POR FIONA HARVEY
El anuncio de China esta semana de que construirá lo que es probable que sea el primer reactor nuclear del sistema «pebble-bed», o lecho de guijas o perdigones, antes que Estados unidos y Europa, marca el resurgimiento de la industria nuclear.
Satanizada por los ambientalistas y subestimada por muchos gobiernos occidentales, la industria nuclear ha enfrentado un futuro incierto en las últimas décadas.
Una serie de accidentes importantes, principalmente, por supuesto, Chernobyl, alimentaron los temores sobre la seguridad de las plantas nucleares. Estos temores se vieron reforzados recientemente por las preocupaciones de que los terroristas pudieran robar el material radiactivo, o que valoraran como blancos las plantas para ataques devastadores.
Como resultado, muchos países han estado reduciendo su capacidad nuclear, en la medida que las plantas de energía alcanzan el final de su vida útil, y no han invertido en nueva capacidad.
En el Reino Unido, el gobierno pospuso una decisión sobre si continuar o no con la energía nuclear. En EEUU, el presidente George W. Bush habló a favor de una mayor inversión, pero la aprobación de nuevas plantas se ha demorado.
El gobierno japonés ha enfrentado presiones crecientes para que elimine gradualmente sus plantas nucleares, después de una serie de accidentes menores, pero muy divulgados.
Al menos dos sucesos han renovado el interés en la generación de energía nuclear. Una es la preocupación creciente sobre la seguridad de los suministros de petróleo del turbulento Oriente Medio. Y lo más importante, sin embargo, es que la energía nuclear se ve como una respuesta potencial al calentamiento global, pues los científicos han advertido que el mundo necesita reducir su dependencia de los combustibles fósiles que emiten gases de invernadero.
A diferencia del carbón mineral, la energía nuclear no emite este tipo de gases, y por tanto, ofrece el potencial de continuar con estilos de vida de intenso consumo de energía sin el costo asociado al cambio climático.
Unos pocos ambientalistas -el más famoso, de ellos James Lovelock, creador de la teoría Gaia, que dice que la Tierra se comporta como si fuera un organismo vivo- incluso han llegado a hablar a favor de la energía nuclear como un riesgo inferior a los combustibles fósiles.
«Dados los riesgos del cambio climático y los desafíos que enfrentan todas las opciones de suministro de bajo carbono, o sin carbono, sería imprudente en extremo no tratar de mantener abierta la opción nuclear», dijo John Holdren, profesor Heinz de política ambiental de La Universidad de Harvard.
Sin embargo, la industria nuclear requiere «esfuerzos concertados para enfrentar las preocupaciones sobre el costo, la susceptibilidad a los accidentes y ataques terroristas, el manejo del los desperdicios radioactivos, y los riesgos de la proliferación».
Las nuevas tecnologías hacen parecer la energía nuclear más segura y barata que en el pasado. El diseño «pebble-bed» de China es un ejemplo pionero. Esta técnica emplea como combustible miles de pequeñas esferas de grafito, que contienen mínimas cantidades de uranio, en lugar de las varillas de combustible de los diseños convencionales.
Con el combustible sellado dentro de capas de grafito y carbonato de silicio, lo que queda del combustible gastado es fácil de manipular como desecho, al menos en teoría. El núcleo puede recibir un baño de helio inerte, administrado según la necesidad de agua sobrecalentada.
El helio se expande en la turbina, generando energía. Los lechos de perdigones se consideran mucho más seguros que los diseños tradicionales, porque la dispersión del combustible significa que la fisión sería imposible
Sin embargo, grupos ambientalistas dicen que todavía este diseño tiene que ser probado en la práctica, y que no está claro cómo el combustible gastado sería procesado de manera segura.
Aún cuando la energía nuclear en Occidente pudiera ganarse la opinión pública, queda otro problema: Los expertos debaten sobre el costo de la energía nuclear. Las plantas requieren una masiva inversión inicial, y el costo de garantizarla eleva todavía más la cuenta total.
Añádase el caro negocio de tratar con los desperdicios, más el desmantelamiento de las plantas al final de su vida útil, y la suma ya empieza a parecer alarmante.
Es muy difícil juzgar si las plantas representan valor por dinero. La inversión del sector público con suele nublar el panorama.
La industria nuclear de Francia se citar con frecuencia como ejemplo de cuán factible puede ser la energía nuclear, pero el hecho de que sea estatal dificulta que esto se pueda comprobar. El esquema nuclear de China es otro caso a tomar en cuenta.
El mes próximo, la industria nuclear tratará de impresionar a los gobiernos en una conferencia organizada por la Agencia Internacional de Energía Atómica y el gobierno de Francia, co-patrocinada por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), que examinarán el potencial de la energía nuclear.
Una tecnología pudiera eliminar todo el debate. La fisión nuclear es la reacción que se produce en el sol que convierte el hidrógeno en helio y produce una energía inmensa. Si esa reacción pudiera replicarse, la fisión nuclear pudiera aportarnos energía ilimitada y segura.
Sin embargo, la colaboración internacional en la costosa investigación que se necesita para hacer de la energía nuclear una realidad, ha sido lenta. El Reactor Internacional de Energía Termonuclear, un proyecto de investigación conjunta que involucra a varios gobiernos de todo el mundo se ha complicado por las discusiones sobre su ubicación.
Y aún, si el acuerdo se alcanzar pronto, los expertos estiman que pasarán varias décadas antes de que empiecen a verse los resultados comerciales.
VERSION AL ESPAÑOL DE IVAN PEREZ CARRION