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Muestran puerta de salida a inversionistas en Cuba

FINANCIAL TIMES <BR>Muestran puerta de salida a inversionistas en Cuba

POR MARC FRANK
Hace más de una década que Cuba, que había estado padeciendo del derrumbe económico post-soviético y las preocupaciones con relación a Estados Unidos abrió las puertas a las empresas extranjeras.

Ahora, a muchos inversionistas, principalmente europeos, que se lanzaron a invertir en el país se les esté pidiendo que se marchen.

Solo la mitad de las casas alquiladas a expatriados por el monopolio estatal de bienes raíces están ocupadas en la actualidad y la matrícula de la Havana International School ha disminuido una tercera parte en relación con dos años atrás -y sigue bajando.

Como promedio, un negocio conjunto y dos negocios de producción cooperativa más pequeños han cerrado por semana desde 2002, cuando había 700 en el país.

Los negocios de riesgo compartido se establecen con socios estatales, que suelen retener el 50% o más de las acciones. Los acuerdos de producción cooperativa involucran un inversionista internacional que suple la maquinaria, los créditos y suministros a cambio de una parte de la ganancia o productos, principalmente en sectores de trabajo intensivo, como la industria ligera, la industria mecánica y el procesamiento de alimentos.

«No me sorprendería si al final solo quedaran unos 50 negocios conjuntos en el país y un puñado de acuerdos de producción cooperativa», dice un empleado del Ministerio de Inversión Extranjera y Cooperación Económica.

Las relaciones con la Unión Europea y otros países occidentales se mantienen tensas debido a la represión del presidente cubano de los disidentes, y Cuba, cada vez más se está volcando hacia países como China y Venezuela, que considera menos influidos por EEUU.

Sin embargo, la purga parece estar menos relacionada con estos factores que con la re-centralización de las finanzas y el comercio, y la eliminación de la autonomía parcial que se les concedió a las empresas estatales en la década de 1990.

«Los cambios durante los últimos dos años están introduciendo correcciones significativas en la economía cubana, que limitan considerablemente la acción de los mecanismos del mercado», dijo José Luis Rodríguez, ministro de Planificación y Economía a economistas locales el mes pasado.

Ahora Cuba está interesada en asociarse solo con compañías bien conocidas en sectores estratégicos de la economía, dice Marta Lomas, ministra de Inversión Extranjera y Cooperación Económica.

Se mantienen grandes empresas que en ocasiones operan a través de subsidiarias. Entre estas se incluyen Nestlè (agua embotellada y otros productos de consumo), la compañía hispano-francesa tabacalera Altaldis (cigarros), Pernod Ricard (ron) y Bouygues (construcción) de Francia; Telecom Italia (telecomunicaciones), NV Interbrew de Bélgica (cerveza), Sherritt International, de Canadá (níquel, petróleo, gas y energía), British-American Tobacco (cigarrillos), y Sol Meliá (turismo).

Los inversionistas europeos cuyos negocios conjuntos se están liquidando se quejan del regateo incesante con las compañías estatales y funcionarios del ministerio sobre cómo y cuándo se les va a pagar su parte de las inversiones, y los a veces millones de dólares que se les debe del financiamiento de los gastos por operaciones.

«Si quieren que me marche, de acuerdo, yo soy solo un huésped en su casa. Pero lo que no puedo aceptar es que sencillamente se me bote de aquí sin garantía firme de si alguna vez recibiré mi dinero», dice un hombre de negocios español que opera en Cuba desde inicios de los años 90, que está negociando lo que el llama «el mejor posible mal negocio».

Un representante de otra compañía en una situación similar califica el comportamiento de su socio cubano de «ultrajante».

«He pasado por infinitas reuniones durante más de un año sin resultados, en términos de recuperar nuestra inversión. Están tratando de desgastarme», dice, al igual que otros que piden mantenerse en el anonimato por temor de que se compliquen más las cosas.

Diplomáticos europeos dicen que los cubanos, por lo general, están en su derecho de poner fin a las relaciones empresariales, pero que suelen hacerlo con pocas explicaciones y solo con la dudosa promesa de que algún día pagarán el dinero que le deben a sus socios extranjeros.

«Lo que tenemos aquí es una re-nacionalización sin compensación», dice un representante comercial europeo.

Algunas compañías están litigando en tribunales locales, mientras que otras están considerando acudir al arbitraje internacional, aunque se sienten pesimistas de que se les pague, aún cuando ganen el pleito.

Los funcionarios cubanos no respondieron a la solicitud de entrevistas. El señor Castro ha criticado a los inversionistas en varias ocasiones este año por arreglar contratos exclusivos de suministro para sus propias empresas y cargar intereses exorbitantes por el financiamiento de las importaciones. También ha dicho que los comerciantes extranjeros disfrutan de márgenes hasta de 40%.

Se está liquidando un negocio conjunto establecido hace una década, a pesar de tener un contrato por 20 años.

Siempre ha operado con pérdida, aunque el inversionista extranjero obtuvo alguna ganancia con la venta de materiales a la compañía del exterior y Cuba, dice, ahorró 45% por importaciones e hizo dinero con altos cargos por trabajo, energía y otros servicios.

«Yo no logro entender su problema. Los cubanos parecen no comprender las situaciones en que hay ganancia para todas las partes. Para ellos es un juego de suma cero. Creen que cualquier cosa que usted haga debería ser de ellos», dijo el inversionista.

Las compañías tienen pocas opciones, que no sean asumir la pérdida en equipos, productos almacenados, entrenamiento de personal y otros costos acumulados durante años. La ley cubana establece que ellos deben vender lo que tienen al gobierno cubano, que paga poco, o a otros extranjeros [en el país], de los cuales cada vez van quedando menos; o llevarse lo que tengan cuando se marchen definitivamente.

VERSION AL ESPAÑOL DE IVAN PEREZ CARRION

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