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La arrogancia bloquea reforma de la ONU

FINANCIAL TIMES <BR>La arrogancia bloquea reforma de la ONU

POR QUENTIN PEEL
Se suponía que la semana próxima fuera el momento de decidir sobre el paquete de reformas más trascendentales de las Organización de Naciones Unidas, desde su creación hace 60 años. Al menos 170 jefes de Estado o gobierno viajarán a Nueva York para una cumbre que deberá estampar su sello en una renovación que intenta guiar el órgano supremo para mantener la paz en el siglo XXI.

Mientras escribimos estas líneas, cualquier resultado parece cada vez más improbable. Si se lograra acordar algún paquete de reformas, probablemente sería mucho menos ambicioso de lo que se pretendía. En el peor de los casos, pudiera consistir en poco más de un par de páginas de expectativas piadosas, de las cuales se ha extraído toda sustancia. No habrá acciones para ampliar el Consejo de Seguridad con el fin de hacerlo más representativo, y poco de valor en una remodelación del sistema sobre derechos humanos de la ONU, o sobre el acuerdo de nuevas reglas para las intervenciones humanitarias. El ambiente en Turtle Bay es pesimista, mientras las delegaciones nacionales negocian desesperadamente para concluir el texto antes del fin de semana.

Si fracasan, los reformadores con todo derecho atribuirán gran parte de la culpa a una alianza non-sancta de la administración Bush, representada por su embajador abiertamente unilateralista, John Bolton, y el llamado «escuadrón raro» de países en desarrollo, encabezado por países como Paquistán, Egipto, Argelia, Cuba, Venezuela e Irán.

El primero de los mencionados pasó semanas intentando diluir compromisos con una ayuda más generosa para el desarrollo, concebida como una contrapartida a acciones más eficaces de la ONU contra el terrorismo, la proliferación de armas, y las intervenciones humanitarias. El otro grupo ha explotado esa actitud para sugerir que el ejercicio, en su totalidad, está siendo dictado por el mundo desarrollado, incluyendo el mismo concepto de la intervención en las fronteras nacionales para evitar la violación de los derechos humanos. Sobre esto, cuentan con el respaldo de Rusia y China.

El proceso completo se ha complicado más por los esfuerzos abortados para ampliar el Consejo de Seguridad, incorporando nuevos miembros permanentes como Alemania, Japón y Brasil. Cualquier esperanza de una solución temprana sobre este tema ya hace rato quedó abandonada.

Si fracasa el esfuerzo por reformar, todas las partes resultarán perdedoras: no solo los países en desarrollo, para quienes una ONU eficiente es una fuente vital de ayuda, asesoramiento e influencia; también EEUU, que ha demostrado reiteradamente en los últimos meses y años que está mal equipado, y con frecuencia, nada dispuesto a hacer precisamente las tareas que una ONU competente debería realizar y realizaría, como mantener la paz, edificar naciones en estados fallidos y lidiar con los desastres naturales.

Pocos pueden dudar de la necesidad urgente de reformar el sistema de la ONU. El informe de Paul Volcker, ex presidente de la Reserva Federal de EEUU, presentado recientemente, sobre el llamado escándalo «petróleo por alimentos» en Irak, culpa del hecho tanto al personal permanente como a los controladores políticos -los estados miembros- del Consejo de Seguridad.

«Cuando las cosas empezaron a salir mal -y salieron muy mal-, cuando surgieron conflictos entre los objetivos políticos y la ineficacia administrativa, se demoraron las decisiones, porque se tomaron mal o simplemente se echaron a un lado», dice el señor Volcker en el prefacio.

El señor Volcker escribía sobre la compleja cadena de mando en la burocracia de la ONU. Sin embargo, es igualmente probable que se estuviera refiriendo al caos y la confusión demostrada por la administración Bush, primero en Irak y ahora en los estados del Golfo de México, con el episodio del huracán «Katrina».

La recuperación de posguerra en Irak ha estado socavada por disputas dentro, y entre el Pentágono, el Departamento de Estado y la Casa Blanca, sobre táctica y estrategia. Sumado al desastre de Nueva Orleans ha estado el desarticulado sistema federal de EEUU, además de la desorganización dentro del Departamento para la Seguridad Nacional, obsesionado con las amenazas de terrorismo, no de los desastres naturales.

Las planeadas reformas de Kofi Annan, el secretario general de la ONU, están orientadas a persuadir a Washington que debería emplear el sistema multilateral en el futuro, en lugar de lanzarse solo como hizo en Irak. También tienen la intención de hacer más eficaz a la propia ONU, y más legítima, no solo a los ojos de EEUU, sino a los ojos de todos sus miembros, ricos y pobres. El paquete propone una definición común de «terrorismo», así como un acuerdo sobre qué intervención humanitaria está justificada. Establecería un órgano para mantener la paz que respalde a las instituciones democráticas y legales. Y también mejoraría la burocracia de la ONU.

Todos estos son grandes signos de más para la administración de EEUU. Sin embargo, en lugar de involucrarse con entusiasmo en las negociaciones para lograr el paquete mejor posible y más ampliamente aceptado, Washington ha continuado disparando como un francotirador desde los márgenes.

Nunca ha estado claro cuántas reformas quería introducir la administración de EEUU. En realidad, las 750 enmiendas al borrador del documento de 39 páginas el mes pasado, sugiere que no eran demasiadas.

La tardía llegada del señor Bolton a Nueva York no ha aclarado nada las cosas, al limitarse a reforzar el estilo de negociación puntilllista. Para ser justos, ese es su trabajo: él representa -con firmeza- una administración que nunca pareció comprender por qué necesita realmente una ONU competente. Sin embargo, sin una participación activa de EEUU para negociar una reforma de amplia base en la ONU, tienen que ser magras las esperanzas de que surja un paquete eficaz en un breve plazo.

A menos, claro está, de que las penosas lecciones de Irak y Nueva Orleans resulten en un poquito más de humildad y menos arrogancia.

VERSION AL ESPAÑOL DE IVAN PEREZ CARRION

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