la oferta pudieran quedarse con bonos “en estado de cesación de pagos permanente”.

Sin embargo, el gobierno también pudiera sufrir con este tropiezo, al perder inversionistas dispuestos. El señor Kirchner está desesperado por lograr que la mayor cantidad de tenedores de bonos acepten la oferta como posible, y la mayoría de los expertos ven un 70% como el mínimo que le permitiría a Argentina dejar atrás, de manera convincente, el “default”.

En el corto plazo, es imperativo un alto nivel de participación para reinicar las conversaciones con el Fondo Monetario Internacional sobre un programa que el gobierno considera vital para cumplir con sus necesidades financieras para este año.

Una forma obvia para darle la vuelta al problema sería extender la oferta actual, digamos, otras dos semanas. Dicen los expertos que esto no solo esquivaría la ley que prohíbe hacer una segunda oferta, sino que le arrojaría un cabo a los inversionistas que trataron y no lograron participar. También pudiera persuadir a algunos acreedores que inicialmente planearon quedarse fuera a unirse al número creciente de inversionistas que aceptaron la oferta.

Como expresara un dueño de bonos, “Si se pudiera preguntar cuánto estaría dispuesta Argentina a pagar por incorporar otro 4% de tenedores de bonos, la respuesta sería cientos de millones de dólares.

“Esta es una forma técnica de lograrlo, sin costo financiero”.

Sin embargo, el problema del gobierno es que casi seguramente habría algún costo político. Por ejemplo, los grupos de tenedores de bonos más agresivos, como el comité Global de Tenedores de Bonos Argentinos, que dice representar inversionistas que tienen unos US$40 millardos de deuda no pagada, sin duda aprovecharía ese anuncio como una señal de debilidad.

Quizás sea esa la razón por la cual el señor Lavagna reiteró esta semana que la fecha tope de la oferta es el viernes, y que no se va a cambiar. El peligro está en que si cumple su palabra, los expertos creen que todo el mundo terminaría perdiendo.

VERSION AL ESPAÑOL DE IVAN PEREZ CARRION

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