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Próximo paso de fe de Obama sobre Europa será un  acuerdo

FINANCIAL TIMES<BR>Próximo paso de fe de Obama sobre Europa será un  acuerdo

Hace veinte años, Ross Perot pronosticó que “el fuerte sonido de succión de los empleos de EEUU llegaría a México”. Con pesimismo no se podría dar la bienvenida al anuncio de una nueva iniciativa comercial EEUU-UE, la cual, aunque aún no está asegurada, se espera a principios del 2013.

Algunos economistas hablarán del limitado giro hacia un acuerdo trasatlántico debido a la apertura existente entre los dos socios, o bien el profundo fracaso dado, ¿cuántas barreras no-arancelarias culturalmente sensibles quedan? Sin embargo, los economistas son propensos a malinterpretar el precio de una cosa por su valor.

Afortunadamente, los beneficios geoestratégicos para lo que es posible que sea llamado “la sociedad trasatlántica” ahora son cada vez más reconocidos en ambos lados. Para el 2030, la economía de Asia será más grande que la de EEUU y la UE juntas, de acuerdo al reporte Tendencias Globales (Global Trends) del Consejo Nacional de Inteligencia de EEUU.

Para entonces el mundo puede parecer “más como Hobbes que como Kant”,  dice. Actuando ahora, cuando todavía ellos representan la mitad de la economía del mundo, EEUU y la UE aún poseen la ventaja de establecer los estándares globales que otros, incluyendo a China, es posible que sigan.

Cinco años después, puede ser demasiado tarde. En las palabras de un alto funcionario de la UE, la ronda sería “estratégica no táctica, global no bilateral”.

Tal conversación puede sonar utópica en un momento de débil crecimiento en ambos lados del Atlántico, según denota la versión continuada de Washington incluso para el uso de la palabra “comercio” en ambos acuerdos.

Sin embargo, el 2013 presenta el mejor momento para una seria iniciativa comercial de EEUU desde que Obama fue elegido por primera vez. La mayoría de los gobiernos europeos, incluyendo el francés, y particularmente los alemanes y británicos, están algo entusiasmados.

Hay tres motivos para creer que esto será anunciado a principios del 2013, posiblemente tan pronto como tenga lugar el discurso de “Informe Presidencial” de Obama a finales de enero.

En primer lugar, Obama podría venderlo políticamente en casa. Europa puede atraer la burla, pero no una que EEUU asocie con un fuerte sonido de succión. Las tasas salariales son ampliamente similares cruzando el Atlántico y los estándares laborales y ambientales son generalmente más altos en la UE que en EEUU.

De ese modo, Obama se ahorraría el tipo de unión y de hostilidad ambientalista que acompaña las negociaciones comerciales con países tales como Colombia. Dada la inclinación al libre comercio por parte de los republicanos, este sería un problema poco frecuente que atraería el apoyo bipartidista.

En segundo lugar, tanto la UE como EEUU están desesperados por nuevas fuentes de crecimiento. La única ruta realista es por vía de una mayor productividad. Ya que hay pocos esfuerzos para reducir los aranceles, ellos necesitarían justificarlo prometiendo una agenda ambiciosa para la integración del mercado trasatlántico. Esto implicaría apuntar hacia la “equivalencia”, o hacia el reconocimiento mutuo, de estándares regulativos y de productos.

Por ejemplo, si una medicina fuera aprobada por la Agencia Europa de Medicinas, la FDA lo aceptaría también. Lo mismo aplicaría para la regulación financiera, los estándares audiovisuales y el notorio SPS – siglas en inglés de los estándares sanitarios y fitosanitarios, que mantienen la mayoría de las más grandes exportaciones agrícolas de EEUU fuera de la UE.

Es fácil ver por qué una agenda tal invocaría al escepticismo, piense en cómo los europeos reaccionarían a un acuerdo que permita importaciones de alimentos de EEUU genéticamente modificados o carne con hormonas. Sin embargo, la UE ha hecho lo imposible por demostrar que esto es en serio.

El mes pasado, la UE eliminó una herida abierta en el momento en que esta redujo sus objeciones sobre las importaciones de carne de EEUU que era proveniente de mataderos descontaminados con ácido láctico, lo cual aumentó (como pasa) las preocupaciones injustificadas relativas a los efectos colaterales.

La UE también había suspendido por un año su imposición arancelaria sobre el carbono para las aerolíneas extranjeras, una pesadilla particular en Washington.

Dadas las complejidades de las decisiones de la UE, el temible sistema de Bruselas de “comitología”, EEUU se preocupa si Europa puede cumplir con su parte del acuerdo. Pero la misma preocupación aplica para Washington. Obama no ha solicitado y sería imposible que reciba, rápido seguimiento de la autoridad de negociaciones desde el Congreso.

Ambos lados necesitarían comenzar con el reconocimiento de sus sistemas políticos de pesadilla, un paso de fe mutuo. Y sobre el tema neurálgico de la protección agrícola, el clima de austeridad debe funcionar a su favor. El momento de recortar los subsidios es ahora.

En tercer lugar, las relaciones UE-EEUU han estado a la deriva por muchos años. Como el primer presidente genuinamente pacífico de EEUU, es de poca sorpresa que la firma de Obama de un objetivo de política extranjera sea un “giro hacia Asia”.

Pero el progreso sobre la dimensión económica es posible que se esté reduciendo. La iniciativa comercial de Asia por parte de Obama, la Sociedad Trans Pacífica (TPP, por sus siglas en inglés), está corriendo a través de crecientes dificultades.

Es claro que China no sea bienvenida en el club, Beijing ve el TPP como una forma de acorralamiento por parte de EEUU. Pero incluso a Japón, que solicitó unirse al TPP en mayo, le fue dada una fría respuesta por parte del gobierno de Obama. Vender acuerdos comerciales asiáticos al público de EEUU nunca será fácil. No obstante lo frustrantes que puedan ser los acuerdos con los europeos, ellos comparten los valores de EEUU.

En una cumbre con los líderes de la UE en Praga en el 2009, Obama participó en una de las más aburridas tardes de su presidencia cuando, uno por uno, los 27 líderes leyeron las declaraciones que habían llevado preparadas. Esto le dio una lección anticipada en el aspecto negativo de cómo los gobiernos europeos hacen negocios.

Pero en el comercio, la UE tiende a actuar como una sola. Y como muestra el reciente acuerdo UE-Canadá, también tiende a cumplir sus plazos. Mike Froman, asesor económico internacional de Obama y probablemente su próximo jefe comercial, insiste en que ninguna ronda comercial EEUU-UE podría ser completada “en un tanque de gas”.

En comparación con la malograda Ronda Doha, la cual tomó una década de tortuosas fallas antes de que esta muriera, habría un fuerte y rápido plazo para un acuerdo EEUU-UE a mediados del 2014, la fecha de las próximas elecciones parlamentarias y la víspera de las elecciones parciales de EEUU. A pesar de todo lo que ha estado mal en los últimos cuatro años, Europa ha sido mucho más proactiva respecto al comercio que EEUU.

La liberalización comercial fue uno de los pilares del orden posterior a la Segunda Guerra Mundial en EEUU. Bajo Obama la agenda de comercio global ha estado sufriendo de negligencia benigna. Así también las relaciones UE-EEUU. El tiempo ha llegado para que él rectifique ambas cosas.

Las Claves

1.  Reconocen beneficios

Los beneficios geoestratégicos para lo que es posible que sea llamado “la sociedad trasatlántica” ahora son cada vez más reconocidos en Estados Unidos, como en Europa.

2.  El mejor momento

El 2013 presenta el mejor momento para una seria iniciativa comercial de Estados Unidos desde que Obama fue elegido por primera vez. La mayoría de los gobiernos europeos, incluyendo el francés, y particularmente los alemanes y británicos, están algo entusiasmados.

VERSIÓN AL ESPAÑOL DE ROSANNA CAPELLA

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