Flashback

Flashback

Hay orden de matarlo. Tenemos que salvarlo. Nuestras vidas están repletas de flashbacks y éstos son parte integral de nuestra historia como seres humanos. Vivimos en una dimensión tridimensional y somos proyecciones de una matrix holográfica maestra.

 Veamos:  Santo Domingo, 19  de febrero del año 1973, Edificio Shell, avenida Máximo Gómez, cuatro y media de la tarde, a tres días del asesinato de Francisco Alberto Caamaño Deñó.

“Adió, aquí no hay cárcel pa’ un hombre como ese”, dicen que dijo el tirano ilustrado, cuya orden, de acuerdo con la costumbre de la época, era fielmente interpretada por sus generales de turno. ¡Qué destino el nuestro!

-Lo tengo escondido.

Hay órdenes de matarlo dondequiera que lo encuentren. Tenemos que salvarle la vida.

Regrésate a Washington de inmediato y entrega estas notas a estas tres personas- (Ahora sólo recuerdo sus apellidos: Kennedy, Stephansky y Crimmins). Otra vez tres nombres como en la Trinidad o en el Escudo dominicano.

Lo interesante del caso es que el hombre murió muchos años después sin sospechar siquiera que fui un instrumento del destino que le prolongó la vida antes de que Dios se lo llevara para siempre.

Nunca se lo hice saber, aunque compartimos después varias ocasiones tanto en Washington como en Dominicana.

Fue una luminaria pero los intereses creados y manipulados de siempre nunca le permitieron llegar a presidente.

El que lo escondió en su casa se llamaba Sacha Volman, un ciudadano rumano-dominicano.

 Al que le salvamos la vida el gobierno de turno le concedió hipócritamente un salvoconducto para salir del país días después.

 El estrés desmedido, debido a la frustración política y a los desmanes de nuestro medio, se lo llevaron a la tumba a destiempo.

Su nombre completo: José Francisco Peña Gómez. Lo demás es historia patria.

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