FINANCIAL TIMES
Remendando los textiles

FINANCIAL TIMES <BR>Remendando los textiles

El acuerdo de la Unión Europea con Pekín que restringe las exportaciones de textiles y ropas chinas ha sido acogido con muchas felicitaciones por ambas partes, y no poca malicia por parte de Peter Mandelson, el comisario de comercio de la UE. Él ha anunciado el acuerdo como un triunfo de la emoliente diplomacia europea y ha descartado las tácticas comerciales de Estados Unidos, en contraste, como cruda confrontación.

Sin embargo, es difícil ver algo que invite a elogiar el acuerdo –a no ser por parte de la consentida industria textil europea. Por mucho que lo adornen, es puro proteccionismo. Ningún volumen de maniobras de relaciones públicas puede ocultar el hecho de que se alcanzó solo después de que Bruselas amenazara con emplear contra China las mismas provisiones de cuotas a la importación de textiles en su acuerdo de membresía a la Organización Mundial de Comercio por la cual la UE condena ahora piadosamente a EEUU por invocarlas.

Al cerrar un acuerdo con la UE, en lugar de ver que impusiera cuotas de manera unilateral, China ganó algo, pero no mucho. El crecimiento anual de sus exportaciones estará limitado entre 8% y 12.5%, comparado con el 7.5% contemplado en las cuotas de las OMC. Esto contrasta con los incrementos en sus exportaciones de hasta 500% en el primer trimestre.

Los esfuerzos del señor Mandelson de presentar el acuerdo como un «acuerdo de transición», hasta que las reglas de la OMC obliguen a Bruselas a poner fin a las cuotas en 2008, son risibles. La UE y EEUU se comprometieron hace una década a levantar los controles a los textiles a finales del año pasado. En lugar de prepararse para esa fecha límite, se sentaron a esperar. Ahora están preocupados tr5atando de volver a poner las barreras comerciales.

Al hacerlo, están invitando a otras industrias a negociar tratamientos similares. Los productores de calzado europeos quieren que se limiten las importaciones chinas. Lo mismo quieren los fabricantes de bicicletas, aunque la mayoría de las que se venden en la UE están hechas con componentes importados. Sin duda, la lista va a crecer.

Por suerte, las demandas son demasiado fáciles de satisfacer. Además de imponer impuestos al «dumping», de lo cual China ya es el blanco más obvio, sus socios comerciales pueden restringir -legalmente- hasta 2013 cualquiera de sus exportaciones que se juzgue que están alterando, o simplemente amenazando con alterar sus mercados.

Años de protección al comercio no han salvado a las débiles industrias occidentales del declive. Ni tampoco nuevas barreras lo lograrán. Sin embargo, sí harán fracasar el cambio estructural y penalizarán a los pobres consumidores norteamericanos y europeos, que gastan gran parte de sus ingresos en productos básicos de los cuales los de China están entre los productores de más bajo costo. Ahora sus propios gobiernos han decretado que ellos tienen que pagar más todavía.

Esto es cinismo en grado alto. Pero es lo que ocurre cuando los políticos alcahuetean cobardemente a favor de intereses disfrazados. Toda la historia demuestra que una vez que las armas proteccionistas están creadas, los solicitantes saltarán para exigir que se utilicen. Que Pekín se ha confabulado en este remiendo y que el acuerdo sin duda alguna será aplaudido por otros países en desarrollo cuyas exportaciones textiles temen la competencia china, no lo hace menos un «travesty» del libre comercio.

VERSION AL ESPAÑOL DE IVAN PEREZ CARRION

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