FINANCIAL TIMES
En busca de  un plan para salvar a la Unión Europea

FINANCIAL TIMES<BR>En busca de  un plan para salvar a la Unión Europea

Se ha vuelto algo más que un mantra entre los líderes europeos que nosotros podemos estar seguros de que ellos salvarán el euro debido a que ellos tienen que salvar a la Unión Europea. Usted puede ver de dónde es que ellos vienen. La integración europea lucharía por sobrevivir a la desaparición de su emblemático proyecto.

A la afirmación, sin embargo, más bien le falta algo importante sobre la causalidad. La razón de que la moneda única esté en tan terribles problemas es que los gobiernos a lo largo de Europa han fallado en persuadir a los electores de que vale la pena salvar a la misma Unión Europea.

He dejado de contar los comentarios eruditos que he leído sobre el futuro de la unión monetaria, o la ausencia de este. Algunos dicen que la crisis podría ser resuelta de un plumazo por la emisión de los bonos de la eurozona.

Tim Geithner, secretario de la Tesorería de EEUU, ha llegado con un silbido que permitiría a los gobiernos aprovechar su capacidad financiera.

Otros insisten en que las leyes de hierro de las economías demandan que Grecia sea lanzada por la borda. Esto se llama al impago controlado. No estoy seguro de que los banqueros franceses y alemanes sean lo suficientemente sanguíneos sobre la perspectiva. Mis amigos de Bruselas esperan (o más bien tienen la esperanza de) un salto hacia la unión política. Los profetas de inclinación escéptica dicen que todo esto es inútil porque ellos sabían que todo a lo largo de la moneda única estaba condenado.

Los comentarios que me confunden son los que dicen en un suspiro que la eurozona no puede sobrevivir y seguir en lo adelante afirmando que la ruptura es imposible debido a los potenciales costos. Mejor quizás para que los lectores tomen sus propias conclusiones.

Por mi parte, me maravillo de las certezas de los que ofrecen audaces predicciones y prescripciones. Seguramente, si hemos aprendido algo durante la década pasada es a ser precavidos respecto a las simplicidades. Fue hasta ayer que alguien estuvo de acuerdo en que el futuro sería escrito por la unión de la hegemonía de EEUU para la inexorable marcha del capitalismo liberal.

Desde las últimas conversaciones que he tenido con ministros y oficiales europeos, el pasajero en el metro de Atenas o Berlín, existe la misma posibilidad de estar en lo correcto al igual que la multitud de analistas y expertos.

En un elocuente ensayo de FT, Larry Summers observaba que haciendo lo suficiente para mantener el espectáculo en camino hoy, los líderes de Europa pueden bien verlo a toda velocidad hacia un desesperado mañana; difícil de discutir sobre eso. Más allá de esto, se puede lanzar una moneda.

La crisis puede bien llegar un punto decisivo. Salir del paso, también podría sólo confundir. Mi opinión es que incluso Angela Merkel, la canciller de Alemania, todavía no sabe si la historia la registrará como la asesina o como la salvadora del euro. De cualquier forma, la perspectiva económica es bastante sombría.

Esta es, por encima de todo, una crisis política. Los cálculos sobre déficits, la sostenibilidad de deuda y los impagos son lo suficientemente interesantes. Pero las corrientes actuales son políticas, la coalición entre la idea de que los gobiernos de la eurozona están en esto juntos y la tentación de pensar que son mejores por su propia cuenta.

Si el problema de Europa era simplemente la ruptura del sistema monetario nos estaríamos preguntando que fue todo ese alboroto. Grandes como parecen los números, las deudas de los países periféricos son una pequeña fracción de la producción de la eurozona. Lo que queda en forma de una resolución de la crisis no es la ausencia de un arreglo plausible o técnico, sino la resucitación de los nacionalismos del continente.

Usted puede ver porqué el solitario populismo es seductor. Con los marcos alemanes en sus bolsillos, los alemanes podrían volver a ser alemanes, ahorrando e invirtiendo los premios de la prudencia y del trabajo duro. Los griegos podrían liberarse de los grilletes de la austeridad teutónica y dirigirse de vuelta a las playas por medio del repudio de sus deudas. Por supuesto, esto no funcionaría así. Alemania no prosperaría en una Europa en bancarrota. Por un lado, sus bancos están llenos de deuda soberana poco fiable. Por el otro lado, el impago es una ruta de escape estrictamente temporal. Las economías deudoras no pueden escapar indefinidamente a las duras alternativas. Pero entonces, esa es la atracción superficial del nacionalismo: esto elimina las irritantes realidades de interdependencia para pretender que todo estaría bien si sólo los extranjeros fueran mantenidos a raya.

El desenlace de los que los anticuados europeos de cierta edad llaman solidaridad comenzó mucho antes del inicio de la crisis actual. El acercamiento franco-alemán que inspiró a los padres fundadores es dado por seguro. El colapso de la Unión Soviética eliminó la compartida amenaza existencial. La paz y la prosperidad se asumen que ahora serán el orden natural. Cuando los líderes políticos reclaman que ellos están limitados por los electores, lo que ellos quieren decir es que no han hecho el argumento para Europa.

No es tan difícil. Si el occidente enfrenta relativamente un inevitable declive, Europa parece estar en caída libre. La conversación en Beijing, La India y Ankara es sobre la irrelevancia europea. Actuando juntos, los gobiernos de la U.E. pueden reclamar un rol, incluso uno significativo, en la fijación de las normativas del juego global. Individualmente ellos tienen poco dominio para hablar de eso. Incluso Alemania, como alguien dijo una vez, es demasiado pequeña para el mundo.

Los europeos una vez sabían esto. El cambio de marcha de la globalización y del poder hacia el este, subraya el punto. Las naciones europeas prosperan en un sistema basado en normas. Una Europa que cuenta en un mundo multipolar exportaría su modelo de multilateralismo.

La cooperación o la integración, llámelo como quiera, no absuelven los gobiernos individuales de la responsabilidad. Los estados del sur no pueden indefinidamente sostener la decreciente competitividad. Si el diseño de la moneda única era defectuoso, Italia, España, Portugal e Irlanda, como también Grecia, están cosechando las consecuencias de decisiones tomadas en sus capitales nacionales.

Pero, los países deudores y acreedores por igual deben también coincidir en que vale la pena salvar la U.E. Cuando escribí sobre el retorno de un orden westfaliano, algunos lectores respondieron con la pregunta si había algo de malo con eso. He pensado que el conteo de cadáveres en la primera mitad del siglo XX habla por sí mismo. Pero, tal vez  también cabe denotar que ya en 1648 Europa era un continente naciente.

Sostener la unión monetaria requiere líderes de la eurozona en ambos lados de la división económica actual para hacer el argumento político para el euro. Para hacer eso, ellos deben primero hacer el argumento para Europa. 

Las claves

1.  Unión política

Según el autor Philip Stephens sus amigos de Bruselas esperan (o más bien tienen la esperanza de) un salto hacia la unión política. Los profetas de inclinación escéptica dicen que todo esto es inútil porque ellos sabían que todo a lo largo de la moneda única estaba condenado.

2.  Perspectiva sombría

La crisis puede bien llegar un punto decisivo. Salir del paso, también podría sólo confundir. En  opinión de Philip Stephens,  de Financial Times, es que incluso Angela Merkel, la canciller de Alemania, todavía no sabe si la historia la registrará como la asesina o como la salvadora del euro. De cualquier forma, la perspectiva económica es bastante sombría.

VERSIÓN AL ESPAÑOL DE ROSANNA CAPELLA

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