FINANCIAL TIMES
Daños Sandy tiran  por la ventana teoría desastres databa de 1850

<STRONG>FINANCIAL TIMES<BR></STRONG>Daños Sandy tiran  por la ventana teoría desastres databa de 1850

Ed Crooks  
Nueva York
Cuando los economistas piensen sobre los efectos de los desastres naturales, la idea que les llega de primero es la “falacia de las ventanas rotas”: la observación de que si una ventana se rompe y luego se arregla, esta acción no crea ningún beneficio para la economía.

 Fue acuñado en 1850 por el economista francés Frédéric Bastiat, quien señaló que un cabeza de familia que gasta seis francos reparando una ventaja rota, entonces no tendrá ese dinero para gastar en otras cosas.

Se ha convertido en la explicación estándar de porqué los desastres naturales o las guerras no hacen que una economía esté mejor a pesar de las apariencias en sentido contrario.

Bastiat observa que el beneficio inmediato de gastar en la reconstrucción es visible, pero que las oportunidades perdidas para gastar en otros lugares es “lo que no se ha visto”.

Sin embargo, mientras los análisis son ampliamente aceptados por los economistas, hay varias calificaciones que afectarán el impacto de Sandy en la economía de EEUU.

Lo primero es que aunque Bastiat tenía razón sobre la realidad económica de que “la sociedad pierde el valor de los objetos innecesariamente destruidos”, eso no se refleja apropiadamente en la contabilidad del ingreso nacional.

Si una vivienda es devastada por una inundación o el tendido eléctrico es derribado por un árbol, esa pérdida de valor no es contabilizada en el producto interno bruto.

Pero la reconstrucción de viviendas y la fabricación de nuevos cables crean un incremento en el PIB reportado.

Como lo expresó Michael Gapen, alto economista de EEUU en Barclays: “Algo paradójico, la destrucción directa de la reserva de capital no es un evento del PIB, pero el esfuerzo de reconstrucción sí lo es”.

Ese es el porqué aunque la economía de EEUU no esté genuinamente mejor como resultado de Sandy, hará que las cifras del PIB parezcan más fuertes el año próximo.

Otra calificación, que tiene más que ver con la realidad económica que con la medición errónea, es que la reconstrucción a menudo no es algo tan sencillo como reemplazar una ventana rota.

Andrew Cuomo, gobernador del estado de Nueva York, ha estado argumentando que “vamos a reconstruir mejor que nunca antes”.

Donde la inversión ofrece una calidad mejorada, como suministros eléctricos más confiables o viviendas que estén menos en riesgo de las inundaciones, esos son beneficios reales que merecen ser registrados en el PIB.

La otra calificación importante viene de una economía como la de Estados Unidos, que tiene un alto desempleo cíclico y capacidad de reserva.

 Los economistas keynesianos afirman que el gasto en la reconstrucción puede crear real crecimiento económico por la generación del empleo para la gente que de otra forma estaría sin trabajo.

La reconstrucción post Sandy podría estar en una versión de escala menor que el paquete de estímulo de $787  mil millones de Barack Obama en el 2009. 

Los desacuerdos políticos sobre la eficacia de tales estímulos, que han sido fuertemente criticados por los republicanos, determinan la escena para el potencial conflicto político en el Congreso respecto el financiamiento de la reconstrucción, una vez que las elecciones terminen.

Compensar los beneficios potenciales de la reconstrucción de Nueva York y Nueva Jersey son posibles costos a largo plazo. El mayor daño a la economía que un desastre puede hacer es si esta conduce a cambios estructurales que dañen la productividad.

Los ataques terroristas del 9/11, por ejemplo, impusieron un costo permanente sobre la economía de EEUU fijando precauciones más extensas y de seguridad intrusiva.

La ciudad de Nueva York sería afectada con posibles costos a largo plazo para el financiamiento de las industrias de tecnología y medios de comunicaciones en caso de que muchas empresas e individuos decidieran que la amenaza de inundaciones fuera demasiado grande.

Una simple tormenta puede ser improbable que tenga ese efecto. Pero con tres de las 10 marcas de aguas altas en el sur de Manhattan desde 1900 llegando en los pasados dos años, el peligro a largo plazo, influenciado por el cambio climático, es el mayor temor que surge a raíz de Sandy.

Dentro de las escaseces se puede mencionar que las bajas reservas de gasolina han hecho el golpe aún más duro.  Las reservas de gasolina en la región de Nueva York fueron las más bajas en los registros justo antes del huracán Sandy, al igual que el reducido suministro de combustible, reflejan los cierres de las refinerías y un cambio en la estructura de los mercados de futuros.

Los inventarios en los estados de EEUU afectados más duramente por Sandy estuvieron en una baja histórica de 20.4 millones de barriles a finales de septiembre, rebotando ligeramente en la semana antes de la tormenta, pero todavía en la décimo segunda lectura más baja desde que comenzó la data del gobierno.

El fin de semana los residentes del área metropolitana de Nueva York continuaban haciendo fila por horas en vehículos o con contenedores rojos para conseguir gasolina. Las filas persistieron a pesar de las exenciones de emergencia de las normas ambientales y de transporte que implican agregar suministros de combustible.

Los analistas dijeron que las inundaciones y la falta de electricidad tenían la culpa de las deficiencias y que eso había paralizado las bombas en las terminales tanqueras y las estaciones minoristas de gasolina. Sin embargo, mayores reservas habrían ayudado a aliviar los suministros.

Eric Slifka, director ejecutivo de Global Partners, uno de los mayores distribuidores de gasolina de la región, dijo: “Tampoco se puede acceder a los barriles. Tenemos cinco barcazas en el puerto de Nueva York que no pueden moverse desde el domingo hasta el jueves. Ellas se han quedado allí cargadas con el producto, y no se pueden mover”.

 Las bajas reservas tuvieron lugar en un momento en que los futuros de la gasolina están en un fuerte “backwardation”, un patrón en el cual los precios de contado se venden con una prima sobre los futuros para su entrega posterior.

Esta prima no recompensa a los comerciantes por almacenar el combustible, así que ellos operan con inventarios bajos.

Las claves

1.  Ventana rota

Cuando los economistas piensen sobre los efectos de los desastres naturales, la idea que les llega de la “falacia de las ventanas rotas”: la observación de que si una ventana se rompe y luego se arregla, esta acción  beneficia economía.

2.  Razón

Bastiat tenía razón sobre la realidad económica de que “la sociedad pierde el valor de los objetos innecesariamente destruidos”.

 VERSIÓN AL ESPAÑOL DE ROSANNA CAPELLA

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