Flores  para dos gurús de la moda

Flores  para dos gurús de la moda

POR ROSARIO TIFA
La alta costura europea y norteamericana sufrió un gran golpe en el mes de junio con las muertes  de Gianfranco Ferré y Liz Claiborne, dos gigantes de la moda universal.

  Con estilos y proyectos diametralmente opuestos: uno con un abanico más amplio, que comprende desde los accesorios, perfumería y la alta costura, otra con el don de haber creado una ropa elegante, versátil, asequible y muy femenina para la mujer de oficina y filántropa de condiciones excepcionales. Ambos, Gianfranco y Liz , evolucionaron la moda en honor de millones de seres humanos, trascendiendo  fronteras, edades, sexos, gustos y necesidades  que marcarán su paso de manera frutífera por este mundo.  Liz Claiborne, a diferencia de Ferré, dedicó parte de su existencia junto a su esposo Art Orenberg a la creación de fundaciones de lucha contra la violencia doméstica,  promover la autosuficiencia económica de la mujer  y desarrollo positivo de los niños y a la lucha por la supervivencia del medio ambiente. Giafranco, definido por sus relacionados como una persona honesta y laboriosa, dejó un legado de buen gusto, glamour y elegancia en cada una de sus producciones, que inició luego de un viaje a la India, que fundamentado en esa experiencia  calificó de “inolvidable”  y   tituló “ Ketch”. En 1974 aparece su línea  pret-a-porte femenino “Baila” lo que podría interpretarse como un despegue para abrir con la colaboración de su compatriota Franco Mattioli  su casa de moda  Gianfranco Ferré Spa. Un trabajo que realizó con entusiasmo,  amor y dedicación creando modelos con transparencias, nylon, desnudos y pieles  trabajadas como tejidos, depertando  admiración del público lo que motivó su ingreso a la alta costura.

Ferré dirigió la casa Dior. Luego lanzó  sus colecciones “Forma o by GF”, Gianfranco  Ferré Uomo, el perfume “Ferré by Ferré”,  una línea juvenil de jeans y una línea de ropa infantil entre otros proyectos.

Liz Claiborne fue una mujer excelsa, con un concepto siempre bien definido y dirigido a abastecer, con buena ropa, a una mujer moderna que ingresó en masa en los años 70 al mercado laboral.

 En esa época empezó a diseñar trajes elegantes, en una pequeña oficina, con un corte bien marcado y una limpieza impecable, y  como reafirma su amigo íntimo Stan Herman ella “No deseaba que la mujer de negocios luciera como que andaba en harapos”.

    Liz, de nacionalidad Belga, pero con su radal de acción en Nueva York, y Gianfranco Ferré italiano, fallecieron  a finales de junio pasado, un mes de gran luto en el mercado de la moda. Liz   víctima de cáncer  y  Ferré de un derrame cerebral.

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