FINANCIAL TIMES
El arte de negarse con cortesía

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Cuando Alan Greenspan fue abordado por importantes republicanos sobre si consideraría sustituir a John Snow como secretario del Tesoro, sabiamente declinó la idea. Esto es lo que el septuagenario Greenspan pudo haberle dicho al presidente:

 “Querido señor presidente: La sugerencia de que yo pudiera incorporarme a su administración como secretario del Tesoro, es un gran honor. Los límites al periodo en breve me obligarán a dejar el cargo como presidente de la Reserva Federal, y como usted sabe, estoy buscando un nuevo reto. Incluso estoy persuadido de que aquellas personas que se me acercaron lo hicieron con la esperanza de que yo resultara el defensor indicado de su programa económico, más que una influencia sensata en la exuberancia irracional de un segundo mandato. Sin embargo, con gran pesar, debo declinar.

Algunos interpretarán esta decisión como una señal de falta de confianza en la política fiscal de la administración y un deseo de proteger mi reputación de las consecuencias probables. Le aseguro que este no es el caso. Usted recordará que expresé mi respaldo a los recortes fiscales en 2001, aún cuando yo estimé que los excedentes estaban desapareciendo. Y con frecuencia hablé de la necesidad de reducir las promesas irreales de la Seguridad Social.

Sin embargo, sí me preocupa que mi incorporación a la administración pudiera llevar a observadores externos restrospectivamente a reevaluar estas posiciones como medidas partidarias. Esa percepción, si bien inexacta, debilitaría la autoridad de la FED, que descansa, en no poca medida, en la confianza pública de su carácter apolítico.

Hay muchas cosas que me hubiera gustado hacer en el Tesoro. Como usted conoce, estoy a favor de reglas fiscales que requieren que todos los recortes de impuestos e incrementos en el gasto sean neutrales con los ingresos, y de reducir los recortes fiscales cuando los déficits suban. Sin embargo, no estoy al tanto de que estas políticas sean respaldadas por la administración.

También me hubiera gustado disfrutar la oportunidad de regresar a la Seguridad Social. Después de todo, fue hace dos décadas cuando miré por última vez como corresponde ese programa. Mi sensibilidad ante el sentir del mercado de bonos podría, sin embargo, haberme dificultado defender la adición de US$6,000 millardos de deuda de transición.

En realidad, existe la necesidad de que haya más economistas de primera clase en la administración. Cuando Greg Mankiw regrese a Harvard, el único economista de calidad que quedará será John Taylor. Si la reticencia de otros a incorporarse indica una revelación de la preferencia por políticas alternativas, la aversión a  arriesgar la reputación o alguna otra causa, no resulta obvio.

Sin embargo, la FED tiene un excedente de talento económico, dado nuestro proceso de toma de decisiones centralizado. Por tanto, le paso la idea de considerar a Ben Bernanke para el Consejo de Asesores Económicos; también pudiera acercarse a otros.

Finalmente, deseo disipar el rumor de que no aceptaría el cargo porque ya soy el hombre más poderoso en el mundo y no tengo intención de trabajar para el hombre que cree que lo es. No. La verdad es que estoy listo para un cambio adecuado de carrera: algo en el sector privado. Probablemente me quede solo una década, o dos, de trabajo, por lo tanto debo empezar de inmediato.

Sinceramente suyo,

Alan.”

TRADUCCION: IVAN PEREZ CARRION

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