Five putrid Klingons 72/72

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Las luchas por la libertad y la soberanía así como la participación de los masones en diferentes procesos políticos dominicanos fueron reconocidas desde hace casi medio siglo con la designación de la calle “Masonería” en el ensanche Ozama.

Prácticamente en todas las logias se exhiben tarjas con los nombres de héroes, próceres y mártires que ofrendaron sus vidas durante la tiranía de Trujillo, se opusieron  a  españoles, norteamericanos, haitianos o fueron encarcelados por manifestaciones de patriotismo.

Rafael Santana Viñas, Venerable Maestro de la Respetable Logia Caballeros de la Patria Número 53, uno de los más jóvenes masones del país, hizo un breve recuento de esa actuación “que se inicia desde la Independencia Efímera, con José Núñez de Cáceres, Maestro Masón de la logia “Filantropía” fundada por Pascual Real, gobernador español durante la Reconquista”.

El entrevistado entró adolescente a la masonería atraído por “el trabajo, estudio, dedicación, persistencia y entusiasmo” que le infundieron en la Benemérita y Respetable Logia Cuna de América Número 2, su “logia madre”, hermanos como Adalberto Soto, Elías Pilarte, Felipe de Castro y Rafael Andújar. A sus 32 años ha profundizado en el devenir de estas agrupaciones sobre las que discurre con fluidez y capacidad de exposición destacando  contribuciones y méritos.

Al referirse a los años de la ocupación haitiana significa: “Haití es un país de tradición masónica que tuvo entre sus miembros a los presidentes Alexandre Petion y Jean Pierre Boyer y promovió aquí la creación de logias”. Fundaron la “Constante Unión Número 8”, a la que pertenecieron Juan Pablo Duarte, Tomás Bobadilla, Matías Ramón Mella, Juan Nepomuceno Ravelo y los demás trinitarios, excepto Pedro Alejandrino Pina, que era menor”. Según Santana, los patriotas siguieron el modelo de otros países en cuyas independencias las logias jugaron “un papel preponderante”.

“Duarte se inspiró en la masonería para fundar La Trinitaria: células, signos, tocamientos, secretos, símbolos para no revelar su identidad”, explica. Añade que el gobernador haitiano “Gerónimo Borgellá fue uno de los fundadores, promotor y protector de muchas logias haitianas”, citando, entre otras la “Indisoluble Fraternité que funcionaba donde está hoy La Cuna de América”.

El hecho de que Duarte luchara contra la ocupación haitiana y se asociara a sus movimientos masónicos se debió, para Santana Viñas, “a coyunturas del momento”. El patricio, además, “tuvo oportunidad de viajar y  conocer logias extranjeras y entendió esos ideales contra regímenes absolutistas apreciando los fueros de libertad, autonomía, progreso, porque la liberación es parte del movimiento masónico, así como la igualdad y la fraternidad”.  El Padre de la Patria alcanzó el grado de “Maestro Masón, fungiendo como Arquitecto Decorador de la Oficialidad”.

Persecución. Durante la anexión a España se persiguió a las logias, enfatiza el Venerable Maestro, aunque Pedro Santana era masón. “El arzobispo español Bienvenido Monzón fue el mayor responsable de la separación entre la jerarquía eclesiástica y la masonería dominicana”, apuntó. “A pesar de que las autoridades dominicanas estaban en las logias se dio esa contradicción. Bobadilla fue el Primer Gran Maestro pero los gobernadores españoles eran antimasones”.

Es en la Restauración cuando “la masonería tiene una gran participación. Gregorio Luperón era Maestro Masón, miembro de la Benemérita y Respetable Logia Restauración Número 11, en Puerto Plata, y él, a la cabeza de los líderes del Cibao organizó los planes militares e intelectuales junto con la Benemérita y Respetable Logia Nuevo Mundo Número 5, que fue donde él se inició”, indicó. “Contagió el espíritu de que la República soberana había que liberarla. Esas dos logias fueron sedes de discusiones e involucraron en unidad a toda la masonería nacional”, enfatizó Santana.

Durante la ocupación norteamericana de 1916, prosigue, una de las más activas en la oposición al invasor fue la Benemérita y Respetable Logia Libertad Número 20, de la calle José Reyes 158. “Allí hubo manifestaciones de protestas, entre otros masones se distinguieron Francisco Henríquez y Carvajal y Francisco J. Peynado. Esa logia “auspició, en Tenida Patriótica, el Congreso Masónico contra la intervención. Es por eso que a esa logia le asignaron el título honorífico de Bastión de la Tercera República”, significó.

“José Gabriel García y uno de sus hijos eran masones, sus fotos están en la galería de Pasados Venerables de La Cuna de América”, dijo.

Durante la tiranía de Trujillo, por otro lado, la masonería “tuvo al principio una función  estable pero después empezó a bajar el número, se perdió la mística, estábamos en un régimen dictatorial, de controles, y hubo muchos infiltrados dentro de las logias, sin embargo, siempre fue respetado el secreto masónico”. Declara que “inclusive, Trujillo pidió que se le otorgara el Gran Collar de la Masonería y se opusieron, esto creó enemistad entre el régimen y los masones, pero muchos masones eran funcionarios”.

Entre los masones que lucharon contra la tiranía citó a Rafael Augusto Sánchez Sanlley, Octavio Pérez Garrido, Antonio Mota Ricart, Octavio Mejía Guzmán y otros, asesinados por el régimen.

El distinguido masón, que preside la logia más joven del país, fundada en 2012, destacó los aportes de Emilio Prud-Homme y José Reyes, ambos masones, con las letras y música del Himno Nacional, incluye a Hostos y agrega que “es poco conocido que el profesor Juan Bosch se inició en la Logia Esperanza Número 9, alcanzando el grado de Compañero Masón”.

El Himno, especificó, “fue interpretado por primera vez en los salones de la Logia Esperanza Número 9 y los colores de la bandera son simbólicamente masónicos”.

Santana Viñas, abogado, miembro del Instituto Duartiano, resaltó el patriotismo de los masones durante la guerra de abril de 1965 en la logia Esperanza Número 9. “Aunque estábamos intervenidos por los norteamericanos los masones salían, izaban la bandera, entonaban el himno. Se destacó como principal promotor César Aníbal García, Venerable Maestro, ahora pasado Soberano Gran Comendador del Supremo Consejo”.

También puso de manifiesto los aportes educativos, filantrópicos, sociales, médicos de los masones, con la creación del colegio masónico “Jaime Manuel Fernández González” en Villa Faro, y la Orden de los Shriners que refiere casos de niños con quemaduras y problemas ortopédicos a hospitales de Estados Unidos.

La calle

El 25 de febrero de 1970 el Ayuntamiento del Distrito Nacional designó “Masonería” la antigua “calle 7” del ensanche Ozama atendiendo a que esta actividad “ha contribuido de manera efectiva al progreso cultural, intelectual y social de nuestro pueblo” y  desarrolla una fructífera labor “en beneficio de la humanidad”.

Para Rafael Santana Viñas es un reconocimiento merecido por “la intervención masónica en momentos estelares de la génesis de República Dominicana”.

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