Flotación sucia de la moneda 4 de 6

Flotación sucia de la moneda 4 de 6

POR LUIS H. VARGAS
Este programa monetario de amadrinamiento de la tasa inflacionaria da cuenta de la intervención estatal de apreciación de los tipos de cambios nominales de pesos por dólar, euro o yen y de elevación de los tipos de interés reales de la moneda nacional con respecto a las monedas internacionales, en base al recorte brutal de la base monetaria, plasmado por intermedio de la emisión masiva y galopante de valores en circulación.

La sobrevaluación del peso frente al dólar o euro tiende ficticia y temporalmente a paralizar la inflación porque promueve la expansión de la importación de mercaderías, la transferencia de renta dolarizada de los productores a los demandantes, la garantía de repago del servicio de adeudos exteriores y la poda de la emisión de papel moneda.

En principio, la declinación de la tasa de cambio incentiva la inclinación de importación de bienes, cuyos precios relativamente bajos arrastran a la baja los precios de los bienes locales, ya sea por razones de contracción de los costes de los insumos o de adecuación a la competencia en el mercado interior. Pero a final de cuenta, esta política cambiaria de canje de menos pesos por dólar o euro desemboca, por un lado, en ensanchamiento del déficit de balanza comercial por abaratamiento creciente del valor importado y encarecimiento constante del valor exportado y, por otro, en decrecimiento de la tasa de la actividad productiva por subida del índice de quiebra empresarial y bajada del nivel de ocupación laboral.

En efecto, en septiembre de 2005, el saldo comercial exterior declaró un número rojo de 137,4 millones de dólares, después de haber finalizado en igual mes de 2004 en 897,4 millones con signo positivo, al mismo tiempo que el desempeño del PBI computó un raquítico índice percápita acompañado de preocupantes cifras sobre negocios quebrados y trabajadores desocupados. Por demás, hay que anotar que la pronta puesta en vigencia del NAFTA-RD en 2006 presagia mayor desbalance de las transacciones mercantiles extranjeras de República Dominicana, por motivo de que nuestro país registra tasas de inflación más altas y tasas de productividad más bajas que las correspondientes a Estados Unidos.

En otras palabras, el régimen cambiario apreciado empuja el crecimiento de la demanda agregada, en base al incremento más que proporcional de las mercancías importadas y consiguiente decremento de la demanda interna de consumación e inversión productiva y demanda externa de exportación mercantil. El valor importado crece, pero el valor agregado nacional decrece por aminoramiento del mercado interno, lo cual se refleja en la supresión de puestos de trabajo, amputación de ingresos laborales y caída de las compras de bienes-salario, la liquidación de empresas criollas sin capacidad de competencia delante de mercaderías importadas y la desmembración de la frágil capacidad competitiva de las empresas exportadoras.

La traspase de ingresos de los generadores de divisas a los receptores se produce a través de las transacciones cambiarias de compra a los primeros y venta a los segundos, realizadas por entidades financieras a reducidas tasas de canje de pesos por dólar, euro o cualquier otra moneda internacional. De hecho, estas operaciones equivalen a la imposición estatal de un tributo a las remesas de las familias de trabajadores residentes en el exterior y las rentas de las empresas exportadoras de bienes y servicios, en beneficio de empresas importadoras y transnacionales radicadas en el país y de bancas e instituciones prestamistas ubicadas en el extranjero.

Los diferenciales cambiarios resultantes de las rebajas de las cotizaciones de las monedas internacionales por flotación sucia de la moneda nacional arrojan un saldo negativo entre ventajas y desventajas. Entre las primeras se destacan la obtención de réditos extraordinarios por los negocios importadores, la repatriación de utilidades acrecentadas por parte de corporaciones oligopólicas gracias al pase de las pérdidas por devaluación a ganancias por sobrevaluación y, finalmente, la seguridad de recuperación de capitales y giro de rentabilidades concedida a las inversiones directas y financieras.

En tanto, entre las segundas sobresalen las siguientes: la afluencia de capitales presiona hacia lo alto tanto la tasa inflacionaria por la monetización en pesos de los dólares ingresados, así como la tasa cambiaria por la demanda alcista de dólares hecha por los cuantiosos pesos ganados por las lucrativas empresas oligopólicas.. Por ejemplo, de enero a septiembre de este año, los egresos por concepto de utilidades, en la balanza de renta de la cuenta corriente de la balanza de pagos, sumaron mil 470 millones de dólares, montante igual a un aumento de 20,2% en comparación a idéntico lapso del año anterior y a 10 veces poco más o menos al cambio del PBI en los nueve primeros meses de este año.

Es evidente que la diferencia entre tasa de cambio presupuestada en la cima de 37,50 pesos por un dólar y la tasa de cambio promedio transada en 2005 en la sima de 28,50 pesos por un dólar determina que con menos pesos se cancele más servicio de deuda exterior e inclusive se acumule voluminosos pesos por concepto de exceso de partidas presupuestarias sobre erogaciones efectivas de pago externo de intereses y amortización de capitales.

Pero como al Banco Central le interesa solamente chupar pesos para restar poder adquisitivo a familias y empresas, con fines supuestamente estabilizadores de las tasas cambiaria e inflacionaria, le sustrae perversamente recursos monetarios al gobierno central para decomprimir la puja de demanda de dólares y abultar la cantidad de pesos esterilizados. En los tres primeros trimestres de 2005, el gobierno ha pagado 18 mil 621 millones de pesos o 534,7 millones de dólares a la tasa media de 34,83 x 1,00, en vez de 653,4 millones a la tasa promedio de 28,5 x 1,00; cuyas sucesivas diferencias a favor del Banco Central significan resta de egreso de 118,7 millones de dólares para paga de duda exterior y suma de ingreso de 3 mil 383 millones de pesos para esterilización de moneda nacional.

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