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China es mucho más que solo otra “Asia inc.”

FINANCIAL TIMES <BR>China es mucho más que solo otra “Asia inc.”

POR JOHN RIDDING*
Se ha convertido en un ritual de aprobación -y por lo general, una maldición- para las dinámicas economías asiáticas atraer al sello “Inc.” en los libros que pronostican cómo van a transformar el orden mundial.

Después de Japón Inc., en los años 80 del siglo XX, seguido poco después por Corea del Sur y otros tigres regionales, los sabios de la Economía están asustados ahora con el alza de China, y una serie de nuevos libros están analizando el impacto de “la nueva superpotencia”.

Dos de estas obras retratan correctamente el ascenso económico de China como algo muy diferente de otros “Asia Incs” anteriores. Rechazando los cansados conceptos de fórmulas uniformes o de “valores asiáticos”, reconocen las complejidades así como la escala indudable de los cambios que está ocasionando.

Ambos libros tiene momentos que de asfixia. Pero algunos de sus argumentos son asombrosos. De acuerdo con Ted Fisherman, los chinos que estudian inglés como segunda lengua equivalen en número a los anglófonos de Canadá, Estados Unidos y el Reino Unido en conjunto. Oded Shenkar añade que Wal Mart importa más productos de China que Gran Bretaña o Francia.

Más allá de estas cifras, y de mayor importancia, es la forma en que estos libros valoran la naturaleza del resurgimiento de China y por qué, para citar a Shenkar, “tiene más en común con el ascenso de EEUU un siglo atrás que con el avance de sus predecesores de estos tiempos”.

El mercado relativamente abierto de China constituye una observación decisiva. Mientras que Corea del Sur y Japón se convirtieron en sinónimos con el proteccionismo, las multinacionales se han agolpado a través de las más abiertas puertas chinas.

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Para ambos autores, las implicaciones son sustanciales: “China es el único país del mundo en el que los fabricantes locales de automóviles mantienen riesgo compartido con sus socios extranjeros de la competencia, que les hacen posible aprender las mejores prácticas de ambos y terminar con un conocimiento potencialmente superior”, escribe Shenkar.

El atractivo del mercado continental también ayuda a explicar la contradicción aparente entre un contexto de negocios con piratería abundante y una inversión extranjera anual de más de US$50 millardos.

Shenkar traza un derrotero obligatorio a través del impacto de la abrumadora base productiva de China – a través de los mercados minoristas internacionales, precios, consumidores, y finalmente en las divisiones sociales en Occidente. La coincidencia de producción en una escala enorme, a bajo costo, y la consolidación de detallistas globales, dice, ha acelerado y amplificado el impacto de China. “Ellos [los detallistas] tiene la presencia en el mercado para vender una marca no probada”. 

El torrente de productos de consumo en los mercados globales y el flujo opuesto de capital hacia China crea divisiones y tensiones al nivel social y político. Los vehículos Toyota  solían hacerse pedazos en Detroit como para de la campaña “compre productos norteamericanos”. Sin embargo, como alega Shanker, la escala de inversiones de las multinacionales en China, la importancia de la subcontratación (outsourcing) a favor de la competitividad en los costos y los beneficios en los precios para los consumidores indican que cualquier coalición significativa “anti China” ahora es improbable.

Ambos libros demuestran cómo el alcance y la profundidad de las interacciones entre las economías de EEUU y China reducen las limitaciones al ascenso de China. pero si las tesis son similares, los estilos son un tanto diferentes. Mientras que Shenkar, un académico, elabora más una defensa teórica, Fishman, un periodista, tiene el ojo de una urraca que detecta el hecho interesante y unas cuantas ideas importantes. Así, sugiere que EEUU estará en desventaja por su falta de hablantes del mandarín, y menciona una cuenta reciente de solo 50,000 estudiantes de la lengua china en los colegios estadounidenses. “Uno tiene que preguntarse quiénes serán los mejores gerentes globales: si los anglófonos auténticos que trabajan en China, que dependen de sus gerentes locales bilingües, o los gerentes chinos que pueden tratar directamente con sus trabajadores”. .

Donde ambos libros se quedan cortos es en la valoración de las fallas en el sistema chino. El ascenso de China pudiera muy bien ser diferente al de Japón y Corea. Pero vale la pena recordar que sus marchas “indetenibles” se detuvieron abruptamente en medio de excesiva abundancia. En Cores del Sur, la crisis financiera de Asia reveló la asignación corrupta del crédito. Japón resultó estar esclerótico.

Muchas de las fallas de China son sorprendentemente similares a los que sacaron de los rieles a sus predecesores. Sus bancos están atiborrados de préstamos impagables. Y, al igual que el caso de la tumultuosa transición de Corea del Sur hacia la democracia, el ascenso económico de China pudiera portar las semillas de su8s propia destrucción, con las divisiones sociales y las expectativas que genera.

Estas son omisiones importantes, aún dentro de los mismos términos de referencia de los libros. Sin embargo, una caída de China podría constituir un desafío global tan grande como el ascenso continuo que ellos pronostican.

*El autor es editor de FT para Asia

VERSION AL ESPAÑOL DE IVAN PEREZ CARRION

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