FINANCIAL TIMES
Debate pos crisis genera muchas iniciativas contra riesgo sistémico

<STRONG>FINANCIAL TIMES<BR></STRONG>Debate pos crisis genera muchas iniciativas contra riesgo sistémico

El debate post-crisis ha generado  muchas iniciativas con el objetivo de reducir el riesgo sistémico, como por ejemplo: más altas proporciones de capital y de liquidez; limitaciones sobre el pago de los banqueros; así como los bancos que se están dividiendo. Pero, por ellas mismas estas iniciativas no prevendrán otra crisis. Lo que se necesita es un gran marco que se mantenga continuamente activo y que asegure la estabilidad del sistema financiero.

Mientras el enfoque global debe jugar una parte, la implementación de una política necesitará permanecer a nivel local. Tales iniciativas son evidentes en Estados Unidos, Europa y en otros lugares. Y en Reino Unido, la definida responsabilidad de mantener la estabilidad financiera parece posible, y correctamente, será restaurada por el Banco de Inglaterra.

La pregunta es, ¿cuál es la mejor forma de llevar a cabo este deber? En el centro del marco debe haber una entidad, llámese un comité de política sistémica (SPC, por sus siglas en inglés), con la disposición de prevenir la creación de tensión sistémica. Su remisión sería para identificar y mitigar amenazas para la estabilidad financiera aplicando su propio instrumento político y, donde sea necesario, recomendar acción a otros. Su toma de decisiones debe ser transparente y responsable.

Llevar esto a cabo involucra difíciles juicios, pero hay dos características que merecen especial consideración. Primero, el propio instrumento político del SPC y su relación con otros instrumentos que tengan un impacto sobre la estabilidad financiera. Segundo, la interacción con la política monetaria.

¿Qué es lo que estamos tratando de detener? El punto de partida que es la causa de esta crisis financiera: el crédito fácil y los excesivos niveles de apalancamiento. A medida que aumenta el apalancamiento en el sistema (a través de los bancos, quasi-bancos, derivados y garantías), asimismo lo hace la vulnerabilidad a la crisis.

Del mismo modo, un instrumento se necesita que dirija la creación del apalancamiento. Con las tasas de interés asignadas a un objetivo de inflación, el candidato más prometedor son las proporciones del capital, que afectan el costo de intermediación y el precio del crédito. La experiencia de fijar la política monetaria muestra los beneficios de unir instrumentos políticos individuales para especificar los objetivos de política.

Esto, junto con la transparente toma de decisiones, ayuda a los legisladores a enfocarse en sus objetivos y a promover un entendimiento más amplio de su “función reacción” que puede modificar las expectativas y el comportamiento.

No obstante, está claro que otras áreas de política también afectan la estabilidad sistémica. Para algunos el SPC puede hacer recomendaciones y esperar una respuesta sobre una base de “cumplir o explicar”. Si las recomendaciones son rechazadas, el SPC puede necesitar alterar su enfoque. Para otros, el SPC podría estar limitado a tomar en cuenta una postura política dada. La política regulativa-supervisora y monetaria puede caer en la primera categoría; y la política fiscal y de competencia en la última.

El punto de contacto con la política monetaria requiere una inspección más cercana. Algunos argumentan que la política monetaria y sistémica podría ser responsabilidad de un comité político extendido. Pero, sin embargo, apelando a otras consideraciones que intervengan.

Primero, introducir más objetivos políticos complica la implementación de una tarea ya difícil. Las jurisdicciones que atentan con entregar objetivos severos con el único instrumento de las tasas de interés a corto plazo, a menudo enfrentan mayor dificultad en explicar las decisiones políticas y en ampliar las expectativas inflacionarias.

Segundo, las capacidades requeridas por aquellos que fijan las políticas de estabilidad financiera y monetaria difieren en importantes aspectos. La experiencia de supervisión y mercados financieros es esencial en el contexto de estabilidad financiera, justo como un entendimiento de análisis macroeconómico y modelación que se necesitan para la política monetaria. Cada área necesita la correcta combinación de experiencia.

Tercero, hay una diferencia fundamental en el proceso de evaluación. La política monetaria se juzga por la estabilidad alrededor de un objetivo en el tiempo por el cual hay una evidencia razonablemente clara. En el caso de la estabilidad financiera, mientras la inestabilidad es obvia, por el momento en que ese punto se alcanza, la política ha fracasado. En cambio, la política para prevenir que surja un estado de inestabilidad tiene que estar basada en probabilidades inobservables.

En general, hay mucho que aprender acerca de enmarcar e implementar la política de estabilidad financiera. Ésta necesita encontrar su propio lugar en el pensamiento de las autoridades, y volverse parte de la vida diaria. Es un gran desafío, pero la falla en dirigirlo nos condena a repetir el desastre.

Las claves

1.  Interrogante

¿Cuál es la mejor forma de llevar a cabo este deber? En el centro del marco debe haber una entidad, llámese un comité de política sistémica (SPC, por sus siglas en inglés), con la disposición de prevenir la creación de tensión sistémica.

2.  Dos características

Llevar esto a cabo involucra difíciles juicios, pero hay dos características que merecen especial consideración. Primero, el propio instrumento político del SPC y su relación con otros instrumentos que tengan un impacto sobre la estabilidad financiera. Segundo, la interacción con la política monetaria.

3.  Política regulativa 

 La política regulativa-supervisora y monetaria puede caer en la primera categoría; y la política fiscal y de competencia en la última. El punto de contacto con la política monetaria requiere una inspección más cercana.

Lecciones para vivir con las cosas que pasan

Jurek Martin.  FT.  Vivir en Japón me hace más paciente. No elimina la ansiedad fomentada por la testosterona característica de los hombres occidentales, sino que sólo la disminuye. Parece que ponerse furioso no siempre es una forma productiva de afrontar los problemas.

Esta revelación me llegó a través de la vivencia de un monumental embotellamiento de tráfico en las afueras de Tokio, en el cual nos tomó 13 horas viajar 150 kilómetros. Escribí acerca de ello, la mayor parte en mi cabeza mientras el carro estaba inmóvil, bajo el título “Fin de semana perdido de camino a Shimoda”.

El punto es, que ninguno de los conductores que estaban a mi alrededor se puso furioso. Ellos no tocaron las bocinas, ni golpearon los volantes o les dieron palizas a sus niños. En cambio, ellos compartieron alimentos y bebidas con aquellos que igualmente estaban parados en el tapón; algunos inclusive se detuvieron en los bordes de las carreteras para hacer parrilladas.

Después de todo, estábamos en el mismo bote, o carro. Ahí fue cuando yo primero escuché la inmortal expresión japonesa, shoganaide-de, kudasai, que significa, más o menos, “esto no tiene remedio”. Hasta la fecha, ya yo no toco la bocina a menos que la vida de alguien esté en peligro. Cuando hay un coro de bocinas tocando desaforadamente afuera de nuestra casa, a veces educadamente yo hasta les propongo que desistan porque de otra manera ellos me pondrán furioso a mí también.

No está  completamente claro que la preferencia japonesa a aceptar pasivamente lo inevitable le ha servido de mucho al país. Económicamente hablando, este generó la “década perdida” (que ahora son dos), mientras un nuevo primer ministro cada tercer miércoles no inspira exactamente confianza en el sistema político (también esto hace muy difícil que los extranjeros interesados se mantengan al ritmo de las políticas japonesas). Todavía, China permanece como un país muy afable.

Por el contrario, explotar de furia porque las cosas no andan muy bien, puede que tampoco sea la solución. Y ese es un problema muy americano. Ahora está de moda, enojarse por casi cualquier cosa. Esto quizás se podría esperar de los políticos, que siempre procuran atrapar cualquier brisita que pasa, pero esto está penetrando a todos los estratos sociales. Una nueva generación de presentadores de noticias de cablevisión, que aún en temas no polémicos parecen irascibles de modo tal, que en un momento dado se dificulta diferenciar cuál de todas las noticias es la actual. En ese sentido, se busca cualquier evidencia de gracia y de cortesía, lo cual Barack Obama posee dentro de sus huesos, pero por desgracia en este momento parece más un perjuicio para él. 

VERSIÓN AL ESPAÑOL DE  ROSANNA CAPELLA

Publicaciones Relacionadas

Más leídas