Las fragancias elaboradas a partir de flores seducen el universo de la perfumería e imponen su poderío. La perfumería y las flores han mantenido por siglos una muy relación estrecha. La creación de esencias y aromas a partir de notas de rosas, gardenias y lirios es, sin duda, una industria basada en la tradición, las sanas y positivas asociaciones y fidelidad olfativa de las consumidoras.

Es un hecho constatado que las fragancias florales son las más femeninas y románticas en el circuito de los olores. Éstas entran dentro de la categoría de vigorizantes y excitantes, porque evocan sensaciones de alegría y placer. De ahí una cuota importante de su fama.

“El nardo, la orquídea, la gardenía y el jazmín causan una impresión duradera”, explica Pamela Dalton, de Monell Chemical Senses Center. “Su olor es más intenso que el de las otras flores”. Subconscientemente, todo el mundo asocia las notas florares de rosas y lirios con el amor y la felicidad.

“Para los perfumistas y las grandes marcas la creación de fragancias a partir de flores siempre ha resultado una apuesta segura de mercado”, dice Luis Sansón, gerente de la red de perfumerías Prestige.