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«Es poco probable que los campesinos cosechen las recompensas de la regorma agraria venezolana»

FINANCIAL TIMES <BR>«Es poco probable que los campesinos cosechen las recompensas de la regorma agraria venezolana»

POR ANDY WEBB-VIDAL
Alfredo Rodríguez, uno de los 1,000 campesinos ocupantes de la finca ganadera de un ciudadano británico en la región central de Venezuela, está seguro de sus derechos para cultivar la parcela que ha estado ocupando durante tres años.

«Nosotros los campesinos no somos invasores. ¡Los invasores son los ingleses!», exclama el señor Rodríguez, mientras blande su machete que relumbra al sol del mediodía. «Estas tierras pertenecen al Estado, y el Estado nos tiene que acreditar con el título de la tierra».

Lord Vestey, el propietario de la hacienda El Charcote, mantiene el criterio de que el rancho de 13,000 hectáreas le pertenece, y que fue comprado por su familia hace un siglo. Su compañía dice que El Charcote forma parte del mayor, más moderno y eficiente productor de carne en Venezuela.

Una disputa entre campesinos sin tierra y un remoto aristócrata inglés constituye un escenario lleno de simbolismo, y una oportunidad política para Hugo Chávez, el presidente izquierdista de Venezuela, involucrado en su política de reforma agraria.

«La guerra contra los grandes latifundios es el oxígeno de esta revolución», dijo esta semana el señor Chávez, poco antes de que una comisión del gobierno encargada de decidir la pertenencia futura de El Charcote llegara a la estancia.

Los líderes del negocio y los criadores de ganado ven una señal clara y peligrosa de nueva radicalización del gobierno, en particular, porque un programa de esa naturaleza cuestiona los derechos de propiedad.

«Los terratenientes se han convertido en el objeto de ataques injustos y esto está creando una situación de profunda inseguridad legal», dice José Luis Betancourt, presidente de la Federación Nacional de Ganaderos.

Mientras algunos funcionarios dicen que la propiedad privada va a ser respetada, no han dicho que el gobierno compensará a los dueños por las tierras expropiadas -aún si son consideradas ociosas, constituyen una propiedad legítima.

Sin embargo, los analistas se muestran escépticos con que la política de expropiación de latifundios, o grandes haciendas, y su consecuente parcelación para los agricultores pobres, abra las puertas a la nacionalización de otros sectores de la economía. Aunque la economía de Venezuela es mixta, solo tiene un sector privado relativamente débil, y el Estado ya es propietario y controla la mayoría de las industrias principales.

«Desde un punto de vista económico, solo hay un área en la cual Chávez puede proponerse conseguir un cambio estructural, y ese es el sector agrario», dice Teodoro Petkoff, un comentarista político. «Sin embargo, está haciendo un espectáculo enorme para enfrentar un asunto que, en términos de la estructura de propiedad actual de Venezuela, es marginal».

Se estima que Venezuela tenga no más de 500 haciendas que pudieran considerarse latifundios, con grandes extensiones de tierra ociosa. Pero en la medida que avanza el programa de reformas, los expertos agrícolas están preocupados por lo que ellos consideran tiene un potencial de éxito limitado.

En las décadas de los 60 y 70, muchos gobiernos reformistas y de izquierda en América Latina, incluyendo Venezuela, favorecieron la reforma agraria. Sin embargo, sus resultados son pobres.

«La reforma agraria anterior en Venezuela, que fue cuidadosamente planificada y asumida durante un periodo de 20 años, terminó en un fracaso, como casi todos los programas de reforma agraria de América Latina», dice Carlos Machado Allison, profesor de Agricultura en la escuela de Comercio IESA, de Caracas.

Un estudio del Ministerio de Agricultura, realizado en 1995, encontró que solo 17% de los beneficiarios de la reforma agraria venezolana anterior se mantenían en la tierra que recibieron.

Una de las razones, dice el profesor Machado, es que el Estado, no el individuo, retiene los derechos de propiedad del subsuelo en la mayoría de las áreas, lo que le dificulta a los campesinos tener acceso a préstamos vitales.

«Si usted no tiene crédito, no se puede tecnificar, por lo que termina convirtiéndose en un productor no rentable, que al final tiene que abandonar o vender la tierra a otro mayor», dice.

Pero existe otro factor: América Latina está mucho más urbanizada hoy que hace 30 años.

Venezuela es ahora urbana en cerca de 90%, una estructura demográfica que resulta mejor servida por haciendas grandes y eficientes, en lugar de por una plétora de pequeñas propiedades rurales.

TRADUCCION: IVAN PEREZ CARRION

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