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La economía mundial no tiene una salida fácil del enredo

<STRONG>FINANCIAL TIMES</STRONG><BR>La economía mundial no tiene una salida fácil del enredo

Cualquiera que observe cuidadosamente la economía mundial reconocerá que el grado del estímulo monetario y fiscal sin precedentes es todo lo que la está impulsando, no solamente en los países de altos ingresos, sino también en las grandes economías emergentes.

La opinión convencional es que también será posible manejar una salida suave. Nada parece menos posible. Así que, en cambio, permítanos reflexionar sobre el final.

Debemos comenzar por el lado del estímulo: el sector privado está gastando actualmente  bastante más que su ingreso agregado. Los pronósticos en la Perspectiva Económica de la Organización para el Desarrollo y Cooperación Económica (OECD, por sus siglas en inglés), implica, que en seis de sus miembros (Países Bajos, Suiza, Suecia, Japón, Reino Unido e Irlanda) el sector privado implementará un superávit de ingresos sobre el gasto mayor de un 10% del producto interno bruto este año. Otro 13% tendrá superávits privados entre un 5% y un 10% del PIB. Lo último incluye a E.U., con un 7.3%. El superávit privado de la eurozona será de un 6.7% del PIB y el de la OECD en general de un 7.4%.

Además, el cambio en el balance del sector privado entre  2007 y 2010 se pronostica que excederá el 10% del PIB en no menos de ocho países miembros de la OECD. Está también pronosticado que en otros 8 se exceda el 5% del PIB. En E.U. se pronostica que será de un 9.6%, en la eurozona se prevé un 5.5%  y en la OECD en un 7.3% del PIB. La depresión amenaza.

Note que habrán ocurrido cambios tan enormes hacia la frugalidad, a pesar de la flexibilización monetaria sin precedentes. Mientras lo último ayuda a prevenir un colapso aún mayor en el gasto privado, los enormes déficits fiscales, en gran parte  resultado de los estabilizadores automáticos, no han sido menos importantes. Si los gobiernos hubieran tratado de cerrar los déficits fiscales, como intentaron hacer en los años 30, estaríamos en otra Gran Depresión.

Entonces, ¿Cómo salimos? Para responder la pregunta necesitamos primero estar de acuerdo en cómo entramos. Una gran parte de la respuesta es que una serie de burbujas ayudaron a mantener la economía mundial en las tres décadas pasadas. Detrás de éstas, sin embargo, radicaba una súper burbuja crediticia, la cual explotó en el 2008. Esto es porque el gasto privado hizo implosión y los déficits fiscales confrontaron una explosión.

William White, anterior jefe economista del Banco para Acuerdos Internacionales, es un proponente principal de la opinión de que los errores de la política monetaria, particularmente por la Reserva Federal, han guiado la economía mundial. Richard Duncan ofrece una crítica similar, pero más radical, en su nuevo libro que llama a la reflexión: La corrupción del capitalismo.

En la Conferencia del 75 Aniversario del Banco de Reservas de La India, este mes,  White dio una lúcida versión de su crítica. Con la inflación contenida por los golpes del suministro, los bancos centrales enfocados en la inflación mantienen las tasas de interés muy bajas por demasiado tiempo. El resultado, según argumentó, fue una serie de desequilibrios, no disímiles a los de Estados Unidos en los años 20 y en Japón en los 80. En particular, con la tasa de interés real muy por debajo de la tasa de crecimiento de las economías, la expansión del crédito no estuvo efectivamente restringida. La deuda debidamente explotó hacia arriba.

White señaló cuatro desequilibrios: las burbujas de los precios de los activos, notablemente de las acciones en los años 90 y las viviendas en el 2000; la explosión de los balances generales del sector financiero y el incremento de su exposición al riesgo; que los economistas de “la escuela austriaca” lo apodan “malinversión”, aumentando el consumo de productos imperecederos en países de altos ingresos y aumentando la construcción de viviendas y centros comerciales en países tales como Estados Unidos, así como de factorías orientadas a la exportación en China, y, finalmente, los desequilibrios comerciales, con descargas de capital en E.U. y otros países de altos gastos.

No estoy de acuerdo en que los errores de la política monetaria fueron responsables por todo esto. Pero ellos jugaron un rol. En cualquier caso, todo esto tenía que terminar. Ahora, después de la implosión, nosotros presenciamos los extraordinarios esfuerzos de rescate. Entonces, ¿qué es lo próximo que sucederá? Podemos identificar dos alternativas: el éxito y el fracaso.

Por éxito, yo considero la reactivación del mecanismo de crédito en los países de déficits de alto ingreso. Así que el gasto del sector privado aumenta de nuevo, los déficits fiscales se reducen y la economía parece estar de vuelta a lo normal, al fin. Por fracaso, yo quiero significar que el “desapalancamiento” continúa, el gasto privado falla en elevarse con algún vigor real y los déficits fiscales quedan bastante más altos por mucho más tiempo, que casi cualquiera que ahora ose imaginar. Esto sería el estado de Japón post-burbuja a una escala aún más amplia.

Infelizmente, el resultado de lo que yo llamo éxito sería probablemente una crisis financiera todavía más grande en el futuro, mientras que los resultados de lo que yo llamo fracaso sería, que la cuerda fiscal se agota, aunque llegar al fin puede tomar más tiempo. Todavía el gran punto es que ni el resultado últimamente nos dirige a una crisis de deuda soberana. Esto, en cambio, seguramente resultaría en moras, probablemente por vía de la inflación. En esencia, los estrechos balances generales amenazan masivamente la bancarrota del sector privado y la depresión o, además, la bancarrota soberana e inflación, o cierta combinación de las dos.

Puedo imaginar dos formas por las cuales el mundo puede salir sin un colapso de su sobreendeudamiento: un aumento en la inversión pública y privada en los países con déficits o un aumento en la demanda de los países emergentes. Bajo lo primero, el ingreso futuro más alto haría los préstamos sostenibles en la actualidad. Bajo lo último, los ahorros generados por el “desapalancamiento” del sector privado de los países con déficits fluirían naturalmente en inversiones incrementadas en los países emergentes.

Todavía, explotar tales oportunidades involucraría una reconsideración radical. En países como Reino Unido y E.U., habría altos déficits fiscales por un extenso periodo, pero también una disposición combinada de promover la inversión. Asimismo, los países de altos ingresos tendrán que comprometerse urgentemente con países emergentes, con el fin de discutir reformas para la finanza global apuntadas a facilitar un flujo sostenido de fondos netos desde lo primero hasta lo último.

Desafortunadamente, nadie es presa de una agenda post crisis tan radical. La mayoría de la gente espera, en cambio, que el mundo vuelva a ser lo que era. No lo será y no puede serlo.

El ingrediente esencial de una salida exitosa es, en otro sentido, usar los enormes superávits del sector privado para financiar inversiones más altas, tanto públicas como privadas, a lo largo del mundo. China sólo necesita un mayor consumo.

No repitamos los errores del pasado. No esperemos que nos salve el alto consumo fomentado por el crédito. En cambio, invirtamos en el futuro.

Las claves

1.  Pronóstico

Los pronósticos en la Perspectiva Económica de la OECD implica que en seis de sus miembros (los Países Bajos, Suiza, Suecia, Japón, Reino Unido e Irlanda) el sector privado implementará un superávit de ingresos sobre el gasto mayor de un 10 por ciento del producto interno bruto este año.

2.  Burbujas

William White, anterior jefe economista,   señaló cuatro desequilibrios: las burbujas de los precios de los activos, notablemente de las acciones en los años 90 y las viviendas en el 2000; la explosión de los balances generales del sector financiero y el incremento de su exposición al riesgo.

VERSIÓN AL ESPAÑOL DE  ROSANNA CAPELLA

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