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El índice de rascacielos, por mucho tiempo discutido

FINANCIAL TIMES<BR>El índice de rascacielos, por mucho tiempo discutido

Los diseños audaces dicen algo sobre las ambiciones y prioridades de una compañía, y posiblemente hablan también de las proyecciones de su futuro.

El índice de rascacielos, por mucho tiempo discutido, pero que nunca ha sido formalmente introducido, es uno de los grandes e irreverentes indicadores económicos.

La idea es que hay una correlación entre los periodos en que los más altos rascacielos son construidos y la inminencia de la crisis financiera.

Piense en la apertura del Empire State Building en la crisis de Wall Street de 1929, las Torres Gemelas siendo terminadas cuando la ciudad de Nueva York se estaba aproximando a la bancarrota o las Torres Petronas en Kuala Lumpur asumiendo el cargo del edificio más alto del mundo y al mismo tiempo presagiando la crisis financiera asiática.

Más recientemente, la construcción del Burj Khalifa, la estructura más alta del mundo, que anunció el colapso del mercado de propiedades de Dubai.

El índice no es del todo sorprendente: los edificios súper altos son casi inevitablemente concebidos en un momento de auge y toman tanto tiempo para construirse que una depresión no puede quedarles lejos de la vuelta de la esquina.

No obstante, también hay otra correlación: entre las corporaciones comisionando gigantescas sedes y un pico más allá del cual sólo hay declive. ¿Será la noticia que los gigantes de la tecnología del mundo incluyendo a Apple, Google y Facebook, están planeando ambiciosas construcciones, algo de lo que debemos estar nerviosos?

Un número de ejemplos históricos de alto perfil puede que nos haga hacer una pausa. Piense en el centellante cristal sobre el Columbus Circle de AOL Warner Times en Nueva York. Las acciones de la compañía cayeron de picada durante la construcción; Jeff Bewkes después de convertirse en el director ejecutivo de Time Warner, llamó la fusión entre AOL y su compañía “el mayor error en la historia corporativa”.

En el centro de la ciudad de Manhattan, el edificio del New York Times por Renzo Piano, arquitecto del Shard de Londres, fue adoptado como un símbolo de confianza y de orgullo cívico.  Al término de un par de años de finalizar el periódico, se vio forzado a vender su participación y arrendar su propio edificio ya que bajaron las ganancias de la publicidad impresa.

Entonces, está el curioso caso de la brillante torre de Gazprom propuesta en St Petersburg. Este “ícono” demostró ser una reversa de las normas usuales. Diseñado por los arquitectos RMJM con sedes en Escocia (una vez afamados por sus modernistas edificios públicos), el proyecto precedió a varias tensiones financieras para la empresa. Unesco, mientras tanto, advirtió que la construcción de lo que sería el edificio más alto de Europa amenazaría el estatus de Patrimonio de la Humanidad o World Heritage de la ciudad.

La nueva ola de propuestos mega rascacielos para las compañías tecnológicas más grandes puede, entonces, dar algunas razones para que se pongan las palmas sudorosas. El punto en el cual una corporación siente que necesita ser inmortalizada en un símbolo arquitectónico debería ser el punto en el que se hacen las preguntas sobre las prioridades.

La más sorprendente de todas es Apple, una compañía cuyo éxito se predica en su gusto por el diseño. Fue el cofundador Steve Jobs quien comisionó a Lord Foster para diseñar la sede de la empresa en Cupertino, California, una dona de vidrio que evoca la estación espacial en el 2001: Una Odisea Espacial.

El autoconsciente profesional futurismo del diseño de Lord Foster puede consonar con los constantes productos de Apple, pero, en medio del furor de las revelaciones de Edward Snowden, que igualmente evocan la arquitectura insular de defensa y seguridad del Pentágono y el GCHQ de Gran Bretaña. Hay algo casi siniestro en cuán autónomo es, indicando que esta es una empresa que no necesita  integrarse con su entorno, sino sólo sentarse en glorioso aislamiento.

Los vertiginosos costos de construcción en parte por los estrictos requerimientos establecidos por Jobs, han visto un incremento desde un inicial de $3 millardos hasta un nuevo estimado de alrededor de $5 millardos.

Al otro lado de la bahía, Facebook ha comisionado a Frank Gehry para diseñar su vasto campus Menlo Park. Diseñado para funcionar como una ciudad dentro de un edificio (como también ser tal vez la mayor oficina de planta abierta en el mundo), el cliente, a su favor, solicitó a Gehry que bajara el tono del diseño. Facebook ha querido crear el diseño lo más discreto que fuera posible, y Gehry ha respondido envolviendo el paisaje que lo rodea.

También Google ha estado haciendo movimientos, con el encargo directo de una enorme sede en su hogar Bay Area y otro en el King’s Cross de Londres.

El edificio California, una compleja superposición de forma de búmeran, ha sido diseñado por NBBJ, mientras el proyecto junto al canal de Londres por parte de AHMM es más sobrio y urbano, pero se estimaba que costaría la impresionante suma de £650 millones.

NBBJ también es responsable por el propuesto gigante de Amazon, un proyecto en el Denny Triangle del centro de Seattle, que consta de tres torres de 38 pisos, un par de edificios de tamaño mediano y un centro de conferencias. Los bloques son simples, pero la pieza central llamativa es un grupo de biodomes de ciencia ficción, situados como burbujas de jabón en una ajardinada plaza y creando un espacio verde para el clima más frío.

En Londres, Amazon se mudará a un nuevo edificio diseñado por arquitectos KPF. Tras el furor sobre la cantidad de impuestos que la empresa paga en Reino Unido, sin embargo, este parece renuente a llamarlo un rascacielos.

Finalmente, Bloomberg, al igual que Apple, solicitó a Lord Foster diseñar su nueva sede en Londres, un gran edificio en la ciudad en el lugar del templo romano de Mithras. Basado en la cultura de Zoroastro, los Mithras, con sus templos subterráneos y secretos apretones de manos suenan como un tipo de movimiento masónico, un intrigante paralelo para el mundo de las finanzas y sus misteriosos algoritmos de comercio.

Si los rascacielos pueden decirnos algo sobre la temperatura de una economía que se está sobrecalentando, ¿qué dirían estas nuevas sedes? ¿Será solamente que las compañías tecnológicas son ricas de efectivo y están hambrientas por cambiar al mundo virtual para dejar una marca en el mundo físico? ¿Será que finalmente han suplantado las finanzas como los amos del universo? ¿O es que su arrogancia se está comenzando a mostrar?         

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