FINANCIAL TIMES
Una Europa frágil debe cambiar rápido para salvar al euro

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Yo simpatizo con los alemanes. No porque yo esté de acuerdo con su prevaleciente opinión de cómo ocurrió la crisis o qué hacer a ese respecto. Simpatizo con ellos porque los de la élite alemana fueron los únicos que entendieron lo que implicaba la creación del euro.

Ellos se dieron cuenta de que una unión monetaria no podría funcionar sin una unión política. Pero la élite francesa quiso, en cambio, terminar su humillante dependencia de la política monetaria establecida por el Bundesbank de Alemania.

Ahora, dos décadas más tarde, los socios de Alemania, incluyendo a Francia, han aprendido una lección dolorosa. Lejos de ser liberados del control alemán, ahora están mucho más firmemente por debajo de estos.

En una gran crisis, los acreedores son los que gobiernan. Considere, en cambio, qué tanto mejor hubiera estado Europa si el mecanismo de tasa de intercambio hubiera continuado con banda.

Las tasas de interés en los países afectados por la crisis probablemente hubieran sido más altas y las burbujas de precio de activos y déficits de cuenta corriente hubieran sido más pequeños. Cuando llegó el turno en los flujos financieros, las crisis monetarias verdaderamente hicieron erupción.

El drachma griego, el punt irlandés, el escudo portugués, la peseta española, la lira italiana, y, tal vez, el franco francés, se habrían devaluado frente el marco alemán. Los niveles de precios de estos países habrían mostrado un aumento temporal.

Pero la culpa de cualquier caída habría recaído abrumadoramente en casa. Yo temía que el euro debilitara el sentido de confianza mutua en una crisis y no que la reforzaría.

De esta forma, este ha demostrado estar listo, aunque la eurozona apenas ha comenzado el ajuste. Entonces, ¿por qué son los acreedores los que gobiernan en una crisis? La respuesta es simple: ellos pueden prestar barato. Mientras los prestatarios han huido de los créditos más débiles, la tasa de interés de los bonos alemanes ha bajado hasta un 1.3%, contra un 5.8% en Italia y un 6.2% en España.

Con los productos internos brutos nominales, los países con altas tasas de interés están en riesgo de caer en una trampa de deuda. Ellos necesitan ayudar a controlar sus costos de financiamiento que sólo los acreedores pueden suministrar.

Como han denotado Harold James, de la Universidad de Princeton; Ronald McKinnon, de Standord y muchos otros, Alexander Hamilton, primer secretario de la Tesorería de EEUU, confronta un desafío no muy diferente con las deudas incurridas por los estados en la guerra de independencia americana.

Hamilton usó los poderes de la segunda y centralizada constitución para asumir estas deudas, emitiendo, en cambio, una nueva deuda federal.

En el largo plazo, el moderno sistema federal de EEUU surgió con límites sobre el financiamiento estatal, un banco central y un presupuesto federal capaz de estabilizar la economía.  Ya que desmantelar la eurozona sería muy costoso, como yo expuse la semana pasada, ¿podría dicha unión lidiar con las dificultades actuales? La respuesta, en teoría, es sí. La eurozona ya tiene un banco central.

El amado pacto fiscal de Angela Merkel, canciller de Alemania, podría ser el equivalente de la norma de presupuesto balanceado de los estados de EEUU. Entonces, ¿qué está faltando para una vida “felices por siempre”?.

La respuesta parece ser un robusto arreglo fiscal para amortiguar el impacto de las crisis, ayudar a los miembros a manejar sus deudas y reducir el vínculo entre los soberanos débiles y los bancos.  Sin embargo, asumir las deudas por una tesorería central o remplazar los mecanismos nacionales por federales, está fuera de cuestionamiento.

El presupuesto de la Unión Europea es un 1% del producto interno bruto. No hay voluntad para hacerlo mayor. En el lugar de tal acción central, se necesitaría que emergiera una solidaridad más fuerte entre los miembros. Pero yo encuentro difícil creer que tales medidas perduren.

El Mecanismo de Estabilidad Europea, diseñado en esta crisis para ayudar a los países en dificultades, es demasiado pequeño, se trata de sólo un 5% del producto interno bruto de la eurozona. La respuesta tendría que ser algún tipo de bonos de la eurozona, con la solidaridad personal y conjunta.

El apoyo será bastante limitado. A los miembros solventes tienden a disgustarle el apoyo al “irresponsable”. A los votantes no les gusta compartir con los no-votantes. Fundamentalmente, la constitución federal precedió a la solución de Hamilton, aunque las grandes deudas fueron una razón para la ratificación.  Si desmantelar el euro está fuera de cuestionamiento, las finanzas federales reales no están disponibles y la solidaridad mutua quedará limitada, entonces ¿qué nos queda?. La respuesta es un ajuste más rápido, para traer las economías de vuelta a la salud. Ciertamente, eso sería esencial, incluso si una solidaridad más fuerte estuviera disponible.

La eurozona no debe convertir las economías más débiles de hoy en regiones deprimidas y permanentemente apoyadas por transferencias, una política que ha asolado el sur de Italia.  Entonces, ¿cómo se lograría un ajuste más rápido? La respuesta es, a través de una economía dinámica en la eurozona y un más alto crecimiento de salarios y la inflación en las economías centrales antes que en la debilitada periferia.

Además, la estrategia de crecimiento requerida, definitivamente no es un asunto de políticas para el suministro. De acuerdo a los pronósticos del Fondo Monetario Internacional, el producto interno bruto nominal de la eurozona aumentará en un simple 20% entre el 2008 y el 2017.

El último año, será un 16% más bajo que si este hubiera continuado creciendo a la tasa de un 4% logrado entre el 1999 y el 2008 (consistente con un 2% de crecimiento real y un 2% de inflación).

Para las economías bajo tensión, este débil crecimiento en la eurozona es un desastre: esto implica que la eurozona en general tiende a reforzar antes que desplazar, sus contracciones de crédito y el rigor fiscal.

Ellos pueden culpar a la adopción universal del rigor fiscal y las políticas del Banco Central Europeo, que permite que se estanque el suministro de dinero.  ¿Qué tiene esto que ver con el riesgo de salida de Grecia y la necesidad de manejar la caída, podría esto ocurrir?

Al mismo tiempo todo y nada. Nada porque todavía sería necesario manejar los pánicos, casi ciertamente por el ilimitado apoyo del BCE, como ha argumentado a Financial Times Jacek Rostowski, ministro financiero de Polonia.

Y todo, porque con las grandes divergencias en la competitividad, la débil solidaridad fiscal y los frágiles bancos, un plausible proyecto de ajuste en el crecimiento es vital. Si los países se enfrentan año tras año cansados de la deflación de deuda y depresión, el euro se arriesga a convertirse en un detestado símbolo de empobrecimiento.

Como una fuerte unión federal, EEUU soportará la tensión de una decepción tan sostenida. Una eurozona mucho más frágil no lo hará. 

Las claves

1. Lección dolorosa   

Ahora, dos décadas más tarde, los socios de Alemania, incluyendo a Francia, han aprendido una lección dolorosa. Lejos de ser liberados del control alemán, ahora están mucho más firmemente por debajo de estos.

2. Presupuesto de la Unión Europea   

El presupuesto de la Unión Europea es un 1% del producto interno bruto. No hay voluntad para hacerlo mayor. En el lugar de tal acción central, se necesitaría que emergiera una solidaridad más fuerte entre los miembros. Pero yo encuentro difícil creer que tales medidas perduren.
VERSIÓN AL ESPAÑOL DE ROSANNA CAPELLA

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