FINANCIAL TIMES
Finanzas  gobierno demasiado  frágiles para apoyar a los bancos

<STRONG>FINANCIAL TIMES<BR></STRONG>Finanzas  gobierno demasiado  frágiles para apoyar a los bancos

NORMA COHEN Y SHARLENE GOFF
El peor caso de desastre del euro. El posible giro más sombrío de los eventos, de acuerdo a Conall Mac Coille, economista en Davy Research, es que un país europeo falle en pagar causando una repentina pérdida de confianza en relación a las deudas de otras naciones y un masivo retiro de liquidez de los bancos del sector privado a todo lo largo de la región, amenazan con el colapso.

Con las finanzas del gobierno demasiado frágiles para apoyar a los bancos, estos también colapsarían, y otros bancos fuera de la región caerían como dominós en el momento en que los inversionistas retiren liquidez y disparen las acciones.

Para el sistema bancario de Reino Unido, las implicaciones serían severas, a pesar de que los bancos de la nación han sido bastante sólidos al establecer las reservas para posibles pérdidas en los bonos gubernamentales de la eurozona.

Un escenario de “armageddon”, como el desmembramiento del euro o el impago por parte de Italia, España o Francia, paralizaría el sistema financiero del mundo y causaría grave daño al sector bancario de R.U. La liquidez se evaporaría a medida que las líneas de crédito de los bancos sean retiradas. Mientras tanto, sus amortiguadores de capital, que serían suprimidos como deudas malas y las cuales han entrado bajo control en los últimos meses, se disparan una vez más.

El debilitamiento adicional en Irlanda, donde los dos bancos respaldados por el gobierno de R.U., Lloyds y Royal Bank of Scotland, que están particularmente expuestos, podría erosionar el capital hasta tal punto que fueran requeridos rescates del gobierno. Los bancos serían forzados a un racionamiento suplementario del crédito, potencialmente poniendo un fin a la “tolerancia” para los propietarios de viviendas y empresas y extendiendo una ronda de ejecuciones hipotecarias e insolvencias.

Además, las reacciones violentas se esparcirán mucho más allá del sector bancario.

Una fuerte disminución en la demanda local en algunos estados más grandes podrían mitigar las exportaciones de bienes y servicios de Reino Unido, con un efecto en cadena en la producción de Gran Bretaña. En cambio eso bajaría los recibos fiscales, haciendo aún más difícil para el gobierno llegar a su objetivo de traer el gasto en línea con el producto interno bruto. Y al igual que los estabilizadores automáticos, tales como los beneficios de desempleo, los gastos aumentarían más allá de los pronósticos oficiales.

Un giro más optimista de los acontecimientos sería lo que Mervyn King insinuó cuando él dijo en una conferencia de prensa que el Banco Central Europeo ya se había salido del límite de lo que un banco central puede hacer y llamó a los políticos presenten un método sensible de compartición de carga entre las naciones deudoras y las acreedoras.

Asumiendo que ellos fueran a hacer eso, los estados miembro de la zona del euro estarían de acuerdo en la participación justa que cada uno debe tener en financiar los bonos de la eurozona lo cual en cambio daría más fuerza al fondo de estabilidad financiera europea.

El fondo entonces podría emitir, por ejemplo €100 millardos a los estados-miembro afectados,  permitiendo que cada uno compre sus propios bonos soberanos en el mercado a la par. Los rendimientos sobre la deuda soberana colapsarían y la proporción de deuda hasta el PIB mejoraría de la noche a la mañana.

En este escenario, cada estado pondría un creíble plan fiscal para poner sus finanzas en orden, pero a un ritmo que también permita un crecimiento modesto.

El sector bancario gradualmente retornaría a la salud. Ayudando a restaurar la confianza, el movimiento impulsaría los precios de las acciones de los bancos y reduciría sus costos de financiamiento. Mientras la economía se estabiliza, el gobierno introduciría medidas diseñadas para estimular el crecimiento en R.U. y motivar a los individuos y empresas pequeñas a comenzar a tomar prestado otra vez. Las deudas malas bajarían, haciendo a los bancos más capaces de prestar, mientras el acceso a finanzas más baratas facilitaría la presión sobre sus márgenes y aumentaría los retornos.

Entonces los bancos podrían volver a invertir en sus empresas, creando empleos y proporcionando un impulso a la economía. Mientras las reservas de los bancos aumentan, el gobierno podría comenzar a vender sus participaciones en Lloyds y RBS, lo cual, en cambio, ayudaría a reducir el déficit.

Pero si estos son el escenario mayor y peor, ¿cuál sería el más probable? La última experiencia indica, por desgracia, que los gobiernos optarían por salir del paso, sólo creando duras alternativas cuando no quedan otras.

Las claves

1.  Colapasarían

Con las finanzas del gobierno demasiado frágiles para apoyar a los bancos, éstos también colapsarían.

2.  Reino Unido

Para el sistema bancario de Reino Unido, las implicaciones serían severas.

3.  Parálisis del sistema

Un escenario de “armageddon”, como el desmembramiento del euro o el impago  de Italia, España o Francia, paralizaría el sistema financiero del mundo. La liquidez se evaporaría a medida que las líneas de crédito se retiren.

Baja confianza de líderes empresariales en sus industrias

Sarah O’Connor

En Londres

La confianza de los líderes empresariales en sus industrias y la economía global se deterioró fuertemente en los meses que precedieron a la última crisis del mercado, de acuerdo al Financial Times/Economist Global Business Barometer.

La encuesta de más de 1,500 ejecutivos a nivel mundial, conducida entre el 22 de junio y el 29 de julio, muestra que el mundo corporativo ha estado perdiendo rápidamente la fe en el futuro incluso antes que el pánico estallara en los mercados de reservas globales la semana pasada.

El barómetro empresarial, que es conducido por Financial Times y The Economist por la Unidad de Inteligencia Economista, presenta que un 34% de los respondientes esperaban que las condiciones empresariales en la economía global empeoraran en los próximos seis meses superando el 23% de los que pensaban que las condiciones mejorarían.

 Tres meses antes hubo dos veces más optimistas que pesimistas.

Aunque un 70% de los encuestados dijeron que el riesgo económico y del mercado era la mayor amenaza para sus compañías, en comparación con cerca de un 60% tres meses atrás.

El pesimismo estaba también incrementándose entre los líderes empresariales respecto sus propias industrias y compañías.

 Los directores financieros eran los más pesimistas sobre las perspectivas, mientras que los jefes ejecutivos y directores eran los más optimistas.

La gente que trabaja en el sector aeroespacial y el de defensa, así como en el sector público y el de ventas al detalle, esperaba tener tiempos más difíciles en los próximos seis meses.

Mientras tanto, los ejecutivos que trabajan en medios de comunicación y agricultura eran los más confiados en sus proyecciones.

No obstante, los ejecutivos no reportaron mucho cambio en sus intenciones de contrataciones de personal, pues  alrededor de un 54% de ellos dijo que sus compañías intentaban incrementar su personal en los próximos 12 meses, comparado con el 55% en la encuesta anterior realizada en mayo pasado.

VERSIÓN AL ESPAÑOL DE ROSANNA CAPELLA

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