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Reino Unido y  EU con problemas  iguales, menos en  reducir gastos

FINANCIAL TIMES<BR>Reino Unido y  EU con problemas  iguales, menos en  reducir gastos

Martin Wolf
Estados Unidos y Reino Unido tienen similitudes que van más allá de solamente hablar el mismo idioma: ambos han tenido enormes expansiones del crédito inmobiliario; ambos tuvieron que rescatar sus sectores financieros; ambos han visto a sus bancos centrales empujar las tasas de interés a cerca de cero y adoptar alivio cuantitativo”; y ambos han experimentado incrementos post-crisis masivos en los déficits fiscales.

Todavía una gran divergencia política está en camino. El gobierno de alianza de R.U. anunció detalles de sus reducciones de gasto de gobierno. Nada comparable se espera en E.U. En sus últimos pronósticos, el Fondo Monetario Internacional (FMI) indicó esta divergencia. Pero los mercados de bonos parecen bastante despreocupados, al menos hasta el momento.

Podemos identificar las diferencias en la experiencia post crisis de los dos países: E.U. tuvo un declive menor en el producto interno bruto (un pico para la depresión de un 4%, contra un 6.4% para R.U.) y un mayor incremento en la tasa de desempleo (un aumento de 5 puntos porcentuales entre el 2007 y el 2010, contra un 2.5% para R.U.) La inflación central de E.U. ha decaído adicionalmente en relación a la  de R.U. (hasta un 0.8% en el año hasta septiembre, contra un 2.9%) debido grandemente al impacto de depreciación en R.U.

Todavía los países comparten el prolongado y deprimente proceso de desapalancamiento post-burbuja y el retraimiento explicado por Carmen Reinhart de la Universidad de Maryland y Kenneth Rogoff de Harvard, en su obra maestra Esta vez es diferente. Ambas economías están avanzando muy por debajo de su capacidad. Ambas deben elegir entre los riesgos a corto plazo del retraimiento fiscal para la recuperación y los riesgos a largo plazo de los enormes déficits fiscales para la solvencia. Ambos dependen de la política monetaria. Pero R.U. debe depender mucho más, dada su perspectiva fiscal en contracción.

Entonces, ¿por qué ha ocurrido esta divergencia? Qué impacto debe tener? ¿Cuánto compensará su impacto el alivio cuantitativo? Finalmente, ¿qué podemos aprender sobre los roles respectivos de la política fiscal y monetaria?

La respuesta a la primera pregunta es, que la élite británica de legislación fue afectada en su sobriedad por la crisis fiscal de la eurozona. Yo he argumentado que el ejemplo de Grecia, un país sin un banco central y limitadas perspectivas para un retorno al crecimiento, es muy diferente a la de R.U. También he argumentado que la contracción fiscal planeada en R.U., un constreñimiento ajustado cíclicamente de un 8% del PIB en cinco años, es excesivo. Todavía el fracaso de E.U. para desarrollar alguna vía creíble para la contracción fiscal en el largo plazo también es fuertemente irresponsable.

En relación al posible impacto del constreñimiento fiscal, la última Perspectiva Económica Mundial del FMI, provee un magnífico análisis. Este desplaza los argumentos para las “contracciones expansionarias”, lo que  muestra que los estudios previos fallaron en identificar episodios de un constreñimiento fiscal deliberado. En cambio, ellos ven que los episodios de reducción deficitaria ajustada cíclicamente, son una cosa muy diferente.

Las conclusiones principales de este análisis son las siguientes: Primero, una consolidación fiscal de un 1% del PIB tiende a reducir la demanda local real por un 1% y el PIB por un 0.5% en dos años. Si es así, la consolidación de R.U. reduciría la demanda real, y otras cosas por igual, por un total de un 8% y un PIB por un 4%.

Segundo, las tasas de interés más bajas usualmente amortiguan estos efectos. Este no puede ser el caso en la actualidad. Eso hará aún más cara la consolidación.

Tercero, un declive en la tasa de cambio real normalmente amortigua el impacto. Esto es relevante para R.U., que ha disfrutado de aproximadamente un 18% de depreciación de la tasa de cambio real desde que la crisis comenzó.

Cuarto, las contracciones fiscales que dependen sobre las reducciones de gastos son más expansionarias que el ajuste guiado por el impuesto. Pero esto es en parte a causa de que los bancos céntrales parecen actuar más agresivamente en respuesta.

Finalmente, la deuda reducida es beneficiosa en el largo plazo, y otras cosas por igual, porque ésta reduce las tasas de interés reales. Si esto es relevante ahora, ahora que las tasas de interés reales son tan bajas (cerca de un 1%) está dudoso.

La conclusión es que la consolidación fiscal de R.U. es posible que sea contraccionaria, a una tasa de entre un 1% y  un 2% del PIB, cada año.

¿El alivio cuantitativo compensaría esto? La respuesta estimable es: No

El impacto obvio de las compras de valores del banco central es sobre las tasas de interés a largo plazo. Pero, éstas ya están bajas para los grandes acreedores solventes (muchos de los cuales en cualquier caso están muy bien de fondos). Mientras tanto, los bancos quedan incapaces de extender el crédito. El ambiente de baja tasa de interés ayuda al proceso de desapalancamiento, pero es dudoso que un alivio cuantitativo adicional agregue mucho a esto. Lo mismo puede ser cierto en E.U., aunque el importante discurso de la semana pasada de Ben Bernanke, presidente de la Fed, indica fuertemente que el alivio extra está en perspectiva. Pero la resistencia de la política fiscal está en vías de ser muy pequeña en E.U. Así una segunda ronda del alivio cuantitativo podría ser más que exitosa, desde que su economía pueda necesitar menos asistencia.

Ahora permítanos considerar la pregunta final: ¿qué estamos aprendiendo sobre el rol relativo de la política fiscal y monetaria? Es sabiduría convencional entre los economistas que la política monetaria es precisa, predecible y efectiva, mientras que la fiscal es lo opuesto. Todavía, como argumentó Joseph Stiglitz en FT esta semana, está lejos de ser evidente que esto sea verdad. El impacto del alivio cuantitativo es cualquier cosa menos predecible. Más importante, en práctica, la política monetaria ha funcionado, vía la extensión de crédito. Es, como resultado, al menos en parte, responsable por la crisis de deuda de hoy. ¿Quién puede ahora confidencialmente establecer que la dependencia sobre la política que funcionó para el financiamiento inmobiliario a precios muy altos fue mejor que usar los ahorros excedentes para una inversión pública más alta? Similarmente, ¿quién puede confidencialmente establecer que debe ser preferible depender del relanzamiento de un auge del crédito privado que una inversión pública más alta? La política monetaria evidentemente no es el instrumento más fiable para afrontar la implosión de una explosión de la deuda privada previa.

El gran argumento a favor de la austeridad del gobierno de R.U. es que la alternativa puede ser la “bancarrota”, en las palabras de George Osborne, ministro de hacienda. Por qué un país cuya actual y posible deuda pública queda por debajo del promedio de los pasados dos siglos puede estar en serios apuros, está muy lejos de ser evidente. Lo que sabemos es que R.U. ha lanzado un experimento político notable. El contraste con E.U. podría al menos ser instructivo. Nunca sabremos si el desastre es verdaderamente inminente. Pero los británicos están aprendiendo mucho, y así lo hará el resto del mundo.

Alemania   trata  de  organizar el tema de la inmigración

En agosto, Thilo Sarrazin, miembro poco memorable del Bundesbank, publicó un libro estableciendo que la excesiva inmigración estaba destruyendo a Alemania. Sus opiniones pseudos-científicas suscitaron un furioso debate que ha estado resonando desde entonces. El pasado sábado, Angela Merkel, la canciller, intervino argumentando que el experimento de Alemania con el multiculturismo había fracasado, y que los inmigrantes podrían hacer más que sólo integrarse en la sociedad alemana.

Merkel está en lo correcto al afrontar el asunto de la inmigración. Gracias a su historia y arreglos electorales, Alemania hasta el momento ha dispuesto un partido anti-inmigrante nacionalmente exitoso igual que en Suecia, los Países Bajos y Dinamarca. Pero, este no puede ser el caso. Las encuestas indican que dicho partido podría ganar un 20% de la votación. Probablemente esto es una exageración. Pero en este contexto, es peligroso dejar el tópico de la inmigración a los demagogos islamofóbicos. Mostrando que la corriente política toma seriamente las preocupaciones de los votantes sobre la integración y la inmigración, Merkel y sus colegas pueden estimular las armas de los xenófobos.

No obstante, la reclamación de Merkel de que el multiculturalismo ha fracasado completamente, es una exageración. Alemania no ha experimentado el malestar civil que ha atemorizado las comunidades francesas de inmigrantes. Las empresas inmigrantes están bien integradas. Y desde que Alemania suavizó sus estrictas leyes de ciudadanía en 1999, un gran número de inmigrantes ha elegido asumir la ciudadanía alemana y hacer una vida en ese país.

Esto no es para decir que nada está mal. El sistema de educación secundaria de Alemania dificulta la integración. Algunos inmigrantes han estado renuentes a exponer a sus hijos a la cultura alemana. Otros no han aprendido alemán. Esto necesita cambiar. La integración, como Merkel argumentó correctamente, tiene que ser un proceso de doble vía. Los inmigrantes necesitan aceptar los valores principales de su sociedad anfitriona, y asegurar que ellos aprendan su lenguaje. Pero, Alemania también debe hacer más por apoyar a los inmigrantes. Un esquema más confiable para renovar los permisos de residencia y de trabajo sería un buen comienzo. Alemania tiene todo el estímulo para ser más acogedor. Una rareza de este debate es lo que está teniendo lugar en un momento en que muchas personas están ingresando a Alemania. Los empleadores reclaman que la escasez de capacidad de los 400,000 trabajadores está reduciendo por un punto la tasa de crecimiento anual de Alemania. Con la economía europea todavía por debajo de su pico, tal pérdida es un lujo que ni aún Alemania se puede dar.

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