Forense: alerta decembrina

Forense: alerta decembrina

Desde tiempo inmemorial el ser humano viene desarrollando la capacidad de asociar los hechos con el tiempo.

La ciencia se encarga de negar el determinismo histórico, en tanto que la tradición insiste en hacernos creer que existe el destino y por ende que nadie puede torcer la ruta de un fatalismo preconcebido. La creación de unidades de medida tales como el segundo, minuto, hora, día, semana, mes y año permite relacionar los sucesos acaecidos en el pasado con una época del año en específico.

Diciembre, tras ser convertido por los romanos en el último mes del año, mantiene ciertas características peculiares no solamente estacionales sino sociales. Es durante este lapso de treinta y un días que el mundo cristiano celebra con festejos la llegada de Cristo, el redentor para millones de feligreses. De igual forma se rinde culto al arribo del año nuevo, trazando planes y deseando parabienes a familiares y amistades.

Para quienes estamos encargados de contabilizar y analizar las lesiones físicas y sucesos fatales que envuelven a las personas alrededor de las Navidades y el año nuevo, constituye una obligación el advertir a la ciudadanía en general y a la familia en particular, acerca de los graves peligros que nos acechan. Se trata de una época en la que deben imperar el júbilo, la paz y la felicidad colectiva. Sin embargo, el aumento en la frecuencia de los viajes, el congestionamiento del tráfico causado por la afluencia de mucha gente comprando, vendiendo, así como en ocasiones consumiendo bebidas alcohólicas, contribuye a incrementar la incidencia de accidentes trágicos mortales.

El ambiente citadino plagado de vicios, disparidades e injusticias sociales crea las condiciones objetivas para que adolescentes, jóvenes y adultos se vean envueltos en atracos, asaltos, estupros y riñas que suelen derivar en pérdidas materiales, lesiones corporales temporales o permanentes y, lo que es peor, en la muerte. La comprensión y el convencimiento cabal de que nada viene de la nada nos conducen a la búsqueda de cada uno de los factores causales que inciden en  la génesis de un hecho violento.

Alrededor del noventa por ciento de las muertes accidentales, homicidios, feminicidios y suicidios son evitables. Entidades gubernamentales, privadas, civiles, militares, religiosas, laicas, políticas y culturales tenemos que coordinarnos para que en equipo realicemos una labor  mancomunada, orientada a la prevención y el manejo de la violencia que sabemos se eleva al comienzo de cada  invierno tropical. La depresión que acompaña a la nostalgia por la ausencia de seres queridos idos a destiempo suele resurgir en diciembre. Poetas y cantantes se han encargado de expresar, quizás como nadie más, los sentimientos que inundan los corazones de quienes lloramos la partida de gente que ayer, sin previo aviso, nos dieron su adiós.

Es mucho lo que juntos podemos hacer para reducir las fatalidades navideñas y de Año Nuevo. Trabajemos para que la alegría, el amor y la paz reinen de por siempre en los corazones, hogares, aldeas y poblados que llenan el mundo.

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