El término fiscal se deriva del vocablo fisco, definido como “todos los bienes públicos o del Estado” y, en consecuencia, un fiscalizador sería como un inspector, auditor, supervisor o conductor de un fisco, algo así como un gobierno o gobernante y sus funcionarios.
Ahora que una denominada reforma fiscal está en la palestra y planteada como un cambio en las recaudaciones tributarias, me parece útil destacar el garrotazo que, para las clases media, media baja y baja, significaría una elevación de los impuestos que siempre terminan siendo pagados por el sufrido consumidor final, porque los empresarios, productores e industriales siempre le cargan al precio de sus mercancías los gravámenes que a ellos dizque les cobran.
No creo que habría un solo dominicano sensato que se negaría a respaldar una razonable reforma fiscal si, como han planteado muchos ciudadanos conscientes, el fiscalizador actual (el Estado) se planteara primero hacer realidad lo siguiente:
1) Quitar las exoneraciones de impuestos a grandes empresas;
2) Recuperar el dinero robado por funcionarios corruptos;
3) Reducir sueldos de lujo y exoneraciones a funcionarios y legisladores;
4) Eliminar las botellas del PRM, PLD, FP y otros partidos políticos;
5) Eliminar cofrecitos y barrilitos a legisladores y 6) Suprimir los financiamientos a los partidos políticos. Amén.