Un mundo guiado por lo visual y los cánones de belleza de extrema delgadez, ha dado como resultado cientos de miles de personas sufriendo trastornos como la bulimia o la anorexia nerviosa, que forman parte de un trastorno psicológico y  alimentario.

La bulimia es un comportamiento en el cual el individuo se aleja de las pautas de alimentación saludable consumiendo comida en exceso por periodos de tiempo muy cortos, lo que le genera una sensación temporal de bienestar, pero una vez pasada la ingesta excesiva de comida, la persona aplica métodos compensatorios para intentar eliminar el exceso de alimento a través de ayunos, vómitos, purgas o laxantes.

 La anorexia nerviosa, por el contrario, no es un síntoma, sino una enfermedad específica caracterizada por una pérdida autoinducida de peso acompañada por una distorsión de la imagen corporal y puede tener consecuencias muy graves para la salud de quien la sufre,  por la gran debilidad ocasionada por la carencia de nutrientes esenciales.

A estos dos trastornos se agrega ahora la ortorexia: condición que padecemos cuando somos demasiado conscientes de las cuestiones nutricionales. Las personas que la padecen llevan los comportamientos en pos de una alimentación sana al extremo y se obsesionan con evitar los preservantes de los alimentos, las grasas y otros ingredientes, a tal punto que pueden llegar a la desnutrición.

Estar conscientes de las decisiones sanas en una alimentación (llevar una dieta rica en nutrientes) es una cosa muy distinta a estar obsesionados con el contenido nutricional de todo lo que ingerimos.

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Consecuencias de la ortorexia

Las consecuencias que tiene esta enfermedad sobre la vida y el entorno social son principalmente:

 1. Rechazo a comer fuera de casa para evitar tentaciones y porque es contrario a sus teorías.

2-  Distanciamiento de amigos y familiares, pues todo su mundo gira en torno a sus estrictas normas a cerca de la comida.

Manos a la obra

En esta ocasión trabajaremos el abdomen de una forma intensa, con un ejercicio ideal para personas intermedias-avanzadas. Vamos a enfocar el movimiento en todo el recto abdominal (abdomen alto y abdomen bajo) utilizando el peso de las piernas.

La rutina

Con  la espalda apoyada en el suelo, (manteniendo espalda baja sin arquear), colocamos  las manos debajo del glúteo para dar mayor soporte a nuestra espalda baja y las piernas ligeramente flexionadas, colocadas en ángulo de 90 grados.

Iniciamos el descenso contrayendo fuertemente el abdomen y bajando las piernas hasta colocarlas casi paralelas al suelo, sin tocarlo. Repetimos  el movimiento en 3 series de 20 repeticiones cada una.