Un día como hoy, 21 de diciembre de 1959, nació en Los Ángeles, California, la portentosa velocista estadounidense Florence Griffith Joyner, plusmarquista mundial de 100 y 200 metros planos. Procedente de una familia humilde, logró saltar a la fama y fortuna en el deporte y además se dedicó con notable éxito a la publicidad, promocionando diversos productos, incluso tuvo su propia línea de ropa. Inesperadamente su temprana muerte a los 38 años, a causa de una apoplejía cerebral, dejó una brumosa estela de dudas relacionadas con el dopaje.
La hermosa corredora negra también llamaba la atención por su extravagante vestimenta, maquillajes y, sobre todo, por sus larguísimas uñas en las pistas de atletismo. Desde su etapa juvenil en la escuela secundaria puso de manifiesto su promisorio talento, y pronto llegaron los resultados. Flo-Jo, como se le conocería popularmente más adelante, conquistó varios títulos en los Campeonatos Universitarios de los Estados Unidos (NCAA), bajo las orientaciones del conocido entrenador Bob Kersee.
Tuvo actuaciones destacadas en los I Campeonatos del Mundo celebrados en Helsinki, quedando en el cuarto lugar en los 200 metros, al año siguiente obtuvo medalla de plata de los 200 metros en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 1984. En los Mundiales de Roma en 1987, volvió a quedar en la segunda posición detrás de la alemana Silke Gladisch.
Su consagración definitiva ocurrió en los Juegos Olímpicos de Seúl 1988, donde con una asombrosa e incomparable actuación ganó tres medallas de oro y fue plusmarquista mundial de 100 y 200 metros. Su repentino retiro después de estos Juegos, con 29 años de edad y en la cúspide de su carrera, dejó perplejos a todos, especialmente a los medios masivos de comunicación, pero más sorprendente aún fue su fallecimiento el 21 de septiembre de 1998.
Sin embargo, el lamentable hecho dio lugar a sospechas sobre sus extraordinarias cualidades y el posible uso de sustancias prohibidas para aumentar el rendimiento, unido a visibles cambios y aumentos musculares en un tiempo relativamente corto.
Si bien el caso de Griffith Joyner ha sido quizás el más sonado por sus características y extraño deceso, su apogeo coincidió con la irrupción de una época signada por el auge de sustancias dopantes por parte de destacadas figuras deportivas, siendo uno de los escándalos más publicitados el del estelar velocista Ben Johnson, quien fue despojado de las medallas de oro obtenidas en Juegos Olímpicos y Campeonatos Mundiales.
Debe quedar claro que a la singular Flo-Jo nunca, durante su accionar como atleta activa en las pruebas antidoping, se le pudo detectar el uso de sustancias prohibidas ni fue objeto de penalizaciones, aunque su trasformación física y su extraña desaparición, dejarían muchas interrogantes. Su imagen como deidad de la pista, no volvería a ser la misma en el imaginario planetario.
Cuando parecía que le quedaba mucho tiempo para el disfrute de su vida con riqueza y gran fama junto a los suyos, abruptamente se extinguió su existencia, como los astros que se apagan perdiendo su fulgor para siempre en el espacio sideral.