FMI: de terror a protector de los pueblos

FMI: de terror a protector de los pueblos

FABIO R. HERRERA-MINIÑO
Después de la II Guerra Mundial, el mundo se vio sometido a los temores de exterminio que representaban los enfrentamientos, en una guerra fría de sainete cómico, de los Estados Unidos y la Unión Soviética, que se disputaban el dominio mundial y mantenían en vilo a los demás países.

Fruto del nuevo orden mundial, surgieron muchas organizaciones capitalistas de ayuda y control de las economías de los países más urgidos de asistencia, y entre ellas apareció el Fondo Monetario Internacional, que cayó como una plaga y un terror sobre casi todos los países del mundo, menos los comunistas, hasta que en la última década del siglo XX, pasó a controlarlos con una ayuda masiva, bajo las directrices norteamericanas de rescatar las economías socialistas quebradas.

Las intervenciones del FMI, en casi todos los países de la Tierra, eran temidas y sus graves errores de las exigencias de conducta fiscal y financiera, cometidos en los últimos 40 años del siglo pasado, provocaron un voluminoso derramamiento de sangre en los pueblos que se veían encadenados a directrices económicas que les impedía a los gobiernos soberanos llevar mejoría y bienestar social a sus poblaciones, que se regalaban a tantas restricciones y camisas de fuerza, impuestos por una tecnocracia ignorante y desconocedora total de la sociología de los conglomerados humanos, a los cuales acudían para llevarlos supuestamente a la disciplina, en que solo la clase opulenta recibía el bienestar de un dinero seguro y destinado a ser expatriado con pasmosa rapidez, mientras el abismo entre pobres y ricos se ampliaba y más seres humanos pasaban a la indigencia más aberrante.

La historia de las intervenciones del FMI en el país, desde la década del 60, ha sido de luces y grandes sombras, que en 1984 soliviantaron al país por las medidas fiscales impuestas por exigencias de la institución global. El gobierno de entonces se vio en el medio de un caldeado ambiente por el levantamiento popular de abril de 1984 y casi se alteró la institucionalidad. En el siglo XXI las intervenciones del FMI en el país han tenido dos vertientes muy interesantes. Para el 2003 con los planes reeleccionistas en marcha y la quiebra de tres bancos, las autoridades de entonces abortaron la supervisión y directrices del FMI, para dejar caer a la economía en un peligroso y fatal atolladero, del cual se pudo frenar la caída de la economía cuando en agosto de 2004, nuevas autoridades asumieron el gobierno del país.

El equipo económico del gobierno del PLD aplicó con valentía y responsabilidad las recomendaciones y directrices del FMI, las cuales fueron ponderadas y discutidas con firmeza por parte de los dominicanos que pudieron en menos de tres años rescatar una economía que tenía visos de colapso. En ese período de tres años se han registrado crecimientos increíbles, tasa de inflación muy bajas, aumento del PIB y llegar a volúmenes de reservas en divisas en el Banco Central por encima de los 1,500 millones de dólares.

Ya el FMI no es el bandido de la película que llega a un lugar y arrasa, llevando luto y dolor a las sociedades, sino que sus nuevas recetas, después que Joseph E. Stiglitz criticara tan certeramente los errores y malos consejos que la burocracia del FMI cometió en todo el mundo, para que en un país antillano se considere la presencia de la institución como saludable y salvaguarda de los increíbles resultados económicos obtenidos.

El acuerdo stand by en vigencia con el país concluye en enero del 2008. Ya son muchas las voces que aconsejan que el mismo se extienda por un tiempo más, para dar seguridad a la comunidad internacional que se seguirá aplicando una política de manejo racional de los recursos y no que en vista de un año electoral se aprovechará la ausencia del FMI para disparar los gastos para impulsar hasta ahora la opaca campaña re-eleccionista del Presidente de la República. El sector político del gobierno no quiere al FMI después de enero del 2008. La oposición política lo desea mantener, pero con sus dardos de los partos y regalo envenenado para maniatar al gobierno en sus aspiraciones de gastar más para favorecer su causa continuista.

Lo lógico, ante la situación tan admirable en que se ha desenvuelto el gobierno bajo las directrices del FMI y que en este año tendrá ingresos cercanos a los 300 mil millones de pesos, es que se ajusten a la realidad las pautas que trace el FMI en un acuerdo stand by moderno y se continúe trabajando con ese organismo, que bien o que mal, ha corregido su rumbo de destructor de sociedad, para ser un salvaguarda del patrimonio, alabado por los que antes lo acusaban de responsables de los males mundiales.

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