FINANCIAL TIMES
El mundo debería prepararse para la expansiÓn china

FINANCIAL TIMES <BR>El mundo debería prepararse para la expansiÓn china

POR RICHARD MCGREGOR
SHANGHAI.-
La compra por una compañía china del negocio de computadoras personales de International Business Machine este mes se anunció como un símbolo de una nueva era económica, de cómo una China en rápido crecimiento se había vuelto de repente suficientemente poderosa para absorber una marca que constituye un ícono en Estados Unidos.

No siempre resulta tan fácil, por supuesto. La comparación más tentadora -una que Lenovo, la principal compañía de computadoras de China, cree sin duda que esté lejos del blanco- es con la compra por Mitsubishi Corporation del Centro Rockefeller, en Nueva York, en 1989, otra transacción mediante la cual una potencia asiática en ascenso se hizo con un ícono visible de EEUU.

El negocio de Mitsubishi ayudó a generar una oleada de pronósticos de fin de siglo, sobre la decadencia de EEUU, pero a la larga resultó desastroso para la compañía japonesa, financiera y políticamente. La adquisición provocó una reacción xenofóbica negativa contra las inversiones japonesas y la pérdida de un montón de dinero para Mitsubishi, cuando descargó el edificio en 1995.

El negocio de Lenovo, hasta ahora, ha procedido sin apenas un lloriqueo -por una muy buena razón: que dista mucho de ser una demostración de fuerza que Lenovo comprara IBM y trasladara sus oficinas centrales a Nueva York, no con la pretensión de devorar el mercado de EEUU, sino de empezar a defenderse en casa, donde está siendo constreñida por los gigantes globales como Dell y Hewlett-Packard.

Pero aún así, no hemos oído todavía cuál es la última de las compras chinas en el exterior, ni es probable que la reacción de Washington siempre sea silenciosa. China ya fue definida como un rival estratégico de EEUU en los comienzos de la primera administración Bush, una idea que se echó a un lado por los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001. Pekín, hábilmente, se adaptó a estos cambios geopolíticos circunstanciales, y respaldó a EEUU en la «guerra contra el terrorismo», y asumió una posición de liderazgo en las conversaciones inspiradas por EEUU sobre el programa nuclear de Corea del Norte. 

La presión de EEUU sobre Japón por sus crónicos excedentes comerciales y las barreras a las importaciones, siempre  han estado limitadas por, sin dudas subordinadas a la alianza de seguridad entre ambas naciones. Sorprendentemente, China se las ha arreglado para construir un contexto similar para el diálogo con EEUU. Aunque no es en absoluto un aliado, la significación estratégica de China ha evitado que EEUU presione con demasiada fuerza sobre los temas económicos. 

Y mientras tanto, China se ha continuado desarrollando, de manera muy natural, como un rival estratégico para EEUU, y en ningún otro campo con más intensidad que en la competencia por garantizarse recursos naturales. Una vez más, la comparación con Japón, después del negocio de Lenovo, resulta instructiva solo parcialmente. Las compañías japonesas ostentaron sus propiedades en el extranjero en la cima de un mercado que ellos mismos crearon a finales de los años 80 e inicios de los 90, y perdieron mucho en el proceso. China, de forma similar, está recorriendo el mundo para comprar recursos, como el carbón y el petróleo que tienen precios históricos, motivada en gran medida por la demanda del propio país.

China pudiera estar comprando a los precios más altos del mercado, pero hay una gran diferencia entre las compras especulativas de bienes raíces, que constituyen un trofeo, y la adquisición estratégica de materias primas. China está haciendo negocios de petróleo y gas con Irán y Sudán, dos países políticamente fuera de los límites de las compañías estadounidenses, y está en cierta rivalidad con Japón por el petróleo de Rusia. Si la economía continúa creciendo, entonces esta competencia por los recursos no hará más que incrementarse.

La gran fuerza de China de las dos últimas décadas ha sido su régimen liberal de inversión extranjera, que ha sido importante para desactivar las tensiones de comercio con EEUU. Pero a largo plazo, Pekín intenta edificar sus propias compañías globales y una tecnología de primer nivel, y va a invertir profusamente en casa y en las adquisiciones en el exterior para lograrlo. Pekín desea también tener un ejército, incluyendo una fuerza naval de aguas profundas, capaz de proyectar su poder en la región de Asia y el Pacífico. China depende en la actualidad -irónicamente- de EEUU y sus aliados para mantener estable la región y abiertas las vías para sus embarques.

La presión de China para que Europa  ponga fin al embargo de venta de armas de hace 15 años -a lo que se opone EEUU-, no es más que un paso en su plan más amplio de modernización militar.

Y mientras, los comunistas gobernantes de Pekín se burlan abiertamente de los conceptos de reformas democráticas estilo occidental y continúan reforzando sus propios criterios de que el régimen de un solo partido es lo correcto para China. Esto continúa siendo un elemento incómodo, aún para los directivos internacionalizados de Lenovo. Yang Yuanqing, el jefe ejecutivo de Lenovo, dijo recientemente a la revista Newsweek como el negocio con IBM había sido aprobado por los líderes chinos, incluyendo Wen Jiabao, el primer ministro, y altos diputados. Pero al presionársele por su membresía en el Partido Comunista (se incorporó al partido a finales de los 90) y cómo esto encaja para hacer negocios, el señor Yang se mostró discreto: «No hablemos de política, ¿está bien?», dijo. El problema podría estar en que muchos de los actores principales en la política de EEUU empezaran a insistir en hacer eso, precisamente.

TRADUCCION: IVAN PEREZ CARRION

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