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Mercosur: Los buenos tiempos no logran ocultar las tensiones

<P>FINANCIAL TIMES <BR>Mercosur: Los buenos tiempos no logran ocultar las tensiones</P>

POR RICHARD LAPPER
Estos tendrían que ser buenos tiempos para el MERCOSUR, la agrupación de comercio de cuatro países se América del Sur, que celebró su décimo aniversario ayer. Brasil y Argentina, los dos miembros principales del MERCOSUR, se están recuperando de sus crisis financieras de hace tres años. Estos dos, y Uruguay, un tercer miembro, todos tienen presidente de centro-izquierda, deseosos de desarrollar políticas independientes de Washington.

Y hay señales de que el grupo, que también incluye Paraguay, haya empezado la construcción de instituciones que descuidó durante la década de los años 90. En la cumbre de esta semana en Brasil, los ministros analizarán un nuevo fondo para financiar proyectos de infraestructura y dar pasos hacia la formación de un parlamento regional siguiendo la línea europea. Se están forjando acuerdos de comercio con India y África del sur. Y tres nuevos miembros asociados -Colombia, Venezuela y Ecuador- se espera que firmen su incorporación, unidos a Bolivia, Chile y Perú.

Sin embargo, es difícil evitar la impresión de que el MERCOSUR esté en problemas. La cumbre tiene lugar en medio de tensiones comerciales crecientes entre Argentina y Brasil. Argentina impuso restricciones a las importaciones brasileñas en tres ocasiones este año, la más reciente restringiendo las importaciones de refrigeradores, estufas y televisores en julio.

Néstor Kierchner, el presidente de Argentina, “enseñará los dientes” -en las palabras de un ministro argentino-en la reunión de jefes de Estado en Ouro Preto, Brasil. El señor Kirchner busca demandar el derecho de Argentina a desplegar las llamadas salvaguardas con el fin de proteger industrias vulnerables contra competidores brasileños más eficientes.

La relación del presidente argentino con Luis Ignacio Lula da Silva, su homólogo brasileño, no ha sido suave. La estrecha relación del señor Da Silva con Eduardo Duhalde, el presidente del MERCOSUR y un ácido rival del partido peronista del señor Kirchner, ha sido motivo de irritación. La semana pasada, el señor Kirchner destacó por su ausencia en una cumbre sudamericana donde se firmó un nuevo pacto promovido por los señores Duhalde y Lula da Silva.

Incluso, Argentina se ha negado a respaldar el intento de Brasil de asegurar un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de La ONU, un objetivo que ha sido uno de los principales objetivos de la política exterior del señor Lula da Silva.

Sin embargo, Celso Amorim, el ministro de Relaciones Exteriores de Brasil, defiende intensamente lo que él llama un “proyecto estratégico” esencial para hacer avanzar los intereses brasileños en América Latina e incrementar su influencia internacionalmente. Ayer, el señor Amorim dijo que existen “dificultades naturales que parten de la recuperación de Argentina después de una gran crisis industrial, y estas dificultades están siendo enfrentadas con creatividad”..

El señor Amorim ha recalcado el crecimiento estable en los últimos años de las exportaciones brasileñas al bloque, que se incrementaron de US$1,3 millardos en 1994 a más de US$8 millardos en 2004.

Más que permitir las salvaguardas o tomar represalias con las medidas proteccionistas sobre las importaciones argentinas, en sectores competitivos como el vino, Brasil preferiría tratar con tales “asimetrías”, ayudando a las compañías argentinas a competir con rivales brasileños más eficientes. El nuevo fondo de convergencia estructural, que tendría parte de su dinero del propio banco de desarrollo de Brasil- dirigiría el apoyo a las áreas y sectores deprimidos del MERCOSUR.

Todo esto hace poco por los críticas, que sostienen que Brasil tiene suficientes problemas de infraestructura propios para tener que preocuparse por los de sus vecinos. Además, esos paliativos pasan por alto las diferencias macroeconómicas que están en el corazón de las dificultades recientes del MERCOSUR.

Mientras Brasil ha mantenido buenas relaciones con sus acreedores, Argentina ha estado arrastrando los pies en las negociaciones sobre una reestructuración de su propia deuda incumplida, y adoptó una posición agresiva hacia el fondo de convergencia estructural. Esas actitudes han desgastado la confianza de los negocios, han secado el capital de las compañías argentinas y han debilitado su capacidad para competir, dicen los observadores.

 “La causa de la crisis es fundamentalmente que el señor Kierchner ha seguido un camino neo-populista”, dice Carlos Langoni, del centro de análisis Getulio Vargas, con sede en Sao Paulo.

Algunos empresarios brasileños sostienen que su gobierno debería reconocer las deficiencias del MERCOSUR y buscar negociaciones comerciales por sí mismo.

 “Si estamos peleando tanto entre nosotros mismos, ¿cómo vamos a ser capaces de negociar de manera eficaz como un grupo con la Unión Europea, o cualquier otro?”, pregunta Roberto Gianetti, jefe de relaciones exteriores de FIESP, la organización de industriales de Sao Paulo. “Brasil necesita ser un jugador más pragmático y agresivo”.

TRADUCCION: IVAN PEREZ CARRION

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