Recientemente leía una información sobre el financiamiento de la educación en la China ex comunista, hoy capitalista. Así como lo lee, apreciado lector, lo que nos indica o da lectura de muchas cosas.

Es obvio que todos coincidimos en la importancia de la educación, de una buena educación, la que cuesta y debe estar destinada ha aquellos cuyo intelecto y capacidades, se puedan desarrollar con la educación.

No hay sociedad que se desarrolle si no invierte en el pan de la enseñanza, no importa cuál sea esta, pues los niveles, desde el preescolar a los post grados, son importantes, pasando por las técnicas, las profesionales y hasta la hogareña.

Ahora bien. ¿Qué nos llamó poderosamente la atención? Que viene de un país llamado socialista, donde se han dado cuenta de muchas realidades sobre el valor de la educación y de que la misma no es igualitaria, si no para los que sobresalen. Que el Estado no tiene recursos para todos y que quien se capacita puede pagar lo que invierte en su educación.

Para nosotros particularmente, que conocemos de la existencia por años de los fondos para créditos educativos en nuestro sistema capitalista, nos estimula a pensar que si tomamos lo bueno de cada sistema mucho podremos lograr.

Si un Plan Renove es importante, y no lo dudo, por igual un “subway” subsidiado y otros grandes proyectos, nos podríamos preguntar nueva vez ¿podemos tomar un préstamo para financiar la educación a los sobresalientes, profesionales y técnicos?

Pero, si pero ¿cuál educación, si todas son importantes? 

Un doctorado o PhD, una maestría en el exterior son muy importantes y bonitos, aunque esto sea para formar para los países desarrollados sus capitales humanos.

Nosotros necesitamos de ellos, pero de forma muy, pero muy selectiva. Bien orientada y guiada para impulsar nuestro desarrollo, en áreas estratégicas.

Creemos que si seguimos el modelo “incaico”, donde un Inca tenía a diez ministros, un ministro  a diez viceministros y así la cadena, aplicándola a la educación dominicana, nos daremos cuenta que necesitamos el mismo sistema desde el doctorado al personal técnico, el que hace la zapata del edificio del desarrollo. El obrero o el técnico.

El país necesita educar más técnicos buenos que profesionales malos, como muchos que se gradúan o graduamos, que dejan mucho que decir.

No nos atrevemos a criticar una profesión en particular, pues en todas hay buenos, regulares, malos y muy malos profesionales. Sin embargo, en mi campo profesional deseo postular algunas ideas.

El campo del área de la industria agroalimentaria es muy amplio, desde el que planifica la economía del sector hasta el que mercadea los productos internacionalmente o los transforma, inclusive.

Sin embargo nos hacen falta, además de buenos agrónomos, zootecnistas, veterinarios, agroprocesadores, etc. Los técnicos u obreros especializados en operación de equipos agropecuarios, administradores de producción en invernaderos, técnicos en reparación de maquinarias, técnicos electricistas y en refrigeración capaces, entre una multiplicidad de ellos.

Lo que está sucediendo es muy variado, desde que tenemos pocas academias dedicadas a formar una masa crítica de lo que necesita el país y los sectores productivos, o que no estamos entendiendo el real valor de la educación.

Todo muy bonito, pero ¿qué haría si tuviese el poder? Primero, dedicaría recursos  de los donados, prestados o vía el sistema financiero nacional con los incentivos debidos, para que se inviertan en la educación como hace la China ex comunista.

Agradezco en lo personal y como dominicano, que la República de China (Taiwán) ha donado al país para becas más de RD$500 millones.

Como accionista que soy del Banco de Reservas, como todo buen dominicano, este banco debería crear un programa de invertir gran parte de sus ganancias publicitadas en este sistema, con condiciones interesantes como dependiendo del rendimiento del estudiante (técnico o profesional) se le exoneran parte de los intereses, solo a los sobresalientes. No beca.

De este tema seguiremos  escribiendo. El país necesita formar un buen capital humano en todos sus niveles.