El Gobierno dominicano ofrecería al mundo una muestra de sensatez, sensibilidad y voluntad de diálogo, si permite la reanudación del comercio binacional entre Haití y nuestro país, como prueba inequívoca de que desea la solución del conflicto creado por el vecino país con su decisión unilateral y violatoria de los acuerdos del 1929 sobre el uso racional y coordinado de las aguas del río Masacre.

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Las demás medidas como el cierre permanente de la frontera, el cese de emisión de visas en el consulado dominicano e impedimento de entrada al país de los empresarios y políticos promotores de la obra, deben mantenerse así como los trabajos de rehabilitación del canal de La Vigía, en territorio dominicano, para garantizar el continuo uso de las aguas del Masacre por parte de los dominicanos en caso de que los haitianos persistan con su proyecto.

La reapertura favorece el intercambio comercial entre Haití y las provincias fronterizas que tienen como única fuente de ingresos el referido comercio, y lo que es más importante, permitiría a las hambrientas masas del pueblo haitiano acceder a los alimentos básicos de la canasta familiar que ya empiezan a escasear, en su territorio, con las posibles consecuencias de una explosión social de la que nadie saldría beneficiado.