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¿Hacia dónde quiere Alemania que se dirija la Eurozona?

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Martin Wolf
Cómo terminará la crisis dentro de la eurozona? Muchas personas me han preguntado esto en Estados Unidos  en las últimas semanas. En particular, ¿cómo puede moverse la eurozona de la crisis hacia la estabilidad? Para responder esta pregunta, necesitamos distinguir tres aspectos de la depresión: hacia dónde va la eurozona; hacia dónde quiere Alemania que se dirija la eurozona; y hacia dónde necesita ir.

La posición actual de la eurozona parece deprimentemente clara. Un número de países miembros, dos de ellos, Italia y España, siendo grandes, ya tienen, o están al borde de tener, gobiernos incapaces de manejar su deuda pública si no es con ayuda. Gran parte de esa deuda es mantenida por sus bancos.

Muchos de estos han sido dañados, particularmente los países que experimentaron enormes burbujas inmobiliarias, grandes déficits fiscales, o ambos. Los gobiernos con débil capacidad crediticia se sienten obligados a rescatar a los frágiles sistemas bancarios que en cambio se esperaba que financiaran a los gobiernos tratando de apoyarlos: los borrachos buscan mantenerse en pie apoyándose uno del otro.

Los gobiernos también están obligados a intentar la austeridad fiscal en el momento que los sectores privados estén haciendo recortes: entre el 2007 y el 2012, el equilibrio fiscal del sector privado cambió del déficit hacia el superávit por un 16% del producto interno bruto en España. La austeridad adicional debilita tanto a las economías como a los bancos. Esto, en cambio, aumenta el desempleo y baja el ingreso gubernamental, rindiendo una inefectiva austeridad fiscal.

Mientras tanto, la falta de demanda en el centro refuerza la debilidad económica en la periferia, antes que compensarla. Con los deteriorados bancos, la dañada demanda privada, la demanda gubernamental contrayéndose y la demanda externa débil, las economías frágiles es posible que tengan una producción más pequeña y un desempleo más alto por dos o tres años desde ahora.

El premio por el malestar de hoy es malestar mañana. Si Grecia es “salvada” o no, por el momento es difícil creer que la eurozona de hoy sobrevivirá a esto, sobre todo, cuando el argumento principal a su favor, el de la integración económica y financiera, está siendo destruido.

Las empresas, en particular las instituciones financieras, buscan cada vez más combinar los activos y pasivos por país. Igualmente, sólo los países más valientes planearán la producción en la creencia de que el riesgo de tasa de intercambio ha sido eliminado.

Con un creciente porcentaje del riego transfronterizo ahora asumido por el Banco Central Europeo, el camino hacia la división se está volviendo más abierto. Este parece la jornada de un largo día hasta entrada la noche. Esto puede tomar semanas, meses o años.

 Pero la dirección, por desgracia, parece aún más clara. Ahora, cambiemos al segundo tema: ¿Cómo quiere Alemania que la eurozona se organice? Así es como yo entiendo las opiniones del gobierno alemán y de las autoridades alemanas: ni los bonos de la eurozona; ni el incremento de los fondos disponibles para el Mecanismo de Estabilidad Financiera (actualmente €500 millardos); ni el apoyo común del sistema bancario; ni la desviación de la austeridad fiscal, incluyendo a la misma Alemania; ni el financiamiento monetario de los gobiernos; ni la relajación de la política monetaria de la eurozona; y ningún poderoso impulso crediticio en Alemania.

El país acreedor, en cuyas manos radica el poder en una crisis, está diciendo “nein” al menos siete veces. ¿Cómo, me pregunto, los legisladores de Alemania creen que ellos pondrán fin al ciclo del destino de la eurozona? Yo tengo dos hipótesis.

La primera, es que ellos creen que no lo harán. Ellos esperan que la vida para algunas de las economías vulnerables se vuelva tan miserable que salgan voluntariamente, lo que reduce la eurozona a un núcleo de ideas afines, y disminuye los riesgos a la propia estabilidad fiscal y monetaria de Alemania de cualquier presión para rescatar las economías débiles.

La segunda hipótesis es que los alemanes realmente piensen que estas políticas podrían funcionar. Una posibilidad es que los países más débiles tengan una “devaluación interna” tan grande que ellos moverían grandes superávits externos con el resto del mundo, restaurando así la actividad económica.

Otra posibilidad es que una combinación de radicales reformas estructurales con una venta de liquidación de activos delinearía una ola de inversión extranjera directa.

Eso podría financiar el déficit de cuenta corriente en el corto plazo, y generar nueva actividad económica en el largo plazo. Tal vez los legisladores alemanes creen que será difícil la adaptación o la salida rápida. Pero “el riesgo moral”, al menos sería contenido y la exposición de Alemania se contendría, cualquiera que sea el resultado.

Sin embargo, la opción de “salida de los débiles” parece muy arriesgada y la opción del “ajuste doloroso y la venta de liquidación” tan inverosímil como para dirigir rápidamente de vuelta a la salida.

El peligro, además, no es sólo para los países más débiles. Alemania envía sólo un 5% de sus exportaciones hacia China, comparado con un 42% hacia el resto de la eurozona, mucho de lo cual sería interrumpido por una depresión. Lo que ha sucedido hasta ahora ha debilitado su economía que es dependiente de la exportación.

El Producto Interno Bruto (PIB) alemán fue solamente un 1% más alto en el primer trimestre de 2012 en comparación con cuatro años antes. Más allá de los peligros estrictamente económicos del daño a la “unión irrevocable seguramente radica un duradero desastre político para la hegemonía económica de la eurozona.   En resumen, la eurozona ahora se encuentra en un viaje hacia la ruptura que Alemania muestra poca voluntad de cambiar.

Esto no se debe a que las alternativas sean inconcebibles. Lo que se necesita es convertir algunos de los Nos en Sís: más financiamiento, idealmente por vía de algunos tipos de bonos de la eurozona; el respaldo colectivo de los bancos; menos contracción fiscal; más políticas monetarias expansionarias; y más fuerte demanda alemana. Tales cambios no garantizarían el éxito, pero le darían a la eurozona al menos una oportunidad de evitar el costo parcial o total de la división. Para funcionar en el largo plazo, tales cambios también requerirían mayor integración política. 

En octubre de 1939, Winston Churchill dijo: “No puedo pronosticarte la acción de Rusia. Es un acertijo, envuelto en un misterio, dentro de un enigma; pero tal vez hay una clave. Esa clave es el interés nacional ruso».

La clave en Europa hoy es la percepción de Alemania del interés nacional. Una vez que se vuelva evidente que sus condiciones no funcionarán, los líderes alemanes tendrán que elegir entre un naufragio y un cambio de rumbo. Yo no sé cuál Alemania elegirá.  No sé si sus líderes lo saben. Pero de esa alternativa es que pende el destino de Europa.

La cifra

5 por ciento. de sus exportaciones envío Alemania a China, comparado con un 42% hacia el resto de la eurozona, mucho de lo cual sería interrumpido por una depresión. Lo que ha sucedido hasta ahora ha debilitado su economía que es dependiente de la exportación.

VERSIÓN AL ESPAÑOL DE ROSANNA CAPELLA

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