FINANCIAL TIMES
Se agudiza la lucha  por captar liderazgo del agitado mundo

FINANCIAL TIMES<BR>Se agudiza la lucha  por captar liderazgo del agitado mundo

PHILIP STEPHENS
Busque una característica de organización en el mundo de hoy y la velocidad es uno de los mayores contendientes. Ya se trate de tecnología, mercados financieros, descontento popular o agitación geopolítica global, actualmente todo va en rápido avance.

El progreso de China hacia el estatus de gran potencia ha estado a la vista desde los años 90. Pero pocos políticos occidentales o legisladores anticiparon la velocidad vertiginosa de su surgimiento. En la apertura del siglo actual la economía de China estuvo alrededor de un cuarto del tamaño de la de Japón. Una década después, China ha superado su vecino asiático del este para ocupar el número dos a nivel mundial, el orden internacional rehaciendo el orden internacional en el transcurso.

La coincidencia de cambio demográfico, corrupción desenfrenada, represión política y sofocada oportunidad económica en el mundo árabe era un fusible esperando por un fósforo. Los diplomáticos occidentales insisten en que una explosión popular había estado por mucho tiempo entre sus hipótesis políticas. Démosles el beneficio de la duda. Nadie predijo cuán rápidamente una flama encendida en Tunisia se deslizaría a través del mundo árabe.

El otro día yo fui criticado por un alto oficial de E.U. por escribir que Barack Obama había sido lento en responder a las revueltas. En comparación con la respuesta de Washington respecto la caída de Ferdinand Marcos en Las Filipinas, Obama ha actuado a la velocidad de la luz. Esto es realmente suficiente. Pero el mundo de la década de los 80 cambió en cámara lenta.

Considere lo que les ha estado sucediendo a los políticos en las democracias ricas. En el momento en que las tendencias y acontecimientos más allá de su control demanden atención urgente, los gobiernos están perdiendo su capacidad de actuar. La demanda por una perspectiva estratégica está chocando aún más frecuentemente con las presiones del día a día de los políticos locales.

La disyuntiva está en manifestación en la reunión del Grupo de Ocho naciones en la ciudad de Deauville. Las declaraciones públicas hicieron hincapié en el apoyo para la restitución árabe. Este no es el momento para que el Occidente mire hacia adentro, Obama y David Cameron, primer ministro de Reino Unido, dijeron al unísono la semana pasada y lo significaron en su mayor extensión. Pero, incluso mientras hablan, estos líderes siempre están mirando por encima del hombro.

El desafío es enmarcar el iluminado internacionalismo que se escurre fácilmente en un comunicado con el ánimo entre los electorados que ha estado girando contra la noción de la interdependencia global. Mi sensación es que la mayoría de americanos no están muy interesados en lo que está ocurriendo en el Medio Oriente; y que la mayoría de los europeos temen las consecuencias.

Las tensiones están en su mayor agudeza en Europa. Si la Unión Europea ha contribuido en algo al mundo durante el pasado medio siglo ha sido en el entendimiento de que los estados puedan perseguir sus nacionales a través de sus intereses compartidos. La idea se resume en la palabra “solidaridad”, la disposición de soportar las tensiones de interdependencia con el fin de que produzca sus frutos.

En la actualidad la solidaridad es un producto escaso en la Unión. Háblele a los políticos europeos sobre la caída de Hosni Mubarak de Egipto o de las demostraciones contra Bahar al-Assad de Siria y ellos dirán todas las cosas correctas. Hay una imperatividad moral para apoyar los movimientos de libertad; el estratégico propio interés de Europa muy claramente radica en apoyar el camino a la democracia de sus vecinos del sur.

Lo que más animó a estos políticos últimamente, no obstante, ha sido el temor a las consecuencias electorales en relación a la migración incontrolada del sur. Hasta el momento, los números que cruzan el Mediterráneo han sido pequeños, pero los gobiernos ya están bailando al son de la derecha xenófoba.

El movimiento para cerrar las fronteras a lo largo del continente amenaza el principio fundamental de libre movimiento de personas. La lógica dice que el desafío de la migración demanda una acción colectiva. Los políticos populistas están alimentando la falsa ilusión de que esto le puede ser ordenado a alguien más.

Otro pilar de la integración europea, por supuesto, es la moneda única. Aquí estamos vigilando lo que ha comenzando a parecer un baile lento para la autodestrucción. Las economías de la crisis de deuda soberana de la eurozona son suficientemente difíciles, pero la amenaza existencial radica en las políticas.

Es difícil imaginar una asociación compartida más independiente en la solidaridad que una unión monetaria. Sin embargo, un banquero central europeo ha sido escuchado reseñar que las condiciones de rescate que están siendo impuestas sobre Grecia, Irlanda y Portugal por parte de sus socios de la eurozona ahora se asemejan a las reparaciones demandadas de Alemania por el Tratado de Versailles.

Las políticas nacionales han comenzado a tomar precedentes sobre los intereses europeos. No estamos lejos del punto, y podemos haberlo pasado, en el cual sea imposible reconciliar la tímida evaluación de Angela Merkel de lo que los votantes alemanes representarán en las realidades financieras de las economías deudoras.

Europa, por supuesto, no está sola. En una reunión el otro día del Grupo del Siglo XX1 de R.U.-Japón, me acordé de la extraordinaria resistencia mostrada por los japoneses después del tsunami de este año. Más allá del heroísmo de los últimos meses, no obstante, radica un sistema político estancado. Los primeros ministros japoneses cuentan su permanencia más frecuentemente en meses que en años. El surgimiento de China ha sido considerado en Japón por la inocultable alarma y parálisis política.

Tampoco E.U. es inmune. Obama parece más fuerte ahora de lo que ha estado por cierto tiempo. La muerte de Osama bin Laden ha pulido sus credenciales locales en un momento en que los republicanos están luchando por encontrar un contendiente creíble al cual enfrentar en el 2012. Pero nadie podría pretender que E.U. está en un estado mental internacionalista. La preocupación de los votantes americanos es con el estado de la economía. Desde ahora y hasta noviembre del 2012, en consecuencia, el presidente ordenará sus prioridades.

Así que mientras el mundo gira más rápido, los políticos frenan la respuesta de Occidente. Están intentando decir que esto es una consecuencia natural del cambiante orden global. Ajustarse al declive relativo iba a ser doloroso. Y de todas formas los políticos siempre han puesto primero a sus propios votantes.

Eso fue antes de que el mundo se acelerara. Obama habló la semana pasada en Londres sobre el tema de adaptar el liderazgo occidental a las nuevas realidades globales. Se me ocurrió la idea de que antes de que estos políticos puedan ejercer liderazgo en el extranjero deben recuperarlo primero a nivel local.

Las claves

1. Progreso China

 El progreso de China hacia el estatus de gran potencia ha estado a la vista desde los años 90.

2. Mundo árabe

La coincidencia de cambio demográfico, corrupción desenfrenada, represión política y sofocada oportunidad económica en el mundo árabe era un fusible esperando por un fósforo.

3.  Políticas nacionales

Para algunos, las políticas nacionales han comenzado a tomar precedentes sobre los intereses europeos.

VERSIÓN AL ESPAÑOL DE ROSANNA CAPELLA

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