Flotar como mariposa
y picar como abeja

Flotar como mariposa <BR>y picar como abeja

Estuvo de visita en República Dominicana Mariela Castro Espín. Delicada cubana, profesional de la psicología, con Maestría en sexualidad.

Fue el Rector de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, Mateo Aquino Febrillet, quien tuvo la idea de invitarla, con tan poco tiempo de margen para poderla cumplir, que lo lógico hubiera sido que no aceptara. Pero no. Los huecos se abrieron en una complicada agenda hasta que la psicóloga puso pie en tierra dominicana, con tanta confianza y seguridad como si hubiera nacido aquí.

Los organizadores de la agenda abusaron de su resistencia física. Pero no pudieron siquiera frenarla en la divulgación de sus revolucionarias propuestas conceptuales. Con dulzura en el rostro y con la voz a medio volumen decía cosas que sonaban a herejía en una sociedad hipócrita como la dominicana. La veía y escuchaba, desde cerca y desde lejos, tratando de compararla con alguien, o con algo, para anticiparme un poco a las sorpresas que venían envueltas en sus intensos discursos. Mientras ella hablaba, el tiempo pasaba sin darme cuenta.

De repente, la búsqueda en mi memoria encontró una coincidencia paradójica, como hubiera dicho el psicólogo Víctor Frankl. Vino a mi mente la imagen de Cassius Clay, también conocido como Mohamed Alí luego que pasara a formar parte de la “Nación del Islam”. Difícil pensar en similitudes entre aquel campeón mundial de boxeo y la bella cubana que nos da su mano franca. Pero Mariela, al igual que Clay-Alí, flota como una mariposa cuando expresa sus convicciones y pica como una abeja cuando tiene que señalar a los responsables de tanta desigualdad. La aparentemente frágil y tranquila sicóloga cubana supo, en cada lugar por donde pasó, flotar levemente sobre sus conceptos, al tiempo que enterraba el aguijón en la parte más sensible de la hipocresía social.

Con Mariela algunos se equivocaban. Creían que esa mujer necesitaba las relaciones de parentela para ser presentada. Olvidaban que, en la mitad de su vida, piensa y actúa tan en futuro como quien forma parte de una generación avanzada que todavía no alcanza la mayoría de edad. Muestra cómo se está conformando esa sociedad del porvenir; más igualitaria porque será más combativa que la actual.

Aquí, en República Dominicana, esta psicóloga provocó bocas abiertas y cejas alzadas cuando dijo: “Los cambios sociales no se generan por iniciativa de los opresores, sino por iniciativa de los oprimidos”. ¡Cuánta verdad envuelve ese concepto, más aún para las mujeres en este pequeño país donde los feminicidios provocan más muertes que las de combatientes en la injusta guerra de Afganistán! Los abusadores y asesinos de esposas, madres e hijas nunca dejarán de comportarse como ahora lo hacen si un gran movimiento de hombres y de mujeres no obliga a los políticos gobernantes a trabajar permanentemente en la prevención de tanto crimen.

Pude ver quijadas que se desplomaban y cejas saltarinas cuando la profesional expresó con determinación que la homosexualidad no es una enfermedad, ni es preludio de locura, ni tampoco señal de decadencia moral como se ha pregonado desde la Edad Media hasta nuestros días. Defendió el derecho de todo ser humano a sostener la orientación sexual que prefiera y, al mismo tiempo, ser merecedor del respeto de parte de esta hipócrita sociedad que vulnera constantemente ese derecho humano.

No basta con celebrar el día de defensa de la mujer. Convocó Mariela a todos los que pudieron escucharla a conmemorar con entusiasmo el Día Internacional contra la Homofobia cada 17 de mayo. Invitó a luchar contra ese delirio perverso que provoca la mayor cantidad de crímenes por odio que tienen lugar en el mundo. A lo que nos está llamando esta sicóloga, es a empoderarnos de ese día y condenar resueltamente el odio que se acumula entre algunos seres humanos. En aquellos que no quieren ajustarse a un mundo de paz y respeto mutuo, sino que continúan utilizando normas abusivas,  ideológicamente radicales y obsoletas, contra aquellos a quienes consideran diferentes.

Por suerte, para frenar hasta detener tanto abuso, existen personas como Mariela, quien flota como una mariposa llevando su mensaje de esperanza, al tiempo que pica como una abeja para defenderlos cuando son agredidos.

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