FINANCIAL TIMES
BUSH pagaría precio alto por el CAFTA-DR

FINANCIAL TIMES <BR>BUSH pagaría precio alto por el CAFTA-DR

POR EDWARD ALDEN
En 2001, cuando la administración Bush trataba de obtener la autoridad del Congreso para negociar acuerdos de libre comercio, dos de las principales figuras en el debate tuvieron un breve encuentro que pudiera volver a rondar la Casa Blanca.

A Bill Thomas, el poderoso republicano jefe del comité de vías y medios de la Cámara, se le acercó Sander Levin, entonces demócrata principal en el comité de asuntos de comercio y un partidario de la mayoría de las grandes iniciativas de libre comercio de la década pasada. Cuando el señor Levin sugirió una negociación sustancial del proyecto de ley, particularmente sobre el tema de cómo las normas de trabajo deberían ser incorporadas a los nuevos acuerdos comerciales, el señor Thomas devolvió el fuego: «Lo considero a usted parte del enemigo en este asunto».

El incidente, recogido en la nueva edición de American Trade Politics, de I.M.Destler, publicado a comienzos de este mes, destaca por qué la administración está teniendo tantas dificultades para persuadir al Congreso de que respalde un acuerdo de comercio bilateral con América Central.

El proyecto de ley que le da a la Casa Blanca «autoridad para promover el comercio» (APPC), fue aprobada por la Cámara en diciembre de 2001 por un único voto, solo después que los republicanos dejaran la votación abierta 20 minutos para persuadir a suficientes de sus colegas a que cambiaran de bando. El señor Destler la llama «el voto congresual más partidario sobre un proyecto de ley desde los años de 1930». Al final, solo 21 de los 210 demócratas de la Cámara votaron a favor de la ley.

Después de la aprobación de acuerdos relativamente nada controvertidos con Chile, Singapur, Marruecos y Australia, ahora George W. Bush está enfrentando su primera prueba difícil bajo el TPA con el Acuerdo de Libre Comercio con América Central –República Dominicana (CAFTA-DR, por sus siglas en inglés). El presidente alertó la semana pasada que la acogida por América Central del libre comercio y gobiernos democráticos pudiera ponerse en peligro si el Congreso rechaza el pacto.

«Estos países pequeños están haciendo compromisos grandes y valientes, y EEUU tiene que continuar apoyándolos», dijo.

A diferencia de acuerdos de comercio anteriores, si el CAFTA-DR resulta aprobado, se debería totalmente al apoyo republicano. El pasado fin de semana solo cinco demócratas de 206 en la Cámara de Representantes, habían dicho que respaldarían el acuerdo.

Todavía la Casa Blanca pudiera alcanzar los votos, pero es probable que tenga que pagar un precio elevado. Con la mayoría republicana de 30 asientos, la administración está empleando todas las tácticas disponibles para persuadir a los miembros recalcitrantes del Congreso para que apoyen el acuerdo.

Ha tratado de aplacar a los republicanos de los estados textiles con la imposición de nuevas cuotas a las importaciones de textiles chinos, y de apaciguar a los de estados productores de azúcar con la promesa de pagarle a los productores de azúcar de América Central que no vendan su producción en EEUU.

La estrategia es ganar primero el voto en el Senado, donde la aprobación sería más fácil, y aprovechar el impulso para tratar de persuadir a los miembros indecisos de la Cámara. La administración cree que todavía podría ganar el voto de 15 o 20 demócratas, que probablemente serían suficientes para asegurar el apoyo de la Cámara.

Sin embargo, un funcionario del comercio de EEUU reconoció que la falta de apoyo demócrata «significa que vamos a tener que hacer algunas negociaciones con elementos del Partido Republicano que normalmente no respaldan los acuerdos de comercio. Esto probablemente implique hacer algunos acuerdos incómodos».

Los demócratas y republicanos están en desacuerdo sobre quién tiene la culpa del partidismo en el comercio. Funcionarios de la administración sostienen que el señor Levin y otros demócratas con fuertes vínculos con el trabajo organizado, hace tiempo están decididos a abochornar al Presidente, y que jamás han respaldado un compromiso sobre el proyecto de ley TPA original, ni con el CAFTA-DR.

En verdad, Nancy Pelosi, líder demócrata de la Cámara, instó a sus colegas a principios de mes a que no votaran a favor del CAFTA, según un ayudante, con el criterio de que los republicanos deberían verse obligados a apoyar el acuerdo comercial políticamente impopular.

«No resulta fácil cuando los sindicatos sacan 180 demócratas de la mesa», dijo un funcionario de la administración.

Pero Ben Cardin, el demócrata principal para el comercio en la Cámara, dijo el viernes que él pondría el primer voto de su vida contra un acuerdo de libre comercio, y que la política no tiene nada que ver con eso. Dijo que muchos otros demócratas partidarios del comercio sencillamente no apoyarán un proyecto de ley que, según él, no hace nada por fortalecer los derechos de los trabajadores de América Central y que expandiría la reserva de trabajo barato, debilitando así a los trabajadores norteamericanos.

Los opositores del CAFTA-DR están instando a los miembros republicanos del Congreso a que resistan las acometidas de la Casa Blanca y se mantengan firmes contra el acuerdo. Public Citizen, un grupo de consumidores opuesto al acuerdo, estudió recientemente todas las promesas y acuerdos colaterales empleados para ganar votos para los acuerdos comerciales anteriores y llegó a la conclusión de que casi el 90% de estos han sido violados.

Sin embargo, hasta los demócratas admiten que los republicanos no han pagado el costo político de votaciones sobre comercio controvertidas. Jim DeMint, el legislador de Carolina del Sur, dio el voto final para el TPA en 2001, y fue criticado por muchos de la industria textil, que es una de las grandes fuentes de empleo en el estado.

El año pasado, los electores del estado lo recompensaron enviándolo al Senado. (Trad. IPC)

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