Fomento agrícola

Fomento agrícola

Un área de la agropecuaria sujeta a inversión pública no reembolsable es la relacionada con la investigación y la introducción o fomento de cultivos. Por supuesto, ésta puede ser, igualmente, tarea del sector privado.

Pero es más propio que estas actividades las asuma el Gobierno Dominicano en razón del interés nacional. Ejemplo de lo que se plantea es el caso de los cultivos de vegetales destinados a la producción de biocombustibles. En lo que es una novedad de las necesidades humanas, podemos inclinarnos por lo expeditivo, o por lo engorroso. ¿Quién lo decide?

En razón de la cultura de siembra y cosecha, los inversionistas privados pueden inclinarse por vegetales aprovechables para la alimentación humana. La aparente oposición a los biocombustibles deriva de esta proclividad. Los cultivos de sorgo, trigo, maíz y papa son tradicionales, y por ende, más atractivos. Su aprovechamiento en la producción de biocombustibles eleva los precios para el consumo alimentario de tales especies, al provocar su escasez en los mercados. Esta realidad motivó la oposición habida en el último año a los biocombustibles derivados de cereales y tubérculos comestibles.

Involucrarse en la siembra de árboles como el piñón criollo (Jatropha curcas), por otro lado, entraña expectativas imprecisamente previsibles. Esta planta tiene la ventaja de reproducirse en suelos marginales. Aunque no se dedica a consumo humano, es melífera y utilizada para extraerle tinturas y sustancias medicamentosas. Es árbol perenne, lo cual es ventajoso como inversión comercial. Cae sin mucho rebuscamiento en el campo de la silvicultura, del cual posee escasa y ambivalente experiencia el sector privado. Un gobierno, en cambio, puede fomentar la siembra de ésta y otras especies no utilizables con fines de alimentación humana y animal.

Una bien concebida política pública impulsará hacia este cultivo a pequeños propietarios en subregiones del país en donde abundan los suelos marginales y degradados. Es el caso de la Provincia de Azua, de la que un nativo, el ingeniero Esmeling Sánchez, dice que más de doscientas mil tareas pueden ser aprovechadas para la siembra del piñón. A esos propietarios de pequeños predios hay que inducirlos, guiarlos, asesorarlos. Y sobre todo, convencerlos de que estas siembras serán provechosas para aquellos suelos, y para sus economías.

Pero esta es obra de seducción y recursos económicos que, reembolsables o no –y sobre todo lo último en circunstancias particulares- obliga, más que a la inversión privada, a la pública.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas