FINANCIAL TIMES
Respuestas sindicales a retos de la globalización

FINANCIAL TIMES <BR>Respuestas sindicales a retos de la globalización

POR DAN ROBERTS
La división entre los sindicalistas norteamericanos se produce en un tiempo delicado para sus colegas internacionales, que tratan de cooperar para enfrentar los desafíos de la globalización entre las fronteras.

Dos de las mayores agrupaciones del movimiento laboral en el mundo acordaron el año pasado crear un grupo que represente a 200 millones de trabajadores, para hacer campaña contra las compañías multinacionales y presionar por normas comunes de trabajo. La Confederación Internacional de Sindicatos de Libre Comercio (ICFTU, por sus siglas en inglés), que representa 215 órganos nacionales del mundo desarrollado, está negociando con la Confederación Mundial del Trabajo, un grupo cristiano radicado en Bruselas, con 144 asociaciones afiliadas en Europa y África, sobre los detalles del acuerdo.

John Monks, secretario general de la Confederación Sindical Europea y ex jefe del Congreso de Sindicatos de Gran Bretaña, dijo: “La gran ironía de esta semana es que, precisamente cuando el mundo está en camino de unir a dos de sus  tradiciones sindicales históricas, el movimiento laboral de Estados unidos se está fragmentando”.

Muchos sindicalistas internacionales que asistieron a la convención de la AFL-CIO expresaron su preocupación de que sería más difícil lograr un frente común si el movimiento sindical en EEUU, hogar de las mayores compañías globales, se dividiera.

Las implicaciones siguen sin estar claras, porque el grupo rebelde que se separa de la AFL-CIO todavía está por decidir la amplitud de sus actividades políticas e internacionales. “Queremos construir un componente global para nuestros esfuerzos conjuntos”, dijo Andrew Stern, jefe del sindicato de trabajadores de servicios, que está en el centro de la secesión. “Las compañías globales necesitan un sindicato global”.

Sin embargo, algunos están preocupados por su comentario que sugiere que el grupo pudiera asumir una posición más relajada que los sindicatos de la manufactura, porque representa principalmente a trabajadores de servicios aislados de los peores efectos del comercio global. “Nuestros puestos de trabajo no pueden ser sub-contratados; es difícil exportar un camionero o un empleado de hotel”, dice el señor Stern.

Bárbara Shailor, asesora internacional de la AFL-CIO, argumenta que las cadenas hoteleras y los detallistas están entre los sectores que necesitan campañas internacionales. “Al margen de la industria en que usted esté, sigue habiendo dimensiones de la globalización de las que no es posible escapar”, comentó.

La cuestión toca el corazón de cómo los sindicatos enfocan la globalización. Las actitudes se han visto afectadas por los estrechos intereses nacionales y las acusaciones de proteccionismo. La dura retórica contra la subcontratación en terceros países en EEUU y Europa, también ha alienado aliados potenciales en el mundo en desarrollo. Los sindicatos esperan que ellos podrán superar las tensiones mediante la insistencia en las normas que respaldan los derechos de los trabajadores en el mundo desarrollado, mientras emparejan el terreno para los de las naciones industrializadas.

 “Si vamos a tener un sistema de comercio globalizado, hay que tener un grupo de normas laborales comunes para que la avaricia corporativa sea domesticada y los empleados no sean explotados, o tratados simplemente como materia prima”, dice Sharan Burrow, presidenta de ICFTU, y jefa del movimiento sindical australiano. “Queremos derechos laborales globales, igual que las normas de responsabilidad corporativa. El reto es crear trabajos decentes para todos, para no tener que ver la cara fea de la globalización”, añadió.

Los internacionalistas del movimiento sindical hasta parecen estar dispuestos a desafiar a algunos grupos nacionales reacios, como los agricultores europeos y estadounidenses. “Los mercados abiertos en la agricultura son un pequeño precio a pagar en algunos de los países más pobres del mundo”, añade la señorita Burrow. La oposición al “otusourcing” entre los sindicatos de EEUU pudiera ser alterada por una aceptación creciente de que no se puede proteger a todos los empleos. “En los casos en que no podemos salvar los puestos de trabajo, vamos a ayudar a los trabajadores del mundo en desarrollo”, dice la señorita Shailor.

Un punto débil enorme en este enfoque es China, donde, en efecto los sindicatos son todavía sucursales del gobierno comunista. Las uniones internacionales fallaron recientemente en su intento por organizar una conferencia sobre las condiciones laborales en China, cuando a pesar de los esfuerzos por evitar los sensibles temas de los derechos humanos, la reunión se canceló solo dos días antes por el gobierno. Hasta que se pueda cooperar directamente con sindicatos chinos independientes, al ICTFU prefiere tratar con  grupos de presión no gubernamentales y cabildear directamente con las compañías multinacionales presionándolas en sus mercados internos, para que eleven los estándares en China.

En estos casos, los esfuerzos por mitigar los peores aspectos de la globalización requieren la ayuda de todas las compañías contra lo que el movimiento sindical internacional suele hacer campaña.

VERSION AL ESPAÑOL DE IVAN PEREZ CARRION

Publicaciones Relacionadas

Más leídas