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Cómo preservar la recuperación económica de Estados Unidos

<STRONG>FINANCIAL TIMES</STRONG><BR>Cómo preservar la recuperación económica de Estados Unidos

Por tercer año consecutivo la recuperación económica de Estados Unidos parece estar estancándose. Los últimos números de empleos del mes, que en 69,000 fue apenas suficiente para mantener el ritmo con el crecimiento de la población, fue el tercero en fila en decepcionar.

Así de inquietante, un grupo de números fue revisado a la baja, con el producto interno bruto del primer trimestre creciendo por un 1.9% desde el estimado anterior de 2.2%. Los números de empleos de abril ya anémicos fueron también reducidos hasta un nivel por debajo de los estimados iniciales. Una vez más, un inicio prometedor para el año parece estar diluyéndose.

Al igual que con los dos años anteriores, los estadounidenses pueden apuntar hacia un número de responsables externos. El año pasado fue el desastre nuclear de Fukushima, la crisis del euro y el incremento en los precios del petróleo. Este año, la depresión en China, la India y Brasil se suma a la crisis del euro que parece que se verá empeorar.

El único respiro es en el precio del petróleo, que ha bajado brevemente en las últimas semanas debido a la depresión mundial. Entonces, ¿qué se puede hacer para reavivar la recuperación económica estadounidense? Lamentablemente, no hay nuevos remedios mágicos que no hayan sido usados y tratados antes. Casi ciertamente, las herramientas principales, la monetaria y la fiscal, todavía tienen que ser desplegadas tan efectivamente como se pueda.

Y una tercera herramienta que podemos etiquetar como la “psicológica”, mayormente se está manejando con el efecto negativo.

En adición, a la desaceleración global, la recuperación de Estados Unidos es obstaculizada por el espectro de otra pugna que se avecina en relación al límite de deuda soberana al final de este año.

En los tres aspectos hay todavía bastante que se pudiera hacer. Primero, y más inmediatamente, Ben Bernanke podría revertir la tendencia alcista en la Reserva Federal y  anunciar una tercera ronda de alivio cuantitativo en la reunión del Comité Federal de Mercado Abierto a final de este mes. Los pesimistas han estado pronosticando una galopante inflación desde el inicio de la crisis financiera en el 2008. Claramente, los mercados no están de acuerdo. Los rendimientos de la Tesorería de EE.UU. continúan cayendo, la semana pasada el bono a diez años llegó a una baja histórica de 1.45%. Obviamente, es imposible para la Fed reducir su tasa de descuento hasta por debajo de cero. Pero si las cosas se deterioran más, se podría duplicar el objetivo de inflación hasta un 4%. Segundo, la política fiscal se está tornando un lastre sobre el poco crecimiento que EEUU está generando. Esto es innecesario y destructivo. En estos bajos rendimientos, al Gobierno de EE.UU. se le está esencialmente ofreciendo dinero libre para invertir en la futura capacidad productiva de Estados Unidos. Verdaderamente, como ha sido argumentado en los últimos días por Brad DeLong y Lawrence Summers, lo que sea que se invierta en estas tasas es posible que pague por sí misma en más alto crecimiento y beneficios. El tamaño y naturaleza del mercado de deuda soberana de EE.UU., implica que los compradores de bonos no son un riesgo de fuga, a diferencia de muchas economías más pequeñas. Por tanto, EE.UU. puede y debería elegir una política fiscal más expansiva. Los presupuestos podrían idealmente balancearse en el ciclo. Pero ellos también deberían ser contra-cíclicos. Un remedio posible sería vincular la duración del otro estímulo al retorno a la tendencia de crecimiento. Eso, en cambio, provocaría un plan a mediano plazo para reducir el déficit de EEUU conjuntamente con las líneas establecidas por el plan Simpson-Bowles. En teoría esto no debería ser difícil. Lo que nos lleva al estado de las políticas de EEUU. En práctica, las posibilidades de un estímulo fiscal están cerca de cero antes de noviembre. El pozo está demasiado envenenado en el Capitolio para que una iniciativa tal tenga éxito. Pero, marginalmente, hay mejores terrenos para esperar que los dos partidos pudieran al menos comenzar las conversaciones para evitar una depresión fiscal después de las elecciones. La incertidumbre sobre el “precipicio fiscal” de EEUU está teniendo un efecto sobre las empresas, que siguen estando renuentes a invertir su acaparamiento récord de reservas de efectivo. Para estar seguros, la mayoría de esa renuencia se debe a la anémica demanda. Pero la incertidumbre fiscal es un creciente obstáculo.¿Sería demasiado pedir que el Congreso comience a trabajar ahora para evitar ese inminente choque de trenes? En primer lugar, Ben Bernanke podría revertir la tendencia alcista de la Reserva Federal.

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Se estanca

1. Por tercer año consecutivo la recuperación económica de Estados Unidos parece estar estancándose.

2.  Los  números de empleos del mes, que en 69,000 fue apenas  para mantener el ritmo con el crecimiento de la población, fue el tercero en fila en decepcionar.

3. El único respiro es en el precio del petróleo, que ha bajado  en las últimas semanas por la depresión mundial. ¿Qué se puede hacer para reavivar la recuperación económica?

¿Es mi abogado  buena alternativa para ser fideicomisario?

Lucy Warwick-Ching

Estoy en el proceso de restructurar algunas de mis finanzas y legalmente se me requiere nombrar un fideicomisario. No tengo contactos personales con quien me sienta cómodo cediendo esta responsabilidad, así que estoy considerando solicitar a mi abogado que lleve a cabo este rol.

No obstante, no estoy completamente seguro de las implicaciones de hacer esto, o si la práctica es común. ¿Habrá otras opciones que pudieran proporcionar una buena alternativa? Chris Belcher, socio y director de latifundios en la firma de abogados Mills & Reeve, dice que no hay obligación de nombrar un abogado o a cualquier tipo particular de profesional como su fideicomisario.

Más importante, el rol debe darse a una persona o personas que usted crea actuarán en los mejores intereses de los beneficiarios del fideicomiso. Como profesional regulado y experimentado, uno esperaría que un abogado sea el candidato ideal, pero hay argumentos tanto a favor como en contra.

Un abogado experimentado tendrá el conocimiento y experticio para actuar como su fideicomisario. Además, el abogado es regulado por la Autoridad de Regulación de Abogados y está obligado a portar un seguro de responsabilidad profesional, dándole cierto confort en caso de que las cosas vayan mal.

No obstante, un nombramiento de fideicomisario es todavía una responsabilidad personal, y el abogado puede indicar el uso de una “sociedad de inversión” para que actúe como fideicomisario. Esta es una compañía limitada, típicamente propiedad de los socios de una firma de abogados.

Una de las razones para hacerlo de esta forma es que una sociedad de inversión no puede enfermarse, retirarse o morir, y así ofrece un nivel de certeza y consistencia en el futuro, con todos los beneficios del nombramiento de un profesional. Como fideicomisario, su abogado típicamente no tendrá los mismos vínculos emocionales a los beneficiarios como puede tener un miembro cercano de la familia o un amigo personal. Esto permite al abogado tomar decisiones imparciales con las cuales un individuo más involucrado emocionalmente podría tener problemas.

La otra cara de este argumento es que los amigos cercanos o miembros de la familia es más posible que estén familiarizados con sus verdaderas intenciones o sentimientos hacia un asunto en particular, de forma que si surgen las complicaciones, ellos tendrán la esperanza de resolverlo en una forma que usted desee. Uno esperaría que los términos del fideicomiso sean suficientemente claros para evitar esta situación.

Las ventajas de nombrar un abogado vienen en el costo financiero. Una persona común típicamente no cobrará honorarios por sus servicios como fideicomisario, pero un abogado, u otro profesional financiero, sí lo hará. El asunto de los honorarios es algo a considerar seriamente cuando se decida si usar un abogado como fideicomisario.
VERSIÓN AL ESPAÑOL DE ROSANNA CAPELLA

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