Flores a María

Flores a María

Uno de los regalos finos que podemos hacer a personas, que nos son queridas, son las flores. Eso indica la delicadeza de sentimientos de quien hace el regalo.

María es muy querida. Y es que Ella se da a querer.
Por su si, Jesús llegó a nosotros.
Por su fidelidad hasta su muerte, no lo desamparo ni en la cruz.
Ella, la hija predilecta del Padre;
Ella, la madre más amada sobre la tierra.
Detalles para hacerla sonreír, son nuestras flores para Ella.

¿Por quién hizo Dios las flores, si no las hizo por Ella?

Mayo es el Mes de María, y también es el mes de las flores.

En este mes, la Iglesia Católica lo celebra, con el rezo del santo rosario y el ofrecimiento de flores, una práctica muy tradicional y de gran aceptación por cuanto significa la belleza sublime de nuestra Madre: «Flores para Ella, por ser la más bella».

Lei un bello testimonio de una religiosa quien decía que regalar flores a Maria es nuestro símbolo de gratitud, flores del regalo divino de la naturaleza. Ofrecer un regalo terreno va más allá de palabras y oraciones. Es la expresión de gratitud de un hijo a una buena mamá, que quiere sólo lo mejor para nuestra alma”.
Tambien el Papa hace ese bello gesto filial en las iglesias y santuarios del mundo donde va.

Regalar flores es una manera que tenemos las personas para decirle a alguien que la queremos mucho. A la Virgen le gusta que le llevemos flores. Con ellas queremos pedirle de todo corazón, por todas las necesidades del mundo.

1) Oremos en primer lugar por todos los cristianos, para que sepan amar e imitar a Jesús, como María, y muestren así a todos el amor de Dios. Roguemos al Señor.

2) Oremos por todos los que pasan hambre y necesidad, para que encuentren quienes les ayuden y sientan la protección de María. Roguemos al Señor.

3) Oremos por la paz entre las naciones, para que, con la ayuda de María, Reina de la paz, se apaguen los odios, desaparezcan las guerras, y todos los hombres se quieran como hermanos. Roguemos al Señor.

4) Oremos por todos los enfermos, de una manera especial por los que sufren la enfermedad del coronavirus para que la Virgen María reavive en ellos la esperanza y los asista con su amor de madre. Roguemos al Señor.

No puedo terminar estas lineas sin contarles un bello testimonio de una amiga muy querida, a quien pedí autorización para contarlo (pensé hacerlo sin decir su nombre) pues ella no sólo me autorizó a que lo dijera con su nombre sino también con su apellido. Me refiero a Antia Arias. Lo cuento no sólo porque es inspirador, sino porque soy testigo de primera linea del mismo..

Sucedió hace unos casi 20 años aproximadamente. La invité a que me acompañara a Bávaro en mis afanes de promoción y venta de artesanías a los gift shops, pero haciendo la aclaración de que en la ruta tenia parada obligatoria en la sede principal de la protectora amada de la República Dominicana. Me refiero por supuesto, a nuestra Vírgen de la Altagracia.
Les cuento que mi amiga se puso feliz, tanto que me sorprendió cuando al recogerla vino cargada de un tupido arreglo de lirios blancos para Ella. Me confesó que quería un compañero de vida bueno y que estuviera en el camino de su hijo Jesús.
Para resumir y por razones de espacio concluyo el testimonio diciéndoles que a la Vírgen le agradó tanto ese gesto que a poco meses de esa visita, Antia conoció a su futuro esposo, oriundo de esa misma provincia, La Altagracia, Miguel Oscar Valdez quien esta en vías de ser ordenado como diácono de nuestra Iglesia y ambos fueron bendecidos con una hermosa hija que les llena de felicidad.
Ahora les cuento un humilde testimonio reciente mío propio vivido al momento de escribir estas líneas.
Por vez primera el director de uno de los periódicos al cual colaboro me sugirió el tema de las flores a María y yo les confieso que por poco me olvidó de su pedido sin embargo parece que a Ella no.
Y es que en la Eucaristía que participe el coro cantó «Con flores a María» obviamente que entendí el mensaje.

En mayo, ¡Ella nos espera con flores! !

Sigamos rezando el rosario y enseñemos también a los niños, cuya predilección es obvia en sus apariciones.

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