Una vez le pregunté a Carlos Slim el por qué los mexicanos estaban tan deprimidos por su país y los brasileños tan eufóricos sobre el suyo.

El hombre más rico del mundo, cuyas mayores inversiones abarcan ambos países, respondió: “Es simple. Ellos son brasileños. Nosotros somos mexicanos”.

Ese fue un comentario perceptivo. Muchos mexicanos se sientes deprimidos respecto su país, y el mundo ha compartido su pesimismo. Mientras tanto, la muestra de confianza del boom de Brasil durante la visita del presidente Dilma Rousseff a Washington la semana pasada, se ha apoderado de la imaginación popular.

La última manifestación es la inclusión en el mercado de acciones de $20 millardos de BTG Pactual, el banco de inversión brasileño que quiere ser, entre todas las cosas, un “Goldman Sachs tropical”.

Sólo eso debería hacer que se eche un vistazo otra vez, especialmente, ya que el estado de ánimo nacional era tan diferente hace diez años atrás.

De vuelta a ese entonces, había un animado debate sobre quién era el verdadero líder económico de Latinoamérica. Para muchos mexicanos, la respuesta era obvia.

El país había completado una transición hacia la democracia. Su economía era mayor que la de Brasil.

Incluso tenía un fuerte sistema bancario. Mientras tanto, Brasil estaba sólo emergiendo de una crisis monetaria, y los inversionistas estaban aterrorizados de que estaban a punto de elegir un peligroso izquierdista, Luiz Inácio Lula da Silva.

Cuán rápidamente cambiaron las cosas. Brasil se convirtió en una de las naciones del muy publicitado “Bric”, clasificándose, entre sus componentes, justo detrás de China. México fue dejado atrás, su economía ahora es la mitad del tamaño del monstruo de $2.6 trillones de Brasil.

La respuesta mayormente es China. Su entrada a la Organización Mundial de Comercio debilitó los fabricantes mexicanos, los cuales perdieron negocios frente a los rivales con costos mucho menores.

El liderazgo político fue también débil.

La economía local de México sigue siendo deteriorada por los monopolios, especialmente Pemex, la compañía propiedad del estado.

El estado de ánimo nacional se ha elevado adicionalmente por la guerra en el crimen organizado que ha matado 50,000 personas en 6 años.

Por contraste, Brasil ha ido de fuerza en fuerza. Su economía se ha beneficiado de la voraz demanda de China por las materias primas, su mayor socio comercial.

Lula da Silva estaba lejos de ser el “cuco” que muchos temían.

Brasil también abordó los oligopolios en su mercado interno mejor que México y liberó a Petrobras, su campeón petrolero propiedad del gobierno, permiténdole cotizar en la bolsa y asociarse con empresas extranjeras para explorar enormes reservas petroleras.

Mientras el mayor socio comercial de México, EEUU, daba bandazos desde la crisis dotcom hasta el impago de alto riesgo, Brasil gozaba de una carrera lucrativa. Realmente este parecía ser “o melhor país do mundo”, el mejor país del mundo. Ciertamente, este era uno de los más afortunados.

Ahora esa suerte puede estar cambiando. Por primera vez en una década hay buenas razones para ser menos optimistas sobre China, e igualmente sobre Brasil. Hay también buenas razones para ser más optimistas sobre EEUU y sobre México.

China ha perdido competitividad debido al aumento de salarios y costes de transporte. Las cadenas corporativas de suministro de Norteamérica ya se están acortando. Si la economía de EEUU se recupera, a los fabricantes mexicanos les podría ir bien.

México también se ha vuelto un productor automotriz global. La industria generó $23 millardos de exportaciones el año pasado, más que el petróleo o el turismo. Volkswagen y Nissan usan la red de acuerdos comerciales de México para exportar sus carros al mundo entero.

En cuanto a “la guerra de las drogas” de México, el una vez vertiginoso incremento de la violencia se ha frenado y en algunas áreas disminuyó. El porqué aún no está claro, pero un 74% de incremento en el gasto de seguridad federal eventualmente hará una diferencia, en cualquier lado.

No obstante, Brasil ha llegado a un tope. Ya no puede contar con el aumento de los precios de materias primas por siempre. Más crucialmente, el país ha desarrollado serios problemas de costos. Incluso en términos de divisas locales, lo cual elimina los efectos de impresión de dinero en el occidente, la llamada “guerras de divisas”, los costos laborales brasileños habían aumentado un cuarto en términos reales en la década pasada.

Esto ha amenazado a los manufactureros locales y causó una indecorosa disputa comercial de comercio proteccionista con México, reestableciendo así la integración regional.

Los brasileños pueden tener un optimismo innato, como dijo Slim. Pero todo esto deja a Brasil pareciendo temeroso y a México más bien confiado.

Esta reversa parcial de fortunas relativas de alguna manera ha opacado el brillo de Brasil. Los envidiosos funcionarios mexicanos ya no se estremecen ante la mención de la palabra “B” como lo hacían antes.

Todavía, Brasil al menos ofrece una significativa lección. En los pasados 17 años, gozó de un mágico desfile de notables presidentes, comenzando con Fernando Henrique Cardoso.

Por contraste, el último presidente mexicano en mostrar genuino liderazgo fue Carlos Salinas, y su gobierno terminó controversialmente en 1994. Puede ser demasiado que esperar que Enrique Peña Nieto, el telegénico candidato de 45 años de edad del Partido Institucional Revolucionario (PRI), proveerá una visión estratégica al estilo de Brasil en caso de que él gane las elecciones del 1ro. de julio, mientras las encuestas sugieren que él lo hará. Cierto, Peña ha dicho que él abrirá Pemex al capital extranjero y la economía a más competencia.

Pero el PRI también ha empleado 12 años en la oposición aplastando iniciativas similares, así que existen dudas legítimas.

No obstante, el impulso para la reforma se está creando. La economía de México el año pasado creció más rápido que la de Brasil. Y sólo han pasado 12 años desde que terminó el gobierno del partído único mexicano, mientras que Brasil está en la tercera década de democracia. Los políticos mexicanos podrían, sin embargo, cambiar para bien, aunque todavía es muy prematuro.

Zoom
Tamaño de Brasil

El tamaño de Brasil implica que es improbable que ceda el primer lugar a Latinoamérica otra vez. Todavía, si se observa ampliamente, las proyecciones de México pueden ser mucho más optimistas de lo que muchos creen, incluyendo a los taciturnos mexicanos que Slim describió.

Pérdida de empleos resalta débil estado del mercado laboral

Rose Jacobs y Brian Groom 
La pérdida de casi 2,000 empleos se anunció en los últimos días, subrayando cuán frágil sigue estando el mercado laboral a pesar de las recientes señales positivas.

British Airways, parte del Grupo Internacional de Aerolíneas (IAG, por sus siglas en inglés), dijo que le podrían seguir 1,200 empleos tras su absorción de BMI, mientras Mothercare dijo que planeaba cerrar 111 tiendas durante los próximos 3 años, resultando en 730 despidos.

BA dijo que la mayoría de los recortes serían en la oficina más pequeña de Leicestershire y en las diversas oficinas regionales.

Esta dijo que 1,500 empleos de la deficitaria empresa serían salvados, incluyendo alrededor de 1,100 de personal de cabina, pilotos e ingenieros, como también 400 puestos de servicios a pasajeros del aeropuerto Heathrow.

La característica más atractiva de BMI para BA, que acordó comprarla a Lufthansa a finales del año pasado, eran las pistas de aterrizaje y de despegue de capacidad limitada del Heathrow.

IAG acordó vender 14 de las 56 pistas para disipar las preocupaciones reguladoras europeas, pero tenía como carta de negociación el peligroso estado de las finanzas de BMI.

Lufthansa había advertido de manera privada que cerraría la aerolínea, la cual tenía pérdidas operativas de €199 millones el año pasado, en caso de que la aprobación reguladora inicial no fuera garantizada. Unite, que representa al personal de BMI, dijo que estaba “entristecida” por la magnitud de las pérdidas de empleos.

Nissan presentó mejores noticias de empleos anunciando que contrataría 225 empleados para construir un nuevo auto hatchback de tamaño medio en su planta de Sunderland, con otros 900 empleos en los suplidores de componentes.

Las claves
1.  Pérdida de empleos

Pérdida de casi 2,000 empleos se anunció en los últimos días, subrayando cuán frágil sigue estando el mercado laboral a pesar de las recientes señales positivas.

2.  Magnitud

 Unite, que representa al personal de BMI, dijo que estaba “entristecida” por la magnitud de las pérdidas de empleos.

VERSIÓN AL ESPAÑOL DE ROSANNA CAPELLA