FINANCIAL TIMES
Tiempo de luchar contra las bandadas de “cisnes negros”

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Gillian Tett
Quince años atrás, Peter Bernstein, el economista e historiador de Nueva York, escribió un libro reflexivo sobre la teoría de la probabilidad titulado Contra los Dioses (Against the Gods). Este argumenta que uno de los asuntos clave que distinguen las sociedades modernas de las pre-modernas es cómo la gente concibe el riesgo. 

Las culturas pre-modernas, expresa, no podían ajustarse al riesgo en una forma sistemática, porque a ellos les faltaban relojes y matemáticas complejas. De ese modo ellos ven la vida fatalísticamente como algo diseñado por dioses caprichosos o por elementos naturales. Las sociedades modernas miden los riesgos metódicamente y desarrollan estrategias preactivas en respuesta.

Yo sospecho que, hasta hace poco, la mayoría de la gente que vivía en E.U. y Europa asumía que el mundo a su alrededor era muy estable y que tenía sentido creer que el riesgo podría siempre ser medido y contenido. La economía parecía tan benigna que los economistas algunas veces la apodaron “la era de la Gran Moderación”.

Cuando Nassim Nicholas Taleb, el autor estadounidense-libanés, publicó El cisne negro (The Black Swan), su libro sobre riesgos extremos impredecibles, a principios del 2007, se volvió un bestseller en parte porque los “cisnes negros” parecían como una idea novelesca.

Alguien sobre la edad de 70 años puede haber visto la devastación de la Segunda Guerra Mundial, mientras que otros han atestiguado los cisnes negros que van desde el desastre nuclear de la isla Three Mile hasta el colapso de la USSR. Yo estoy en la segunda categoría: en 1991, la comunidad donde yo estaba viviendo en la USSR implosionó inesperadamente en una brutal guerra civil, dejándome obsesionado por la conciencia de que los sistemas aparentemente inexpugnables pueden algunas veces ser muy frágiles.

Justo después que Taleb publicó su libro, la crisis financiera se desarrolló y los bancos colapsaron en una forma que una vez fue inimaginable. Entonces países enteros, como es el caso de irlanda, Grecia e Islandia, implosionaron en una crisis económica. Los desastres naturales sucedieron. Y este año ha habido revoluciones en Egipto y Tunisia, así como más dramas financieros en la eurozona, guerra en Libia y, por supuesto, un terrible terremoto, un tsunami y una crisis nuclear en Japón.

Verdaderamente, los cisnes negros han llegado súbitamente en una bandada tal que los comerciantes de Wall Street han inventado una sombría nueva frase: “la fatiga del cisne negro”. De repente, parece que no podemos dominar el riesgo; nos hemos vuelto menos “modernos” de lo que pensábamos que éramos.

¿Será esto algo bueno? No si se reproducen el imprudente fatalismo o la desesperanza. Después de todo, como argumenta Bernstein, los esfuerzos sistemáticos para medir el riesgo son centrales para el crecimiento económico, posibilitando que la inversión se produzca y que las empresas echen raíces. El fatalismo, por contraste, produce parálisis o imprudencia extrema. No obstante, cierta humildad sobre nuestras habilidades de manejar el riesgo moderno es sin duda bienvenida. En los días de la Gran Moderación, el occidente se sintió extremadamente confiado respecto el poder predictivo de sus computadoras y hubo poco debate sobre cuán fuertes eran realmente nuestros modernos sistemas.

Pero, como muestra Japón, los cisnes negros sí existen, y la buena noticia, como dice Taleb, es que hay pasos prácticos que las sociedades pueden dar para volverse más fuertes. Más notablemente, en vez de construir sistemas que son exageradamente interconectados y complejos, los cuales los hacen susceptibles para colapsar si una crisis afecta, podríamos diseñar sistemas más simples que pudieran entrar en unidades pequeñas autónomas en un momento de desastre. La diversidad y autosuficiencia pueden prevenir desastrosas formas de contagio o, como dice Taleb, crear un “mundo a prueba de cisnes negros”.

Por suerte, este enfoque ya existe en algunos lugares en nuestro mundo moderno, como en las redes de electricidad. Pero está alarmantemente ausente en otras partes de la vida del siglo XXI, como es el caso de la banca. Esto necesita cambiar.

Nuestra sociedad moderna no puede ser tan buena en la predicción de riesgos como decimos, pero eso no significa que debamos ser fatalistas en un sentido pre-moderno.

El marco de una sociedad verdaderamente avanzada, por contraste, es aceptar que los cisnes negros pre-modernos pueden aparecer, y entonces crear sistemas que puedan sobrevivir aún cuando nuestras técnicas de predicción moderna estén mal.

Las claves

1.  Estabilidad y riesgo

Hasta hace poco, la mayoría de la gente que vivía en E.U. y Europa asumía que el mundo a su alrededor era muy estable y que tenía sentido creer que el riesgo podría siempre ser medido y contenido.

2.  Sucesos de este año

Este año ha habido revoluciones en Egipto y Tunisia, así como más dramas financieros en la eurozona, guerra en Libia y, por supuesto, un terrible terremoto, un tsunami y una crisis nuclear en Japón.

Reforma de derivados amenazada por falta de armonía

Philip Stafford

Entre el torrente de reformas del mercado que están llegando de Washington y de Bruselas, un mensaje que siempre ha estado claro es que los reguladores de EE.UU. y de Europa necesitan cooperar para evitar el arbitraje regulativo, según escribe Phillip Stafford.

Los observadores cercanos al sector han notado las diferencias que están surgiendo entre EE.UU. y Europa sobre el complejo asunto de la regulación de intercambios y de elementos extrabursátiles. Los hechos recientes han indicado que las posiciones se están fortaleciendo.

Mientras él enfrentaba al Parlamento Europeo el jueves, Gary Gensler, presidente de la comisión de Comercio de Futuros de Materia Prima (CFTC por sus siglas en inglés), el regulador del mercado de futuros de EE.UU., reiteró que una división entre los reguladores podría motivar a que los comerciantes tomen ventaja de las diferencias de precio entre los mercados, o muevan las operaciones a países con regulaciones más débiles.

“La reforma efectiva no puede ser cumplida solamente por una nación”,  dijo. “Esta requerirá una respuesta comprensiva a nivel internacional”.

Para reducir el riesgo en el sistema financiero, el Acta Dodd-Frank de EE.UU. mandó que los derivados extrabursátiles fueran regulados y, donde fuera posible, comerciados en intercambios y empujados a través de cámaras de compensación. Para los abogados como Gensler, los intercambios exacerbaron la crisis financiera agregando apalancamiento al sistema financiero con más riesgo siendo respaldado por menos capital.

Pero a medida que él respondía a las preguntas, Gensler resaltó que el enfoque de la Comisión Europea sobre los derivados comerciados lejos de los intercambios podría dirigir a ciertos vacíos en las regulaciones.

En particular, él argumentó la necesidad de la transparencia de la valoración. “Es esencial que la reforma incluya un fuerte requerimiento que estandarice los intercambios comerciados en compensaciones o en similares facilidades de ejecución de intercambio”, denotó.

Sin embargo eso contrasta fuertemente con los comentarios de María Velentza, jefa de la unidad de Mercado de Valores en la Comisión, en la conferencia celebrada en Florida la semana pasada. “Nuestra idea, en Europa, no es importunar los modelos empresariales existentes para el comercio de derivados OTC”, ella dijo.

Requerimientos

Justo antes de la Navidad, la CFTC votó para limitar los requerimientos de capital de las cámaras de compensación de derivados para los miembros hasta una suma de US$50 millones, por debajo de los US$5 millardos, en un esfuerzo por abrir las cámaras de compensación de intercambios. Esto podría crear un gran número de jugadores más pequeños que sean incapaces de rescatar a los miembros más grandes en caso de una quiebra.

VERSIÓN AL ESPAÑOL DE ROSANNA CAPELLA

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