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La desigualdad en los Estados Unidos definirá la era de Obama

Financial Times<BR>La desigualdad en los Estados Unidos definirá la era de Obama

Barack Obama ha dicho que su mayor objetivo es resucitar la clase media de los Estados Unidos. “Nuestro país no puede tener éxito cuando a unos pocos les va muy bien y a otros cada día que pasa apenas pueden lograrlo”, dijo el presidente en su discurso inaugural.

Queda por verse si una más alta desigualdad reduce la tasa de crecimiento de EEUU, como lo dio a entender Obama (y como algunos economistas temen). Lo más probable es que así sea.

De cualquier manera, Obama no ha sido capaz de comprobar la distribución más desigual de los ingresos de EEUU desde la década de los 20. ¿Está dentro de sus medios poder hacerlo?

La marea en su contra es poderosa. Por los últimos tres años, Washington se ha estado consumiendo en batallas fiscales. Pero, la próxima semana, en el momento del lanzamiento de su presupuesto, Obama tendrá su mejor oportunidad antes de las elecciones de medio término que tendrán lugar en el 2014 para poder cambiar el enfoque de su reducción deficitaria hacia un crecimiento de amplias bases, aunque ambos son enteramente compatibles.

El déficit presupuestario de EEUU ya está en curso para bajar hasta cerca de un 4% del producto interno bruto dentro de cinco años. Y el real desafío fiscal de EEUU sólo comenzará a sentirse sino hasta dentro de 10 años a partir de ahora cuando los costos del plan de retiro, al igual que los costos del programa de asistencia médica, comiencen a aumentar fuertemente. Este puede ser un buen momento para hacer girar los problemas de hoy.

En junio EEUU entrará en su quinto año de recuperación de la crisis financiera. No obstante, cada año ha presentado ingresos de clase media ligeramente menores en comparación con el año anterior.

De acuerdo a la data de Sentier Research, el ingreso medio familiar de EEUU disminuyó por un 1.1% desde enero hasta febrero, hasta $51,404. Ahora es de un 5.6% por debajo respecto a donde estaba en junio de 2009, cuando comenzó la recuperación ($54,437).

Y está un 8.9% por debajo de donde estuvo a inicios de siglo. A esta tasa, y por todos los esfuerzos de Obama, la clase media podría sufrir una baja de doble dígito durante su presidencia.

Es una historia diferente en las clases superiores. De acuerdo a David Cay Johnston de la Universidad de Siracusa, el 10% de las personas más ricas de la población estadounidense ha tomado un 149% del crecimiento desde el 2009 (el 90% restante ha visto disminuir sus ingresos).

El 1%, los que ganan $366,623 o más, han tomado un 81% de los frutos de la recuperación. Y el 1% de los primeros 1,000, los que comienzan en $7.97 millones al año, acapararon un sorprendente 39% del crecimiento. Eso significa que las primeras 15,837 familias de EEUU han ganado casi tanto como los restantes 158.4 millones.

Este no es el tipo de récord que Obama quisiera. John Rawls, el gran filósofo político de EEUU, dijo que la desigualdad era justificada si esta implicaba un mayor beneficio para los pobres. Evidentemente, la condición de Rawls ya no se mantiene por más tiempo. No hay nada inherentemente malo con una amplia desigualdad.

 La proyección de grandes remuneraciones estimula a la gente talentosa para sobresalir, lo cual beneficia a todo el mundo. Pero si la creciente desigualdad está acompañada por declives absolutos en los ingresos, es mucho menos probable que la sociedad lo tolere.

Así que ya existe una gran cantidad de evidencia que indica que el crecimiento económico definitivamente sufre en el caso de que la desigualdad se vuelva demasiado aguda.

En el año 2011 el Fondo Monetario Internacional terminó publicando un informe en el cual señalaba que las economías crecen más rápido cuando hay  menos desigualdad, una razón clave de porqué el este de Asia superó a Latinoamérica en la última generación.

Los escépticos señalan que los hallazgos del FMI sólo muestran una correlación entre la desigualdad y un menor crecimiento, antes que un vínculo casual. Eso es cierto.

Pero el crecimiento de EEUU es impulsado directamente por la demanda del consumidor. Es difícil de creer que un gasto más alto por parte de los muy ricos, que es un menor porcentaje, pueda superar de manera  indefinida el gasto de los que se aprietan el cinturón, que es un porcentaje mayor de la población.

Todo el mundo, incluyendo a los principales ejecutivos de EEUU, quienes están sentados sobre $1.45 trillones de dinero efectivo sin invertir, tiene una participación en una economía que se activa en todos los cilindros.

Algunos no están de acuerdo en que esa desigualdad también está embotando la efectividad de la política monetaria de EEUU.

El mercado alcista de Street claramente ha retornado. La semana pasada, tanto el Dow Jones Industrial Average como el S&P 500 irrumpieron en nuevas alzas. Pero muy poco del dinero fácil de la Reserva Federal de EEUU ha encontrado su camino hacia las principales calles comerciales.

Tales tendencias profundamente enraizadas no se pueden arreglar fácilmente. Hay mucho que está contribuyendo a la desigualdad de EEUU, incluyendo el aumento de robots, una más rápida globalización y un código fiscal nacional que ha sido personalizado grandemente por intereses especiales.

Algunos de los paliativos más obvios, tales como un salario mínimo más alto y un impuesto de Seguridad Social más progresivo, tendrían un efecto casi instantáneo sobre los ingresos. Otros, como el aumento de la calidad de la educación de EEUU, tomarán 20 años para rendir frutos.

La mejora de la calidad de la infraestructura del país caería en algún punto intermedio.

De una forma u otra Obama ha propuesto todos estos pasos desde el 2009. Pero pocos podrán entrar en vigencia a menos que los republicanos consideren que tienen algún interés en el resultado.

La única oportunidad realista de la Casa Blanca radica en una gran carga fiscal que combinaría sus propuestas de “recortar para invertir” con la promesa de una reforma fiscal de las que logran llevarse a cabo una vez por generación.

Es poco probable, aunque sus alternativas aún pueden ser, que logren conseguir mejores probabilidades que el status quo. Y esto ofrecería a los republicanos la oportunidad de escapar de su imagen de marca plutocrática. A todo el mundo le gusta hablar de la boca para fuera en lo que se refiere a la igualdad de oportunidades.

La mayoría de estadounidenses no envidian a la gente como los cofundadores de Google, Sergey Brin y Larry Page, sus fortunas y tampoco deberían.

La pregunta es si el alto crecimiento autosostenible puede tener lugar en medio de flojos o decadentes ingresos. Hay razones para estar escépticos.

Hasta el momento, Obama ha fracasado en convencer a Washington de que una clase media estancada es mala para el crecimiento de EEUU. Él debería mantenerse tratando. Si el Presidente de EEUU aplica lo que él dice, este es el desafío de su tiempo.

LA CIFRA
1.0

por ciento de los que ganan $366,623 o más han tomado un 81% de los frutos de la recuperación. Y el 1% de los primeros 1,000, los que comienzan en $7.97 millones al año, acapararon un sorprendente 39% del crecimiento. Eso significa que las primeras 15,837 familias de EEUU han ganado casi tanto como los restantes 158.4 millones.

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