FMI: Bien por el Gobierno

FMI: Bien por el Gobierno

 JOSÉ LOIS MALKUN
A raíz de la reciente aprobación de la ley eléctrica, que debió contener solo lo relativo al fraude eléctrico y no los demás artículos aberrantes que fueron aprobados, el Gobierno tiene prácticamente cumplido todos los compromisos o metas acordadas con el FMI.  A diferencia del año pasado, este año no se registra déficit fiscal ni tampoco se han incumplido metas cualitativas importantes (excepto la facturación de las empresas eléctricas) lo que garantiza la firma de la carta de intención para extender el acuerdo hasta enero del 2008, cuando finalmente concluye.

El Fondo ya anuncio con satisfacción que el Gobierno sobrepasó las metas cuantitativas e indicativas contenidas en el acuerdo Stand By. Hasta aquí todo esta bien. Pero hay aspectos importantes de una economía que no son parte de las metas cuantitativas o indicativas de un acuerdo Stand By con el FMI, y que por su trascendencia no pueden pasarse por alto.

Como dice el refrán «en los pequeños detalles está el demonio». Por ejemplo, la deuda acumulada por el Banco Central hasta la fecha es sumamente preocupante. Más aun cuando la Ley de Recapitalización aprobada recientemente establece un tope para este endeudamiento de 320 mil millones de pesos. Estamos hablando de una suma cuatro veces mayor al costo del rescate de los depositantes.

 Como la estabilidad macroeconómica es entendida por el Gobierno solo a través de la tasa de cambio sobrevaluada, no hay dudas que ese endeudamiento seguirá aumentando sin importar su monto ni consecuencias futuras, ya que estamos hablando de una variable política que jugará un papel estelar en las próximas elecciones. Como dicen algunos funcionarios «lo que venga después de eso lo resolveremos de alguna forma o el que gane que lo resuelva».

 El otro aspecto preocupante es la brecha cada más mayor de la balanza comercial. Entre el 2005 y 2006 el déficit comercial se duplicó y al ritmo que va puede superar los 5 mil millones en el 2007. Eso es natural en una economía que penaliza las exportaciones y al sector servicio que genera dólares, para privilegiar las importaciones. La competitividad en este país se fue a la m… por lo que de muy poco servirán los acuerdos de libre comercio.

Un tercer aspecto donde el acuerdo con el FMI ha sido extremadamente flexible se refiere al endeudamiento externo, el cual ha ido creciendo muy por encima de las posibilidades de esta economía. Lo peor de todo es el destino que se la ha dado a esos fondos externos, de por si muy onerosos, donde el FMI tampoco mete su mano.

Finalmente, si bien este año el Gobierno se maneja cómodo en materia fiscal, no hay dudas que la estructura del gasto es pecaminosa y puede revertir rápidamente lo que es un superávit en un déficit. El gasto espurio en proselitismo reeleccionista y lujos aberrantes ha sido la tónica de este Gobierno, aferrado a un populismo rampante que hace caso omiso a cuantas recomendaciones hayan surgido de las organizaciones civiles, empresariales y los propios organismos multilaterales, para enmendar esa práctica malsana.

En el 1995 el FMI divulgó un informe halagador de la economía mexicana. Cuatro meses después la economía de ese país colapsó totalmente produciendo el famoso efecto tequila que se extendió como pólvora a los mercados del mundo entero. Todavía hoy México está pagando el costo de esta crisis, que requirió recursos externos por 100 mil millones de dólares para contenerla.

¿Qué pasó? Nada malo aparentemente. Tampoco nadie aparece como culpable de la crisis. El FMI solo analizó las variables cuantitativas que les interesaba, las metió en un modelo econométrico y le dio como resultado que todo estaba bien. Así lo creyeron las autoridades y los mercados financieros, por lo que poca gente previó la crisis. Pero fueron esos detalles endemoniados los que le salieron al paso a las buenas noticias. Esos detalles, que no son parte de las metas del acuerdo Stand By, pero que en su momento se convierten en el detonante que dispara la explosión. Porque el pueblo está realmente agobiado.

Ojalá el Gobierno extendiera ese buen papel con el FMI a las cosas «marginales» que no son parte del acuerdo.

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