FINANCIAL TIMES
Las peores amenazas económicas no son las externas

FINANCIAL TIMES <BR>Las peores amenazas económicas no son las externas

POR PHILIP COGGAN
El regreso del terrorismo a las calles de Londres es un recordatorio de que los riesgos geopolíticos no han desaparecido. Es casi una sorpresa, dada la alianza de Gran Bretaña con Estados Unidos y su participación en la guerra en Irak, que el Reino Unido no hubiera sido atacado antes. Era tentador creer que el enfoque del terrorismo se había desplazado a Irak y que al-Qaeda fuera incapaz de atacar a Occidente.

Esa ilusión se ha desvanecido. Pero los ataques, aún terribles, no están en la escala del 11 de septiembre.

El tema clave para los inversionistas es si serán únicos, o si anuncian una serie de nuevos atentados.

El impacto económico de un día de ataques sería limitado. Los consumidores pueden haber reconsiderado viajar a comprar en Londres durante algún tiempo. Algunos turistas pudieran cancelar sus viajes al Reino Unido. Y esto podría deprimir algunas de las cifras económicas del mes de julio. Pero la mayoría de las personas pudieran asumir el criterio de que atentados de esta naturaleza se pueden producir en cualquier parte, a cualquier hora, y que se gana poco tratando de evitarlos.

Sin embargo, los inversionistas globales pueden haberse acostumbrado a la idea de atrocidades terroristas ocasionales, tal como los británicos se acostumbraron a las bombas del IRA en los años 70 y 90, y tampoco los turistas que viajan a España han cancelado sus vacaciones de playa por los atentados de la ETA. Cualquier nuevo ataque posible aparte, los mercados recuperarían su ritmo en pocos días.

El terrorismo es un ejemplo clásico de «sacudida exógena»; una amenaza que emerge fuera del sistema. Son casi imposibles de predecir, pero sí vale la pena considerar algunas posibilidades.

A finales del año pasado, creí que la sacudida fundamental para 2005 sería un ataque de Estados Unidos a Irán. Esto se debió a que la retórica anti-iraní se incrementó después de la reelección del presidente Bush.

No se ha producido, todavía. EEUU le ha dejado Irán a los europeos, quizás porque tiene las manos llenas en Irak. Pero el problema subyacente se mantiene. Irán no está dispuesto a abandonar su programa nuclear, particularmente después de la elección de un presidente de línea dura; EEUU no quiere que Irán desarrolle armas nucleares. Esto podría continuar siendo un problema en 2006 o 2007.

Siguiendo con el Oriente Medio, otro peligro es la intranquilidad en Arabia Saudita. El rey Fahd está mal de salud; hay grandes números de jóvenes desempleados en el reino; hay una tradición de fundamentalismo religioso, y el gobierno es una meta específica para Osama bin Laden.

El potencial de conflicto en Irán o Arabia Saudita conduce directamente a otra sacudida posible: un repunte en el precio del petróleo. Si se le hubiera dicho a la gente un año atrás que el petróleo estaría rondando cerca de los US$60.00 el barril, hubieran pronosticado un efecto económico mucho más adverso del que hemos visto hasta ahora. Pero esto no quiere decir que las economías no hubieran batallado, si el petróleo llegara, digamos a los US$100.00 el barril, algo que pudiera ocurrir si los suministros se vieran interrumpidos en cualquiera de estos dos productores del Oriente Medio.

Otra sacudida pudiera provenir del resurgimiento del sentimiento proteccionista. Los senadores de EEUU se quejan de la tasa de cambio «injusta» de China, y hay disputas entre la Unión Europea y EEUU sobre temas como los subsidios a los aviones.

Una guerra comercial puede resultar desastrosa, como quedó suficientemente claro en los años de 1930. Por el momento, parece que los políticos comprenden esto, pero siguen inclinados a hacer ruidos nacionalistas para impresionar al electorado.

Siempre hay algo de qué preocuparse. Todo riesgo es improbable, y vale la pena recordar que las economías superaron dos guerras mundiales, una gran depresión, estanflación y todo lo demás, durante el siglo XX.

Por el momento, parece más probable que las amenazas mayores sean endógenas; en otras palabras, que estén dentro del sistema.

La burbuja del mercado de la vivienda en EEUU pudiera estallar, lo cual conduciría a una caída en el consumo de la mayor economía del mundo. Esto también pudiera ocurrir si la Reserva Federal llevara demasiado la política monetaria con sus ajustes. Si la economía China, altamente dependiente de las exportaciones, perdiera velocidad al mismo tiempo, podríamos caer en una recesión global. El Este, enfrentado a un lento crecimiento de la productividad y una demografía abismal, podría resbalar hacia una deflación.

Todos estos riesgos significan que los inversionistas deberían tener a mano cantidades saludables de efectivo, que les ofrezca un retorno decente en el Reino Unido y EEUU, y algunos bonos del gobierno, indexados y convencionales, a pesar de sus bajos rendimientos.

Sin embargo, lo peor pudiera no producirse. Por lo general, no ocurre. Por lo tanto, no es este el momento de abandonar la bolsa de valores en pánico.

VERSION AL ESPAÑOL DE IVAN PEREZ CARRION

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