Fisura institucional

Fisura institucional

Un candidato a una Diputación al Congreso Nacional pide a sus electores que voten con todas sus fuerzas. Sonrío en cada ocasión en que veo estas vallas. Por las formas en que se cumplen los ejercicios económicos de la administración pública, cualquiera estaría tentado a pensar en tan enorme retroceso. Porque el anuncio no hace sino invocar un estilete indispensable para inscribir, con fuerza, el voto pedido. El pedido incita a pensar en un petroglifo.

El reclamo publicitario es sólo simpático. Otros que pueden ser observados en lugares diversos, exponen la decadencia institucional. Un candidato nos recuerda que él está cerca de nosotros ¡siempre! ¿Para qué? Vuela el pensamiento y concluye la oración inconclusa en el letrero. Está cerca para el boroneo. De variadas maneras se nos recuerda, en otros carteles, este denigrante papel que asumen los cargos del Poder Legislativo.

A la conclusión es fácil llegar a partir de la combinación de ofertas. Están los que aseguran que irán al Congreso para crear empleos. Por supuesto, tendremos que modificar la Constitución, otra vez, para volver al Poder Legislativo una máquina de producción de puestos de trabajo. Lo mismo haremos gracias a aquellos que recuerdan que mantienen políticas de servicio social. Con la fecundidad propia de la imaginación imagina de todo, el raudo lector que contempla estas vallas mientras recorre calles, avenidas y carreteras.

Dos candidatos rompen la marca de resquebrajamiento institucional.

Al parecer, son médicos.

De ahí que recuerden al elector que son Diputados de la salud. Escalpelos, esfigmómetros y termómetros en manos, los veremos atender los pacientes, en tanto transcurre una plácida sesión. ¿O abriremos consultorios y salas quirúrgicas en el Palacio del Congreso Nacional? Una de ambas acciones son insinuadas por aquello de que son Diputados de la salud, aunque no se especifica cuál prevalecerá tras la elección.

Algunos letreros nos recuerdan, con llaneza, que los aspirantes desean ocupar las posiciones de Senadores y Diputados. Modestos, sin duda, creen que en los tiempos modernos al Congreso Nacional se acude a ejercer estas funciones. Pero éstos, que no intentan concitar el interés del elector con increíbles ofertas desvinculadas del quehacer legislativo, salvan la cara del Congreso Nacional.

Como puede observarse, la institucionalidad democrática se resquebraja de múltiples maneras.

En el extremo desnaturalizante se encuentran los golpes de Estado, como aquél que interrumpió el ejercicio del Presidente Juan Bosch en 1963. Pequeñas, nimias coqueterías sustentadas por la debilidad democrática; sin embargo, también abren fisuras en la institucionalidad. Y por ello, los pueblos pierden la confianza en los gobiernos. Y llega un instante en que, entonces, votan con fuerza.  

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